viernes, 20 de noviembre de 2015

La caza y el papel de las sociedades ornitológicas

Hace unos días se desató una fuerte polémica acerca de las aficiones del vicepresidente de SEO/Birdlife (actualmente dimitido de su cargo), que en una entrevista publicada en la revista Trofeo Caza comentaba su afición a la caza y sobre todo a la caza de patos. Tal como indicaron algunos miembros de la Junta Directiva de esta asociación, ser cazador no es incompatible con ser socio de SEO, pero ¿es ético que un cazador forme parte de la junta directiva de una sociedad ornitológica? 

Si leemos el primer artículo de los estatutos de esta asociación, el primer fin de SEO/Birdlife es el siguiente:

"Conservar las aves silvestres y su hábitat en territorio español, así como, a través de BirdLife International, contribuir a la conservación de la biodiversidad mundial"

Cualquier socio o cualquier persona aficionada a la ornitología no podría estar más de acuerdo con ese primer punto. Por una sencilla razón, porque es evidente. Una sociedad ornitológica debe tener como principal misión luchar por la conservación de las aves y personalmente pienso que la conservación de las aves y su bienestar deben primar por encima de su observación o su disfrute, si este causa un perjuicio a las mismas.

Partiendo de esta premisa, ¿es compatible caza de aves y conservación? Antes de seguir es conveniente dar unos datos sobre la actividad cinegética en España, extraídos del Anuario de Estadísticas Agrarias (Garrido, 2012) y referidos tan solo a unas pocas especies incluidas en el el grupo de "caza menor"


Tal como se puede ver en la tabla (haced click sobre ella para verla mejor), la caza "legal" ha acabado en 10 años con 14,5 millones de codornices, 40 millones de perdices, 5 millones de tórtolas y 30 millones de zorzales, entre otras aves. 

Ante estos datos, no creo que haga falta dar muchas más explicaciones. La caza ha puesto al borde de la extinción a muchas de estas especies, entre ellas la Tórtola europea, elegida ave del año en 2015 por la propia SEO/Birdlife debido a su delicada situación. Seguramente el declive de la Tórtola este relacionado con los cambios en las prácticas agrícolas, pero parece evidente que en esa situación lo menos conveniente es contribuir a su declive cazándolas.

Cuando se pregunta por el posicionamiento de algunas asociaciones ornitológicas sobre el tema de la caza, la respuesta suele ser unánime. Se posicionan claramente en contra de la caza ilegal, del furtivismo o del uso de venenos. Pues claro, lógico, y no solo ellos, sino los jueces y fiscales, ya que todas esas actividades están prohibidas y por lo tanto posicionarse en contra de ellas es una perogrullada, ya que ya hay leyes que sancionan esas prácticas.

Patos cazados legalmente

El problema surge cuando hay que posicionarse sobre el tema de la caza legal. Entonces las respuestas suelen ser más tibias, más moderadas, más conciliadoras. Se habla de tradición, de caza y conservación, se dice que la caza puede ayudar a la protección de las aves porque gracias a ella se pueden mantener reservas y zonas húmedas con solo pagar un peaje, unos centenares de pajaritos muertos. 

A mi, personalmente, ese me parece un argumento torticero y falaz, porque para dar esas excusas ya se valen solas las asociaciones de cazadores, que suelen barnizar con una pátina conservacionista una actividad que sólo se puede explicar por el placer que proporciona matar un animal. O se lo podemos dejar a los políticos, que hablan de los beneficios económicos para las arcas públicas, despreciando a todos aquellos que disfrutamos de la naturaleza cambiando la escopeta por unos prismáticos. Un ecosistema y las especies que en él se encuetran deben protegerse por su valor intrínseco y eso es lo que tiene que defender una asociación conservacionista.

Actualmente la caza menor no tiene ningún sentido, salvo el de dar placer al colectivo de cazadores. Muchas de las especies de caza menor están en una situación crítica, otras muchas, como los zorzales, cazados masivamente en España, desempeñan un papel esencial en los ecosistemas como dispersores de semillas, o las anátidas, que se alimentan de algas macrófitas y ayudan a mantener el equilibrio ecológico en los humedales. 

A mi modo de ver, una asociación ornitológica debería posicionarse de forma clara y contundente en contra de la caza de aves, sin medias tintas ni excusas, porque para las excusas y para defender la actividad cinegética ya están las asociaciones de cazadores. Ya han conseguido que se aprueben leyes como la de Castilla la Mancha que antepone el derecho de los cazadores al de los demás usuarios del monte, como excursionistas, ciclistas u observadores de aves, planteando escandalosas multas por "interferir en el ejercicio de la caza". Y deben unirse para apoyar las iniciativas de otras asociaciones, como la petición de prohibición de la caza en humedales, como la que promueve la Asociación de Naturalistas Palentinos en el entorno de las lagunas de La Nava y Boada.

