viernes, 30 de enero de 2015

La belleza de lo ultramicroscópico

La macrofotografía es la técnica que consiste en fotografiar un determinado motivo a una distancia muy corta, usando para ello unos objetivos específicos y con la que se llega hasta una proporción de tamaño real (escala 1:1), es decir, que el tamaño del motivo que fotografiemos será el mismo en el original que en el negativo (en el caso de fotografía química). Los motivos que se fotografían con esta técnica son visibles con el ojo humano, solo que no somos capaces de advertir todos los detalles del mismo.

La fotomicrografía es una técnica fotográfica que necesita de un microscopio y se obtiene aproximaciones mucho mayores que con la macrofotografía. Si usamos un microscopio óptico se pueden alcanzar hasta 2000 aumentos y evidentemente, muchos de los motivos que fotografiaremos no se pueden ver a simple vista. Mediante el uso de microscopios electrónicos se puede alcanzar hasta 1 millón de aumentos, ya que en vez de un haz de luz visible se emplea un haz de electrones que tiene una longitud de onda muy pequeña, por lo que se obtiene una mayor resolución.


Mediante el microscopio electrónico de barrido (SEM) es posible apreciar detalles de la superficie de los objetos imposibles de ver a simple vista. Por ejemplo, en la fotografía anterior se aprecia cómo las sales de sulfato cálcico que se encuentran dentro de las rocas salen al exterior a través de los poros de las mismas. La morfología tubular de estos "chorros de sales" son consecuencia de de los microesfuerzos mecánicos generados por las transformaciones físico-químicas en presencia de agua líquida o vapor.

Aparte de la innegable belleza de estas imágenes, la fotomicrografía electrónica permite obtener una información muy valiosa, en este caso para diagnosticar las alteraciones producidas en los monumentos históricos por las condiciones ambientales. De esta forma, además de hacer un diagnóstico preciso de la "enfermedad" de la piedra se puede sugerir un tratamiento adecuado para "curarla".

NOTA: la imagen ha sido tomada por Araceli Rojo, de la empresa GEA Asesoría Geológica, Esta fotografía ha sido seleccionada en la 12ª edición del Certamen Nacional de Fotografía Científica FOTCIENCIA para formar parte de su exposición itinerante. Haced click en la foto para verla a mayor tamaño. 

viernes, 23 de enero de 2015

Los datos no engañan, a no ser que queramos. El ejemplo de las cifras del paro

He comentado muchas veces en este blog que las opiniones sobre cualquier tema son muy variadas y que cada uno de nosotros puede tener la suya propia, que muchas veces suele estar influenciada por ideas preconcebidas que enmascaran la realidad. Una manera de objetivar esas opiniones es basándolas en datos empíricos. Los datos, si han sido recogidos de forma rigurosa, no engañan.

Por ejemplo, supongamos que queremos saber como ha sido la evolución anual de la invernada de una determinada especie de patos. Seguramente, si visitamos las zonas habituales donde pasan el invierno esas especies podremos tener una idea aproximada de si ha aumentado o ha disminuido, pero hasta que no veamos los datos no lo podremos confirmar. Vamos a usar como ejemplo dos especies, el Ánade silbón y el Ánade real, la primera es invernante en Asturies y la segunda es sedentaria. 


Al observar estas dos gráficas, se ve claramente que mientras que la presencia de Ánade silbón se ha reducido considerablemente entre 1990 y 2010, el número de Ánades reales ha aumentado. Asimismo se observa que anualmente se producen fluctuaciones en el número de individuos, pero que si la serie de datos es suficientemente larga, las tendencias son claras. Y si nos fijamos más detenidamente en la gráfica de los ánades silbones, nos daremos cuenta de que la caída más brusca en el número de invernantes se produjo en el periodo 1992-1996 y que a partir de entonces, aunque ha habido fluctuaciones, se observa una cierta estabilidad en los números.

