La semana pasada, la mayoría de las ciudades encendieron la iluminación navideña. Miles de estrellas artificiales llenan ahora las calles y la gente sale de sus casas e incluso viaja a las grandes ciudades para disfrutar de un espectáculo que curiosamente es sólo un triste sucedáneo de lo que se podría ver si se apagaran.
Hace ya muchos años, la gente no necesitaba de luces artificiales para adornar el cielo de sus pueblos y ciudades, sólo tenían que mirar hacia arriba y contemplar el firmamento. Y esas luces no eran sólo un adorno, servían para guiar a los viajeros en la noche, para avisar de cuando sembrar la tierra y cuando recoger los frutos, también servían para marcar las estaciones e incluso las horas.
La vía láctea en una noche de verano
Mirando a las estrellas se soñaba con guerreros, dioses y animales fabulosos y se contaban leyendas y cuentos que desgraciadamente hemos ido olvidando a medida que las luces de la civilización las han ido tapando.
Contaminación lumínica de la ciudad de Uvieo desde la sierra del Aramo
La noche ha cambiado el traje negro por un vestido naranja y para admirar la vía láctea en todo su esplendor tenemos que irnos a varios cientos de kilómetros de una ciudad. Solo las estrellas más brillantes se dejan ver y los guerreros y animales fabulosos se han marchado. Pero los habitantes de las ciudades no los echan de menos porque la mayoría de ellos nunca los han visto ni tan siquiera han tenido la curiosidad de ir a buscarlos.
Los vikingos pensaban que la vía láctea guiaba a los muertos hacia el Valhala y para los pueblos celtas si seguías el camino que señalaba la vía láctea llegarías al castillo de las hadas. En España, la vía láctea era la que marcaba a los peregrinos el camino hacia Santiago. Actualmente las estrellas de neón guían a peregrinos y residentes al Corte Inglés y mientras caminamos como borregos mirando a las lucecitas, las verdaderas estrellas siguen brillando sin que nadie se fije en ellas.
Yo quiero que se apague la luz para poder ver.
NOTA: haced click en las fotos para verlas a mayor tamaño.
Totalmente deacuerdo.
ResponderEliminarYo lo he pensado muchas veces, si al menos un día nos devolvieran las estrellas...
Saludos
Bonita pero triste reflexión.
ResponderEliminarPoco a poco nos hemos convertido en seres que denostamos lo natural... un error que desencadena la espiral en la que estamos inmersos!
Preciosa la primera foto, una pena no poderlas disfrutar más a menudo para los que somos de ciudad.
ResponderEliminarEstupenda entrada!
ResponderEliminarLas fotos geniales y la crítica a la opulencia que nos rodea aun mejor... quizá algún día se apaguen las luces, y entonces veremos la luz...
¡SI VIERAS LA NOCHE DE ESTRELLAS QUE TENEMOS HOY!
ResponderEliminarCada vez que vuelo en avión y vuelvo de noche alucino de la polución lumínica a lo largo de toda la Costa mediterránea, es la leche. Imagino el trastorno para los millones de avecillas que llegan en primavera cruzando el mar guiadas por las estrellas y encontrarse de frente con esa gigantesca e interminable cadena lumínica...