Uno de los mayores retos a los que se enfrentan los seres vivos es el de dispersarse, o sea, moverse fuera de su lugar de nacimiento. De esta forma, los organismos son capaces de ampliar su área de distribución original y colonizar nuevas zonas donde antes no estaban presentes, siempre que las condiciones sean favorables para su asentamiento.
En muchas ocasiones, esos movimiento dispersivos no implican que sea el organismo el que se mueva, sino que son sus propágulos (semillas, esporas, huevos o embriones) los que lo hacen. El problema es que esos propágulos no tienen capacidad de movimiento, lo que evidentemente dificulta sus posibilidades de dispersión, pero para ello los organismos han "ideado" estrategias que les permiten hacerlo. En el caso de las plantas, algunas de sus semillas son muy ligeras y están provistas de estructuras que les permiten aprovechar el viento para desplazarse cientos de kilómetros (anemocoria), en otros casos pueden flotar y usar las corrientes de los ríos o incluso las corrientes marinas para colonizar nuevas islas (hidrocoria).
Excrementos de tejón llenos de semillas
En otros casos utilizan, las plantas usan a los animales como medio de transporte (zoocoria), ya sea enganchándose en su pelaje o viajando en su interior (endozoocoria) después de haber sido ingeridas y expulsadas posteriormente con los excrementos. Para conseguirlo, las plantas rodean las semillas de una pulpa carnosa nutritiva y sabrosa, apetecible para los animales y además protegen a esas semillas con una cubierta que resiste a la digestión. En muchos casos, ese paso por el intestino es imprescindible, ya que los ácidos del estómago hacen que se rompan o agrieten las envolturas duras permitiendo la germinación.
En los animales se han confirmado casos de endozoocoria en muchas especies de invertebrados, aparte de los parásitos, por supuesto. Algunos insectos acuáticos, sobre todo las larvas, pueden viajar en el interior de las aves acuáticas y colonizar nuevas masas de agua cuando estas aves defecan al llegar a ellas, pero en el caso de vertebrados superiores, este tipo de transporte interno resulta más complicado, ya que las envolturas embrionarias no suelen tener la resistencia de las semillas de las plantas o de algunos huevos de artrópodos.
Macho de Nothobranchius rachovii, una especie que habita en las zonas áridas de Mozambique
Una excepción es la de los huevos de una familia de peces, los ciprinodóntidos ovíparos, que reciben el nombre genérico de Killis. Muchos de estos peces viven en zonas áridas en las que las masas de agua donde habitan están secas durante meses o incluso años. Estas charcas sólo se inundan después de la temporada de lluvias, para luego volver a secarse. Durante un breve periodo de tiempo los peces deben desarrollarse, madurar y desovar. Y todo deben hacerlo en unos pocos días o como mucho, unas pocas semanas. Pero, ¿como consiguen sobrevivir a esos largos periodos de sequía? Lo cierto es que los peces no sobreviven y se mueren cuando el agua se evapora y el fondo, antes húmedo, se transforma en una costra de barro seco. Pero enterrados en esa costra reseca permanecen los huevos que los peces pusieron unos días antes, protegidos por una cáscara dura y resistente. En su interior, los embriones ya han empezado a desarrollarse, pero llegado a un punto del desarrollo entrarán en un estado de diapausa, y solo se reanudará con la llegada de las nuevas lluvias. En ese momento, los huevos terminarán de desarrollarse, eclosionarán y crecerán muy rápido, para volver a completar el ciclo con una velocidad asombrosa.
En el caso de los Killis, se ha comprobado que sus huevos, que como hemos visto tienen una cubierta dura y muy resistente, pueden resistir el paso por el tracto digestivo de las aves acuáticas y ser expulsados en los excrementos sin que eso afecte a su viabilidad (Silva Silet al, 2019). Este mecanismo de dispersión es el que ha favorecido que estos peces puedan colonizar nuevas charcas temporales que al estar separadas entre sí por una matriz inhóspita y seca, no permitiría que los peces pudieran colonizarlas por sus propios medios.
Un nuevo estudio publicado hace unas semanas ha demostrado que aparte de los killis, los huevos de algunas especies de ciprínidos como el Carpín (Carassius gibelio) y la Carpa (Ciprinus carpio) también son capaces de eclosionar después de haber sido ingerido por las anátidas y expulsados con las heces (Lovas-Kiss et al, 2020).
Para desarrollar este trabajo, los investigadores hicieron varias pruebas en el laboratorio en las que alimentaron a varios Azulones (Anas platyrhynchos) con huevos de carpines y carpas, fecundados y desarrollados hasta el estado de mórula. Posteriormente se recogieron las heces en bandejas de plástico en varios intervalos de tiempo que oscilaron entre las 2 y las 24h después de la ingestión y las tamizaron, recogiendo los huevos embrionados que aparecieron en ellas. Aproximadamente un 0,2% de los huevos ingeridos fueron recuperados tras la digestión, de los cuales, varios eclosionaron entre 48 y 70h después de haber sido expulsados. Las muertes de los embriones en el proceso de incubación posterior tuvieron lugar por infecciones de hongos, algo que no se puede atribuir al proceso de digestión ya que también ocurrieron en el lote de control, que no había sido ingerido previamente por los patos.
Este experimento ha demostrado por primera vez que los huevos de cáscara blanda de los ciprínidos son capaces de soportar la digestión por parte de algunas aves y eclosionar posteriormente. A pesar de que solo el 0,2% de los huevos resistieron todo el proceso, hay que tener en cuenta que estas especies de peces hacen puestas que, como en el caso de la Carpa común, pueden superar los 300.000 huevos por cada hembra, por lo que el número de embriones que podrían nacer sería muy elevado. Asimismo, teniendo en cuenta que muchas especies de aves acuáticas consumen habitualmente huevos de peces y asimismo esas aves son capaces de moverse entre masas de agua separadas por más de 300 km en unas pocas horas, este mecanismo de resistencia de los huevos podría ser la explicación a la enorme capacidad dispersiva y colonizadora de muchas especies de peces.
Referencias
- Lovas-Kiss A, Vincze O, Löki V, Pallér-Kapusi F, Halasi-Kovács B, Kovács G, Green AJ Balázs András Lukács B (2020) Experimental evidence of dispersal of invasive cyprinid eggs inside migratory waterfowl. PNAS https://doi.org/10.1073/pnas.2004805117
- Silva Silet et al (2019) Killifish eggs can disperse via gut passage through waterfowl. Ecology 100: 2019 e02774.
Referencias
- Lovas-Kiss A, Vincze O, Löki V, Pallér-Kapusi F, Halasi-Kovács B, Kovács G, Green AJ Balázs András Lukács B (2020) Experimental evidence of dispersal of invasive cyprinid eggs inside migratory waterfowl. PNAS https://doi.org/10.1073/pnas.2004805117
- Silva Silet et al (2019) Killifish eggs can disperse via gut passage through waterfowl. Ecology 100: 2019 e02774.
La naturaleza no deja nunca de sorprendernos.La vida siempre encuentra la manera de propagarse. Gracias por este instructivo artículo.
ResponderEliminarSaludos