miércoles, 6 de julio de 2011

La libélula que me dio la mano

Hembra de Sympetrum flaveolum sobre mi dedo

Era una fría mañana de verano y el sol aun no había subido lo suficiente para calentar los alrededores de la charca, pero ella sabía que había llegado el momento. Después de casi un año en el agua, después de pasar el invierno adormecida bajo el hielo y la nieve, la primavera la había despertado. En pocas semanas el agua se llenó de comida que apareció en forma de insectos acuáticos y renacuajos.

En un par de meses cambió de traje varias veces porque se le fue quedando pequeño, pero después del último cambio sintió el impulso de salir del agua para ver el mundo que había allí arriba. Se asomó a la superficie y trepó por una ramita de la orilla, se agarró fuertemente y su traje se empezó a rasgar. Poco a poco asomó el cuerpo de la pequeña libélula, pero tardó casi una hora en liberarse completamente de sus viejas ropas y miró alrededor con sus ojos recién estrenados. Aún tenía que estirar las alas y subió un poco más, hasta la punta de una ramita para ver mejor el nuevo mundo que tenía delante. Pero dio un mal paso y se cayó al suelo.

Me la encontré sobre la hierba moviéndose torpemente, no le quedaba mucho tiempo. Si durante los siguientes minutos no era capaz de estirar sus nuevas alas todo estaría perdido. Le acerqué mi dedo y ella aceptó la invitación. Luego levanté la mano despacio y dejé que el sol la calentara. Así estuvimos los dos unos minutos, después aleteó y se levantó en aire para comenzar su nueva vida. Su primer vuelo fue corto, no más de 6 o 7 metros, pero después de un rato se fue y ya no la volví a ver. Quizás me la encuentre el próximo día que suba, a lo mejor se acuerda de mi y me vuelve a dar la mano.


Muy cerca de donde encontré a mi amiga, otra hembra de su especie, probablemente una hermana suya, había tenido menos suerte. Algo había ocurrido y sus alas y su abdomen no se habían estirado correctamente. Ya no había nada que hacer. La suerte estaba echada y a ella no le había tocado el premio.

6 comentarios:

  1. Hola David,
    yo este año he visto una tanda enorme de Orthetum emergiendo con taras en el abdomen y alas.

    Cesar

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  2. Hola David
    haces un trabajo magnifico en tu blog divulgando maravillas de la naturaleza, explicando la teoria de la evolucion y denunciado los atropellos q hacemos los humanos al resto de las especies
    saludos
    Manu

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  3. Hola César, pues no se a qué se pueden deber todas esas malformaciones. Yo vi algunas con las alas mal desplegadas en la zona donde vi estas Sympetrum, pero tampoco muchas.

    Hola Manu, me alegro de que te guste el blog, a ver si podemos quedar la semana que viene, esta ando un poco pillao, ya te llamo.

    un saludo a los dos

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  4. Excelente, una enriquecedora faceta, didáctica y próxima, un puntazo, Enhorabuena por la entrada.

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  5. Hola David, yo las taras de las alas pense que habian sido debidas a que coincidio con dias de viento muy fuerte, pero no se si el viento puede afectar al cuerpo durante la emergencia.

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  6. Hola César, pues no tengo ni idea, yo vi algunas con las alas mal desplegadas que estaban tiradas en el suelo, no se si al estirarlas tivieron algun problema o era alguna tara congénita. Ese día que las vi hacía bastante viento, no se si eso influiría.

    un abrazo

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