Como habréis comprobado, para exponer estos datos he usado una representación gráfica y de esta forma cualquiera, aunque no sea un experto en la materia, puede apreciar las tendencias poblacionales mejor que si hubiera escrito una serie de números. 

Todos nosotros estamos acostumbrados a ver este tipo de representaciones. Las vemos en nuestro trabajo, en revistas, en periódicos o en las noticias de televisión. Pero al igual que os digo que los datos no engañan, según lo que interese resaltar pueden hacerse modificaciones en esos gráficos y aunque los números no cambien, si que puede cambiar nuestra impresión sobre los mismos.

Una de las formas más comunes de magnificar o minimizar una tendencia según el interés del que la represente es aumentando o reduciendo la escala del gráfico. De esta forma, una variación mínima en una variable puede parecer enorme con solo reducir el rango de la escala del eje de ordenadas (el eje vertical o eje Y).

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que tenemos una tienda de pipas y que en los últimos años mantiene sus ventas, con un ligerísimo aumento anual pero casi imperceptible.


Ya estamos cansados de currar en la tienda, porque mientras que los beneficios apenas aumentan, los gastos corrientes no paran de crecer, con lo que nuestros beneficio neto es cada vez menor. Decidimos traspasar el negocio y dedicarnos a otra cosa y un día recibimos una llamada de un posible comprador. Tenemos que intentar convencerlo de que el negocio va viento en popa, pero si le enseñamos la gráfica anterior es muy probable que no se lo crea, así que preparamos la siguiente gráfica introduciendo un pequeño cambio.


Visualmente la tendencia al alza es mucho más acusada, pero lo cierto que es es exactamente igual que la anterior. Si el posible comprador se fija en el gráfico seguramente se dará cuenta, pero si lo mira por encima puede que cuele.

Este tipo de "trucos" suelen ser muy habituales entre los políticos y entre sus medios afines, que dependiendo de lo que quieran resaltar aumentan o disminuyen las escalas para convencer a la audiencia, que normalmente no se suele fijar en estos pequeños detalles.

De todas formas, aún tratándose de un pequeño truco visual, lo cierto es que los datos siguen siendo correctos, no hay un engaño real y por poco que nos fijemos nos daremos cuenta.

Otra cosa muy distinta ocurre cuando esos datos se falsean y se ponen los puntos que representan a cada uno de ellos en un lugar que no le corresponde. De esta forma se engaña al que ve los datos mintiendo descaradamente. Un ejemplo real lo podéis ver en el siguiente gráfico, aparecido ayer mismo en los informativos de TVE cuando comentaban las últimas cifras del paro registrado.


Si vemos de pasada la anterior imagen llegaremos a la conclusión de que el número de parados ha bajando drásticamente desde 2012 y que los últimos datos de 2014 son exactamente iguales que los de 2009. ¡¡Estupendo, por fin estamos saliendo de la crisis!! Pero lo cierto es que si miramos las cifras que hay junto a los puntos veremos que no es así. La persona encargada de preparar estos hermosos y coloridos gráficos ha movido el puntito de 2014 hacia abajo para acentuar esa tendencia a la baja y por el camino se ha comido a 524108 personas que deben de estar descojonándose en su casa en ese preciso instante.

Los datos son correctos, tal como se puede comprobar en la página del SEPE, pero la gráfica ha sido manipulada para engañar al espectador. Eso si, ya puestos a engañar, el "grafista"podría haber puesto solo la línea roja y olvidarse de los números, porque de esta forma, aparte de mentir nos demuestra objetivamente que es idiota.


La gráfica correcta es la anterior y como se puede comprobar ha habido un descenso en el número de desempleados, por lo que si querían resaltar esa tendencia hubiera sido suficiente con poner la imagen real. Quizás esos datos no sean suficiente excusa para organizar una fiesta toga, que es lo que debía pretender el autor del gráfico o sus jefes, pero la realidad es la que es, por mucho que a algunos les pese.

