miércoles, 20 de julio de 2011

El control biológico de las plagas y la responsabilidad de las Administraciones

Cernícalo común (Falco tinnunculus), uno de los mejores plaguicidas

En el año 2007 se produjo una explosión demográfica de Topillos campesinos (Microtus arvalis) en la comunidad autónoma de Castilla-Leon. El invierno anterior había sido mas suave de lo normal, registrándose muy pocas heladas, por lo que la mortalidad natural había sido muy baja. Este hecho, unido a que a ese invierno le sucedió una primavera con temperaturas superiores a la media, favoreció la reproducción de esta especie y el aumento de su población.

Por supuesto no faltaron las habituales historias sobre las sueltas de roedores que realizaban el gobierno o los ecologistas, que pretendían con ello dar de comer a las rapaces y a las serpientes. Estas historias para no dormir las he oído en multitud de ocasiones, muchas veces de boca de las personas que menos me podía imaginar. Sorprendentemente, para ellos era mas creíble la existencia de laboratorios secretos dedicados a la reproducción masiva de mutantes ratoniles insaciables (que luego eran soltados desde helicópteros), que la existencia de ciclos demográficos regulares en las poblaciones naturales de roedores. En una ocasión escuché una historia alucinante sobre el tema, me contaron que los topillos se soltaban en canutos de cartón desde los helicópteros; en cada canuto se metían 3 topillos, de forma que al caer al suelo desde las alturas, dos de ellos se mataban en el golpe, pero el tercero sobrevivía al impacto al caer sobre los cuerpos espachurrados de los otros dos mártires.

La respuesta de la Administración ante esta explosión demográfica no se hizo esperar y como suele suceder no atendieron a criterios objetivos, sino que optaron por una estrategia populista que era la que demandaban los potenciales votantes: sembrar de veneno el campo. En total, la junta de Castilla y León se gasto 24 millones de euros en veneno y como se había avisado desde las instituciones científicas, el resultado fue que la plaga desapareció de forma natural. El descenso de la población de topillos fue el mismo en las zonas envenenadas que en las zonas sin envenenar (Olea et al, 2009, pdf) Eso si, el uso de venenos causó un desastre natural sin precedentes, provocando la muerte de miles de aves rapaces, mustélidos y muchos otros animales. Curiosamente la dieta de las aves rapaces y otros carnívoros está compuesta mayoritariamente por roedores, siendo los topillos su presa mas habitual, por lo que las medidas adoptadas por la Administración favorecieron el exterminio de los principales aliados contra la plaga que intentaban atajar. Por si fuera poco, el uso de venenos como el empleado para los topillos, que es un potente anticoagulante, es muy peligroso y puede causar graves daños a la población humana.

Y yo me pregunto, ¿quién tiene la responsabilidad de haber matado a todas estos animales protegidos?. La utilización de venenos y cebos envenenados está expresamente prohibida por la ley 4/1996, de 12 de julio, de Caza de Castilla León, y su uso lleva aparejada una multa que oscila entre 3.903,88 € y 78.077,48 € (Decreto 65/2006 de 14 de septiembre por el que se actualiza la cuantía de las sanciones a imponer por la comisión de las infracciones tipificadas en la Ley 4/1996). Quizás a la señora consejera de Agricultura de esta comunidad, que se saltó la ley que ella misma había aprobado habría que aplicarle una sanción ejemplarizante. Si por poner 100 g de veneno te pueden poner una multa de varios miles de euros, ¿cuantos euros tendría que pagar la persona que autorizó un envenenamiento masivo que causó la muerte de miles de animales protegidos? Curiosamente la misma admnistración que redacta una ley es la primera en saltársela. Eso sería como si un político que redacta leyes contra el robo y la corrupción fuera un ladrón y un corrupto ("caramba, que coincidencia", como dirían Les Luthiers). Pues sorprendentemente, la consejera de Castilla León durante la plaga de topillos no ha tenido que responder ante la justicia por esa masacre, aunque quizás lo haga por corrupción (caramba que coincidencia). Lo que es mas serio es que ha repetido en el cargo, por lo que si como es previsible se repite una plaga de topillos, seguramente adopte las mismas medidas que en la anterior legislatura.

Pero parece que en todo este asunto tan sucio hay una pequeña esperanza. En los últimos años han comenzado varios proyectos que tienen como finalidad incrementar las poblaciones de los depredadores naturales de los topillos, sobre todo rapaces tanto diurnas como nocturnas. Hace poco comentaba en este blog cómo una persona que se dedicaba a la agricultura conocía perfectamente el papel de estas aves en el control de los roedores, y cómo cuidaba del nido de una pareja de cárabos porque eran sus mejores aliados. Yo creo que esta persona le podría dar una charla a la señora consejera sobre el control biológico.



5 comentarios:

  1. Se puede decir más alto... por desgracia tenemos los políticos que nos merecemos.

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  2. Eso no es nada. Yo conozco a alguien que vio "el mismo" como soltaban culebras de un helicoptero e incluso una se quedó enganchada en un cable de la luz donde otro amigo suyo lo pudo comprobar.

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  3. Buen articulo.......yo por mi parte les coloque cajas nido y han aceptado una.
    Los aldeanos les gusta lo de control bilogico....
    Saludos!

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  4. Esa historia me la han contado con lobos, que tiran 3, 2 machos y una hembra, uno se chafa y siempre queda una pareja. Lo que no explican es como se desatan los otros dos..

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  5. Me encanta, qué buena entrada. Hay que ver lo que es la imaginación de la gente, laboratorios secretos, animales lanzados desde helicópteros. Los mismos conspiranoyers que no se fijan en lo que hace la señora Consejera a plena luz del día. Es bonito que surja esta conciencia y sentido práctico en armonía con la naturaleza arrojando luz en la ignorancia e inventiva, si es que las cosas son sencillas, depredadores, no complicados siniestros operativos de envenenamiento, es más bonito comunicarse con las rapaces (no en sentido oral) sabiendo sus interacciones en la naturaleza y sintiéndonos conectados a ellas, verlas sabiendo es una experiencia.

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