SEO/Birdlife es actualmente la asociación ornitológica más importante a nivel nacional, y es necesario que lo siga siendo y para eso necesita escuchar a la mayoría de sus socios (entre los que me incluyo, por ahora) que mayoritariamente están en contra de la caza. Y debe hacerlo ya.

NOTA: el señor Javier Hidalgo de Argüeso ha presentado su dimisión como vicepresidente de SEO/Birdlife hace dos días y ha sido aceptada por la Junta Directiva de esta asociación. Es un primer paso y personalmente espero que no sea el último.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El farragoso mundo de las subespecies: las salamandras cantábricas

Lsa especies son normalmente reconocidas como la unidad fundamental de la taxonomía y se han definido clásicamente como un grupo de individuos que se reproducen o pueden reproducirse entre sí y que dan lugar a descendencia fértil. Siendo un poco más precisos, una especie se podría definir como un conjunto de organismos que tienen un importante número de caracteres en común, que forman poblaciones que se pueden reproducir entre ellas y que están aisladas reproductivamente del resto, o sea, que en condiciones naturales no se reproducen con otros individuos de otras especies diferentes.


Si el concepto de especie parece bastante claro, el concepto se subespecie no lo es tanto, y de hecho en muchas ocasiones la división de una especie en distintas subespecies tiene un importante componente arbitrario, por lo que algunos críticos han afirmado que no debería emplearse con fines taxonómicos. Tradicionalmente se han definido las subespecies como grupos de individuos que tienen unos rasgos morfológicos o unas variaciones de color diferentes a los demás grupos de la misma especie. Una definición que se ha usado frecuentemente es la de Mayr (1963) que la define como "una agregación de individuos de unas determinadas poblaciones locales que difieren taxonómicamente de otras subdivisiones de la especies". 

Es evidente que esta definición no es demasiado precisa por lo que algunos investigadores han propuesto la regla del 75%, según la cual sólo se puede reconocer una subespecie como tal si al menos el 75% de la variación para un determinado carácter de los individuos de una población difiere del 99% de la variación de los individuos de otra población adyacente (Patten & Unitt, 2002). Una de las presunciones que asume la definición de subespecie es que el flujo génico entre las distintas subespecies no es lo suficientemente grande para homogenizarlas.

A pesar de todas estás críticas, algunos estudios recientes en los que se han usado varios caracteres (morfológicos, genéticos y comportamentales) han confirmado que muchas subespecies son entidades evolutivamente diferenciables. Por lo tanto, aunque la definición de subespecie pueden haber sido aplicada de una forma no demasiado estricta por muchos taxónomos, esto no invalida el concepto de subespecie como una entidad biológicamente significativa. Por lo tanto sería necesario un mayor esfuerzo para clarificar el concepto de subespecie que descartara el componente arbitrario que actualmente tiene y que pudiera servir, por ejemplo, para identificar aquellas "entidades" que necesitan una protección especial debido a su singularidad. 

El caso de las Salamandras cantábricas

La Salamandra común (Salamandra salamandra) es una especie de anfibio urodelo de distribución exclusivamente europea. En la Península ibérica se localiza en el norte, este y centro y se han descrito 10 subespecies, que se diferencian entre sí por rasgos morfológicos como la forma de la cabeza, el tamaño o por el diseño de su coloración. 

Salamandra salamandra bernardezi, Novellana (Asturias)

En la cordillera cantábrica, Euskadi y Pirineos se encuentran poblaciones con individuos de pequeño tamaño y un diseño de rayas negras sobre un fondo amarillo (aunque el diseño es muy variable), al contrario que el resto de poblaciones ibéricas en las que el diseño suele ser negro con manchas amarillas. En esta zona, las dos subespecies que se habían descrito eran la S.s. bernardezi, que aparece en el nordeste de Galicia, Asturias y oeste de Cantabria y la S.s. fastuosa, que es de mayor tamaño que bernardezi y se encuentra en Euskadi, Navarra y Pirineos occidentales. 


Hace unos años se describió una nueva subespecie de Salamandra común en Asturias, que recibió el nombre de S.s. alfredschmidti (Köhler & Steinfartz, 2006) que se localizaba en unos pocos valles de la zona centro-oriental de Asturias. Los ejemplares descritos tenían un tamaño más pequeño que las bernardezi y una coloración variable, desde amarillo hasta pardo, y aunque en algunos casos aparecía una línea negra o más oscura en el dorso, no aparecían líneas oscuras en los costados.