Como os comentaba, los datos, como el algodón, no engañan, los que engañan son los que manipulan esos datos a su antojo, y eso, queridos amiguitos, es una cosa muy fea.


jueves, 15 de enero de 2015

Cazadores, guardas con escopeta y otros amantes de la naturaleza

Una de las frases que escucho más a menudo es la del supuesto amor por la naturaleza de muchos cazadores. Unos señores que en su afán por preservar y proteger nuestros valores naturales salen al campo a matar animales y así demostrarles su amor incondicional. Se que muchos me dirán que hay cazadores de todo tipo y que no se puede generalizar, pero aún así, se me hace muy difícil entender que la manera de demostrar el afecto por un animal sea pegarle un tiro. La misma duda me entra cuando veo a un guarda matando cormoranes o lobos por orden de la Consejería de Medio Ambiente, porque según parece así se protegen nuestros ecosistemas y se conserva la naturaleza

En el caso de los responsables de Medio Ambiente, estas excusas vuelven a dejar clara la capacidad de los cargos políticos para tratarnos como idiotas sin que se note demasiado. En vez de explicar claramente por qué toman estas decisiones en contra de todos los estudios científicos que las desaconsejan, se inventan motivos absurdos que no se sostienen de ninguna forma, salvo por un innegable interés electoralista. Por otra parte, no deja de resultar paradójico que desde la Consejería se de ordenes a los guardas para que su prioridad durante unos meses al año sea hacer controles (participar en matanzas de animales) antes que proteger el medio ambiente y sancionar a los que lo agreden.

Una garza real y un azulón muertos entre la basura de la presa

Estas impresiones personales quedan muy bien explicadas al observar las fotografías que ilustran esta entrada, tomadas hace un par de días en el embalse del Furacón (Río Nalón, centro de Asturies) por mi amigo Manolo Pajuelo. Entre los restos de vegetación que se acumulan en la presa de este embalse se pueden ver los cadáveres, presuntamente tiroteados, de un macho de Azulón y de una garza real. A poca distancia, cuatro cormoranes grandes, dos garzas mas y una cerceta común, habían corrido la misma suerte, y con total seguridad, otras muchas aves estarían tapadas por la basura y otras ya habrían sido retiradas en las operaciones de limpieza rutinaria de la presa.

Cualquiera que haya visitado este lugar, o cualquier otro embalse de similares características, sabrá que un ave que sea cazada aquí no puede ser recogida, a no ser que se cuente con perros capaces de recuperarlas una vez que caen muertas o heridas al agua. Todas las veces que se han visto cazadores aquí nunca se les ha visto acompañados de perros, por lo que la mayoría de las aves abatidas caen al agua y ahí se quedan. ¿Alguien podría explicarme el interés que tiene para estos cazadores, que no son pocos, cazar aquí, aparte del placer que les produce matar animales? Pero no solo eso, además de patos, entre los cadáveres había varias especies protegidas, como las garzas reales, cuya caza esta prohibida ¿Donde estaban los guardas que deberían sancionar estas prácticas?

Dos cormoranes muertos entre los restos de vegetación de la presa

Pues seguramente alguno de esos guardas estaría muy cerca y sería muy complicado diferenciarlo de esos cazadores salvo por el uniforme. Al igual que ellos, escondido tras la vegetación de las orillas, se pasara gran parte de su jornada laboral durante unos meses matando cormoranes  para así satisfacer las peticiones de los pescadores deportivos. Resulta curioso que la mayoría de los cormoranes que aquí se alimentan no comen salmones, sino Leuciscos o cachos (Leuciscus cephalus), que han sido introducidos ilegalmente por algunos de esos pescadores.

Ya no recuerdo las veces que comenté en este blog el tema de las matanzas de cormoranes grandes. Cómo a pesar de los cientos de estudios científicos que confirman el absurdo de esta medida, la consejería lleva masacrando a esta especie desde hace una década. Anualmente, la Dirección General de Recursos Naturales redacta una resolución en la que indica el número de ejemplares que deben ser matados cada temporada. Desde hace años ese número se ha establecido en 240 aves sin que nadie haya sido capaz de explicar que criterios se han seguido para establecer ese número cabalístico. Como comentaba anteriormente, estos señores siguen tratándonos como idiotas, ya que no hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de que esa resolución sólo sirve para justificar que se puedan matar todos los cormoranes que se quiera, ya que las aves muertas ni se recogen ni se contabilizan.

