lunes, 29 de julio de 2019

«Nunca discutas con un idiota, te hará descender a su nivel y allí te vencerá por experiencia»

La imagen que podéis ver a continuación, tomada ayer mismo a las 23:30h es un truño, pero en ella se pueden apreciar los 4 satélites que Galileo descubrió el 7 de enero de 1610 usando un rudimentario telescopio construido por él mismo. 


Gracias a estas imágenes, y observando cómo al pasar los días los puntitos luminosos cambiaban de posición*, Galileo llegó a la conclusión de que esos puntos no eran estrellas, sino cuerpos planetarios que orbitaban alrededor de Júpiter. Este hecho confirmaba que Copérnico estaba en lo cierto cuando en su obra póstuma "De revolutionibus orbium coelestium", publicada en 1543, formuló la la teoría heliocéntrica del Sistema Solar, según la cual el Sol, y no la Tierra, se encontraba en el centro del universo conocido y que por lo tanto no todos los objetos celestes giraban alrededor de la Tierra. Los descubrimientos de Galileo, por lo tanto, contradecían las teorías geocéntricas aristotélicas, que eran las aceptadas por la Iglesia en ese momento.


Defender sus teorías le costó a Galileo pasar sus últimos años de vida en arresto domiciliario, primero en su casa de Florencia y luego en su casa de San Giorgio, donde permaneció hasta su muerte, rodeando de sus discípulos y trabajando hasta el último día.

Casi 20 siglos antes de que Galileo descubriera los satélites de Júpiter, Erastótenes, un matemático griego nacido en Cirene, en la actual Libia, usando un bastón de madera, sus ojos y su intelecto, dedujo que la Tierra era esférica y calculó su diámetro con una precisión asombrosa, además de calcular la distancia entre la Tierra y el Sol y entre la Tierra y la Luna con sorprendente exactitud.


Han pasado 409 años desde el descubrimiento de Galileo y 2200 desde la muerte de Erastótenes, y actualmente, cuando nos asomamos a la era de la computación cuántica, capaz de resolver millones de cálculos matemáticos en una fracción de segundo, una nueva hornada de estafadores, seguidos por una horda de millones de analfabetos funcionales, y aupados por la ola de buenismo imperante que nos dice que todas las opiniones son respetables, afirman que la Tierra es plana y que todo lo que Erastótenes, Galileo, Copérnico o Newton habían demostrado, no son más que falacias promovidas por la NASA. Para tratar de convencernos, en vez de un bastón, un telescopio y su intelecto, usan YouTube y unos argumentos que en boca de un niño de 5 años podrían resultar simpáticos, pero que en boca de unos seres humanos adultos y que levantan más de tres palmos del suelo, solo podrían explicarse por una falta de riego o por una carencia crónica de vitamina B12, cuyo papel en la formación de la mielina que recubre el axón de las neuronas ha quedado más que demostrado.

Frente a esta ola de defensores de la Tierra plana, que cuentan entre sus filas con importantes embajadores entre deportistas de élite, presidentes de clubes de fútbol y tertulianos del corazón, solo me viene a la mente una frase de Mark Twain:

«Nunca discutas con un idiota, te hará descender a su nivel y allí te vencerá por experiencia»

*Actualmente podemos como varía la posición de los satélites galileanos gracias a ESTE ENLACE

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