La especie humana tiene la fea costumbre de poner fronteras en su territorio, tiene la necesidad de delimitarlo, parcelarlo y cerrarlo para que todos los demás individuos (de su especie o de otra) tengan bien claro que eso es suyo. Se apropia de campos, montañas, ríos y mares y no le vale con dejar una marca temporal (como hacen otros animales), el hombre es capaz de gastar ingentes cantidades de tiempo y dinero en construir muros, cercados y empalizadas, muchos de los cuales durarán mucho mas que su propia vida. Y es capaz de matar por un metro mas o menos.
A más de 1800 metros de altitud, varios kilómetros de vallado de madera, reforzado con alambre de espino, cortan la campera en las Ubiñas hasta las cumbres más altas. No me puedo hacer idea del tiempo que llevaría construirlo, ni de los árboles que se talaron para hacer todas esas estacas. Al final de lo que se trata es que las vacas de allí que son tuyas, no se coman la hierba de aquí que es mía.¿Y yo donde se supone que tengo que pacer?
Como decía Einstein, "sólo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy seguro de lo primero"
Además suelen financiarse con fondos públicos.
ResponderEliminar¿cuantos urogallos y demás fauna alada dejarán aquí sus plumas?
Es una lacra cada día más extendida.
Saludos.
De esaosabemos mucho en Bizkaia, tenemos alambradas por todos lados.
ResponderEliminarSaludos Juankar.
A mi las alambradas de espino me sacan de quicio, es algo que no soporto. En cuanto a la costumbre de parcelar todo, a veces llega al absurdo absoluto, y se cierra el monte e incluso el río, cuando muchas de esas zonas son de uso público.
ResponderEliminarun saludo