Macho de cerceta común, presuntamente tiroteado

La conclusión parece evidente. Un grupo de cazadores matan todo lo que les pasa por delante, incluidas varias especies protegidas, sin otro interés que el disfrute de tirotearlas. Mientras tanto, los que deberían controlarlos y sancionar esas prácticas ilegales, no lo hacen porque están ocupados matando otras aves para satisfacer a un colectivo de pescadores. Asimismo ni siquiera cumplen sus propias resoluciones, ya que no contabilizan las aves que matan y ni siquiera las recogen.

NOTA 1: Estos hechos han sido comunicados al Seprona para que los investigue.

NOTA 2: Hace unos minutos acabo de ver esta noticia que sale en la revista Caza y Pesca, que confirma que el mantra del interés por proteger "su fauna" es patrimonio exclusivo de los cazadores, yo creo que viene impreso en letras doradas en la culata de las escopetas.


Por otra parte, como se puede apreciar, los enemigos son los ecologistas, y ya se sabe que al enemigo ni agua, ni anillas ni nada (haced click en la foto para ampliarla y leer el profundo mensaje que contiene)

miércoles, 14 de enero de 2015

Un paseo por las estrellas persiguiendo al cometa Lovejoy

Los cometas son cuerpos celestes compuestos de hielo, polvo y rocas que se originaron tras la formación del sistema solar. La mayoría de ellos se cree que proceden de la nube de Oort, y suelen tener órbitas elípticas alrededor del sol. Cuando se acercan a él, su núcleo de hielo empieza a sublimarse dando lugar a la cola o cabellera, que es su rasgo más característico. 

Aunque estadísticamente cada dos años nos visita un cometa con suficiente magnitud para ser visible a simple vista, hacía tiempo que los cometas no estaban tan de moda como en los últimos meses. El pasado 12 de noviembre, a una distancia de 500 millones de kilómetros, una cápsula espacial consiguió "aterrizar" por primera vez sobre la superficie de un cometa, lo que constituyó uno de los mayores hitos en la investigación espacial. Desde finales del año pasado, el cometa C/2014 Q2, más conocido como Lovejoy en honor del astrónomo aficionado Terry Lovejoy, que lo descubrió el 2 de diciembre de 2011, está pasado cerca de nosotros, siendo visible a simple vista si las condiciones son buenas. La característica más singular de este cometa es su color verdoso, que se debe a la presencia de cianógeno en su núcleo. Todo apuntaba a que a este cometa no le quedaba mucho tiempo de vida, ya que según los modelos astronómicos, a mediados de diciembre de 2014 se aproximaría tanto al sol que se desintegraría.

El 16 de diciembre, el cometa desapareció tras el sol, pasando a tan solo 120.000 km de distancia del mismo, pero sorprendentemente sobrevivió al encuentro y reapareció de nuevo para continuar su viaje (ved este vídeo porque es impresionante). Desde entonces, el comenta Lovejoy ha sido el protagonista de numerosas noticias y han sido muchas las personas que lo han podido ver en todo el mundo.

Trayectoria de Lovejoy durante el mes de enero de 2015

Afortunadamente, su posición relativa muy cercana a la constelación de Orión, una de las más fáciles de reconocer en las noches de invierno, hacía que no fuera demasiado complicado localizarlo, aunque siendo sincero, al principio no me resultó tan fácil. 

La pasada semana hicimos el primer intento de fotografiarlo, pero la luna estaba casi llena y visible poco después de oscurecer, por lo que solo pudimos apreciar una pequeña nube verdosa muy difusa aunque reconocible. Hace un par de días, las condiciones parecían inmejorables, la luz del cometa era muy intensa y la luna no saldría hasta unas cuantas horas después de ponerse el sol. Estaba muy cerca, "tan solo" a 70 millones de kilómetros de la Tierra y dentro de unas semanas ya no sería posible verlo.

