Sobre un camino seco que atraviesa un prado sin segar, un grupo de 3 hembras y un macho de Sympetrum fonscolombii patrullan continuamente en busca de algún insecto que llevarse a la boca. De vez en cuando, alguna se posa en el camino durante unos segundos para luego despegar rápidamente y volver a posarse poco después.
Las libélulas son muy desconfiadas, y basta con que hagamos un ligero movimiento para desaparezcan rápidamente de nuestra vista. Pero a veces, extrañamente, alguna nos deja acercarnos hasta casi poder tocarla.
A solo unos centímetros de distancia podemos apreciar perfectamente sus enormes ojos multifacetados, sus cortas antenas y su boca de depredador. Estos rasgos han permanecido casi inalterados desde el Carbonífero, cuando algunas especies similares a las libélulas actuales, como la Meganeura monyi, podían alcanzar hasta los 70 cm de envergadura.
La verdad es que lograr fotografiar libelulas es muy dificil y tu lo has hecho, yo me he pasado la tira de tiempo apara intentar sacar alguna foto decente de alguna y no lo acabo de lograr.
ResponderEliminarUn saludo
Pues eso, una vuelta por el carbonífero si que me daría, iría, seguro, sobrado de pulmones, porque sino de qué insectos tan grandes; buenas dosis de oxígeno, nada mejor para crecer.
ResponderEliminarYo también tengo alguna buena de libélulas, pero solo cuando se dejan, como tú apuntas. Saludos.
bufff, que pasada de imágenes, muy buen detalle.
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