Poco después de llegar al lugar que habíamos elegido localizamos al Lovejoy rápidamente, pero una cosa era verlo y otra hacerle una foto. Para hacer este tipo de fotografías se suele usar un equipo de seguimiento estelar (montura ecuatorial), que permite compensar el movimiento de rotación de la Tierra y evitar las trazas si la exposición es lo bastante larga para captar la suficiente luz. Como yo no dispongo de ese equipo, la única solución posible era reducir el tiempo de exposición al mínimo y aumentar la sensibilidad (ISO). 

Una toma (Canon EF 100mm Macro USM.  f2.8; 2 s, ISO 2000)

Aún así, con una sola imagen como la anterior, apenas salía un puntito verde en la posición del cometa, pero ni rastro de la cola, así que probé a hacer un apilamiento de varias fotos. De esta forma, lo que se consigue es sumar el resultado de varias tomas y de esta forma aumentar el tiempo de exposición, evitando las trazas. Como no tenía ni idea de cuantas fotos necesitaría, hice una prueba con 72 tomas de 2 segundos (f2.8; 2 s; ISO 2000), lo que equivalía a una exposición total de 2 minutos y 24 segundos. El resultado final no se puede ver hasta que no procesas todas las imágenes con un programa específico (en mi caso usé el programa gratuito Deep Sky Tracer), así que no tenía ni idea de como iba a quedar.


Pues el  resultado lo podéis ver en la imagen anterior. Se puede apreciar el núcleo de color verde y un pequeño rastro de la cola hacia la izquierda del mismo. Evidentemente no es la mejor fotografía que hay de este cometa (de hecho es bastante cutre), pero algo es algo y también me sirvió para aprender un poco sobre esta técnica que no había usado nunca. Si queréis ver algunas fotos realmente bonitas del Lovejoy podéis visitar estos enlaces de la página de José Fernández (8 de enero, 10 de enero).

La noche era perfecta para ver el cielo, o lo sería si no fuera por la luz anaranjada de todas las ciudades y pueblos que había alrededor. A pesar de todo, el cometa estaba en una posición muy elevada, lo que atenuaba la contaminación lumínica. Por otra parte, la luna aún no había aparecido y gracias a la inversión térmica, la temperatura en el alto en el que nos encontrábamos era unos cuantos grados superior a la que había en el valle, donde estaba helando.

Orión, el cazador, la constelación del invierno, se veía en todo su esplendor, destacando Betelgeuse, la supergigante roja, por su color rojizo y Rigel, la supergigante azul en el extremo opuesto, la más brillante de todas. En el centro, el cinturón de Orión, formado por las Tres Marías (Alnilak, Almilan y Mintaka). Bajo el cinturón, en la espada del cazador se veía a simple vista la nebulosa de Orión (Mesier 42) como una pequeña mancha rojiza. 


Este es uno de los objetos astronómicos más bonitos que se pueden ver a simple vista, ya que a pesar de encontrarse a una distancia de 1270 años luz de nosotros, tiene un diámetro de 24 años luz y sus colores rojizos lo hacen muy visible. Y ya que tenía la cámara montada, repetí lo que había hecho con el cometa, pero usando 32 imágenes de 2 segundos de exposición. Lo cierto es que no me esperaba el resultado y para ser una primera prueba no estuvo mal. 

Si queréis ver a Lovejoy, tenéis tiempo hasta finales de este mes, aunque irá perdiendo intensidad a medida que se aleje de nosotros. Y tened en cuenta que no volverá a pasar por aquí hasta dentro de 8000 años. De todas formas, siempre podremos encontrar una excusa para mirar al cielo cualquier noche despejada y disfrutar del firmamento, aunque no tengamos una cámara o un telescopio. 

lunes, 12 de enero de 2015

Frío y heladas

Los últimos días del pasado año y los primeros de este 2015 que acabamos de estrenar, se han caracterizado por la estabilidad meteorológica, con un anticiclón situado sobre la Península Ibérica que prácticamente no se ha movido durante las últimas semanas. Estas condiciones han propiciado que la mayoría de los días amanecieran completamente despejados o con unas pocas nubes altas.

Cuando la temperatura desciende de 0ºC, el aire está cargado de humedad y hay poco viento, se producen las llamadas heladas blancas. En este caso, se forma hielo sobre la superficie de las plantas y del sustrato. Cuando miramos de cerca, veremos que los cristales de hielo varían en forma y en tamaño dependiendo tanto de la temperatura como de la superficie sobre la que se encuentran.


Las heladas pueden causar daños a las plantas, sobre todo por los desgarros celulares producidos por la formación de cristales de hielo y por desecación celular. De todas formas, las heladas no afectan de igual forma a todas las plantas, ya que algunas han desarrollado mecanismos muy efectivos para resistirlas. Los dos mecanismos fundamentales que proporcionan resistencia a las heladas son la concentración de los fluidos celulares, con lo que se disminuye la temperatura de congelación y por otra parte el endurecimiento de ciertas estructuras.


Esta tolerancia a las heladas también puede ser inducida. Muchas plantas aumentan su resistencia a las heladas si pasan por un periodo de temperaturas bajas, generalmente entre 0º y 10ºC. Asimismo, esa tolerancia al frío también dependerá del momento de desarrollo de la planta, siendo más sensibles durante la floración y la fructificación.

NOTA: haced click sobre las imágenes para verlas a mayor tamaño.

jueves, 8 de enero de 2015

Despidiendo el año entre eideres y barnaclas cariblancas.

Ya hace 9 años que mi amigo Gilberto y yo despedimos el año viendo páxaros por el occidente de Asturies, y como ya os comentaba en la crónica de la salida de Santoña, esta es otra de las tradiciones que me gusta mantener. Curiosamente, el tiempo siempre nos acompañó en la mañana del 31 de diciembre y esta vez no fue distinta, ya que el día amaneció frío pero soleado.


Para comenzar la jornada quedamos en la Ría de Navia con la intención de comprobar si el macho de Eider común que ya se había visto hacía más de dos meses seguía por la ría. Hacía unas cuantas semanas que no se veía y nos temíamos que se hubiera marchado, pero nada más llegar lo vimos nadando en medio del canal frente a la poza. No estaba mal para empezar. No era raro que no se hubiera visto en todo ese tiempo, ya que al poco de llegar, observamos como se dirigía hacia la desembocadura de la ría y lo acabamos perdiendo de vista. Seguramente haga lo mismo todos los días, por lo que encontrarlo no deja de ser cuestión de suerte.

En la poza, varios azulones nadaban junto a un grupo de zampullines chicos, mientras unas cuantas garzas reales, garcetas y cormoranes grandes descansaban en la orilla.


Teníamos que darnos prisa si queríamos aprovechar la mañana, así que nos dirigimos a la rasa de la zona de Tapia para ver que se movía por allí. Varios bandos de chorlitos dorados comían entre los rastrojos del maiz, levantándose frecuentemente si sentían la presencia del halcón peregrino que sobrevolaba el campo de vez en cuando en busca de una presa. Lo que nos encontramos posado en uno de los rastrojos no fue al halcón, sino a un pariente suyo, un esmerejón que pasa el invierno en la zona y que usa los tallos secos del maíz como atalaya.


En un prado cercano, comiendo entre las patas de las vacas, un grupo de varias garcillas bueyeras no quisieron faltar a la cita. El número de estas aves parece ir en aumento año tras año, aunque al llegar la primavera desaparecen y no se las vuelve a ver hasta finales de verano. Las que no aparecieron fueron las cogujadas, que tienen aquí una de sus pocas áreas de cría de Asturies.


Pero a falta de cogujadas, los bisbitas comunes y alpinos se alimentaban en el suelo pisado por las vacas mientras unas pocas alondras preferían buscar la comida entre unos brezos al borde del acantilado.


Estorninos negros y pintos también usaban los prados donde estaban las vacas para alimentarse, pero mientras que los pintos aún conservaban su plumaje invernal, algunos estornintos negros ya lucían su lustroso plumaje de cría y los machos empezaban a cantar, seguramente inspirados por el ambiente primaveral.


Después de buscar sin éxito al escribano nival que se había visto hacía unos días en unos acantilados de la costa, cruzamos el Puente de los Santos y nos dirigimos a Rinlo. Frente a la costa hay un posadero de cormoranes que suele estar muy concurrido y donde se suele ver alguno de nuestros moñudos anillados. Esta vez no hubo suerte y no pudimos leer ninguna anilla, pero junto a los moñudos, varios cormoranes grandes compartían el posadero con ellos y en las rocas próximas también descansaban varios gaviones, gaviotas patiamarillas y sombrías, unos cuantos correlimos comunes y algunos correlimos oscuros.

Ya se acercaba la hora de comer y yo tenía que seguir viaje hasta Galicia como todos los años, así que Gilberto y yo nos despedimos y yo me acerqué a comer a Castropol, y así aprovechar para ver si había llegado algún colimbo. La ría estaba desierta y salvo algún charrán patinegro, unos pocos cormoranes grandes y unos pocos ánades silbones que se veían a lo lejos, estaba vacía.

Lo que no me esperaba en ese momento era que lo mejor aún estaba por llegar. Cuando ya me iba a marchar llegó un mensaje de Pablo Miki que decía que dos barnaclas cariblancas estaban posadas en uno de los rastrojos por donde habíamos pasado hacía unas horas. Estaba a tan solo cinco minutos así que con el bocadillo en una mano y el teléfono en la otra llamé a Gilberto para volver a vernos.

Cuando llegué las localice junto a un grupo de gaviotas patiamarillas. Estaban bastante lejos y preferimos no acercarnos para no espantarlas. Pero no fuimos nosotros, sino un halcón peregrino, el que levantó a todo el grupo, que se alejó volando hasta unos prados cercanos.


Poco después de posarse, se volvieron a levantar de nuevo. No parecían encontrarse muy convencidas del nuevo lugar que habían elegido. Dieron varias vueltas y temimos que se fueran definitivamente, pero después de seguirlas durante un rato comprobamos que se habían posado detrás de una pequeña loma y todo parecía indicar que se encontraban en la playa.


Y efectivamente allí estaban junto a un grupo de gaviotas. Después de hacerles unas fotos lejanas me despedí de Gilberto y me fuí, que ya se me hacía tarde. 

No hay duda de que el día había merecido la pena. Que mejor manera de despedir el año que esta.

Lista de especies observadas (más o menos en orden de aparición)

1) Eider común
2) Ánade real
3) Ánade rabudo
4) Garza real
5) Garceta común
6) Cormorán grande
7) Chorlito dorado
8) Ratonero común
9) Cernícalo común
10) Zampullín común
11) Estornino pinto
12) Estonino negro
13) Alondra común
14) Bisbita común
15) Bisbita alpino
16) Gorrión común
17) Jilguero
18) Pardillo común
19) Garcilla bueyera
20) Chochín
21) Tarabilla común
22) Esmerejón
23) Halcón peregrino
24) Cerceta común
25) Pato cuchara
26) Gaviota patiamarilla
27) Gaviota sombría
28) Gallineta
29) Colirrojo tizón
30) Corneja negra
31) Cuervo
32) Urraca
33) Porron moñudo
34) Cormorán moñudo
35) Gavión
36) Chorlito gris
37) Correlimos común
38) Vuelvepiedras
39) Correlimos oscuro
40) Vuelvepiedras
41) Charrán patinegro
42) Ánade silbón
43) Gaviota reidora
44) Barnacla cariblanca