En los últimos años, hemos localizado varias poblaciones que tenían estas características, y en muchos de ellos vimos también ejemplares con el aspecto típico de bernardezi, en ocasiones juntos en un mismo refugio, pero a pesar de que seguramente se produjeran cruzamientos entre ellas, este patrón de coloración tan distintivo no se ha perdido y la mayoría de los ejemplares que encontramos en varias localidades tenían ese aspecto.

No hay duda de que estas salamandras tienen un aspecto muy diferente al que estamos acostumbrados en las bernardezi, pero lo que no está tan claro es que se trate de una subespecie diferente. Algunos investigadores aseguran que se trata solo de una variación de color y que las diferencias genéticas entre ambos grupos no son los suficientemente grandes para ser consideradas como subespecies distintas.


Se trate o no de una nueva subespecie de salamandra, a partir de la publicación del artículo de Köhler y Steinfartz, se ha confirmado la existencia de un mercado ilegal de estos animales con destino a los terrarios. En Alemania y en otros países como Japón, hay una gran afición a la cría en cautividad de salamandras y en particular de esta especie y hay numerosos enlaces a páginas webs en las que se compran y venden estos animales y se dan consejos de cómo mantenerlos y reproducirlos en cautividad.

Además de los problemas, ya descritos en numerosas ocasiones, relacionados con los escapes y sueltas de animales exóticos, la recolección de ejemplares de esta población, así como de otras poblaciones que tienen un área de distribución muy pequeña, podría extinguirlas en un plazo muy corto de tiempo. La conservación de poblaciones locales (sean subespecies o no) sobre todo en en aquellas especies que presentan un elevado grado de estructuración espacial, es de una importancia capital, ya que su desaparición significaría una pérdida irreparable de biodiversidad.

NOTA: haced click en las fotos para verlas mejor

Bibliografía

Köhler, G & Steinfartz, S (2006) A new subspecies of the fire salamander, Salamandra salamandra (LINNAEUS, 1758) from the Tendi valley, Asturias, Spain. Salmandra 42: 13-20.

Mayr, E. 1963. Animal species and evolution. Belknap Press, Cambridge, Massachusetts.

Patten, M. A., and P. Unitt. 2002. Diagnosability versus mean differences of sage sparrow subspecies. Auk 119:26–35.

viernes, 13 de noviembre de 2015

La catástrofe del Prestige: un día como hoy de hace 13 años

Un día como hoy, hace 13 años, el petrolero con el desafortunado nombre de Prestige sufrió un accidente frente a las costas de Fisterra, en Galicia. A partir de ese día y tras una sucesión de decisiones inverosímiles y absurdas, el barco fue remolcado sin rumbo fijo hasta que se acabó partiendo en dos y hundiéndose, provocando la peor marea negra de la historia de este país.


Trece años después, el señor de la izquierda, que por aquel entonces era vicepresidente y portavoz del gobierno, ahora es presidente y sigue saltando los charcos como entonces, y los señores de la derecha, según varios estudios científicos sufren «un incremento del riesgo de síntomas respiratorios, hiperactividad bronquial, estrés oxidativo, inflamación pulmonar, remodelado bronquial y vascular y daño cromosómico, asociados a la participación en la limpieza del fuel, uno o dos años después de la misma.

A pesar de haber pasado tantos años, los efectos del Prestige aún no han desaparecido y lo que es peor, si volviéramos a encontrarnos en la misma situación, seguramente volveríamos a sufrir otra marea negra, ya que no se ha establecido ningún protocolo de actuación ante la eventualidad de una catástrofe similar, a pesar de las promesas y discursos.

Trece años después ya casi nadie se acuerda del Prestige, pero yo no me olvido y se que mucha gente tampoco. Hace un par de años, todo seguía igual que ahora, nada había cambiado, salvo que hacía poco se había publicado la sentencia del juicio que absolvía a todas las partes salvo al capitán del barco: no había responsabilidades políticas, no había negligencias....no había vergüenza. Un día como hoy de hace un par de años escribí un artículo en este blog y lo acabo de releer ahora mismo porque sigue estando igual de vigente que ahora mismo. 


Si queréis leer el artículo que escribí hace un par de años aquí tenéis el enlace, y os sorprenderán algunos datos, os lo aseguro:



Y espero que no nos olvidemos nunca de ese fatídico 13 de noviembre de 2002 y de todo lo que ocurrió después, porque como podéis ver en la imagen de arriba, que recoge la situación del tráfico marítimo ahora mismo (13/11/2015; 10:43h), las flechitas de color amarillo y naranja son barcos mercantes, muchos de ellos petroleros como el Prestige, que en cualquier momento podrían encontrarse en la misma situación que él.

martes, 10 de noviembre de 2015

El maná de los Parques Nacionales

Hace unos días aparecía una noticia en la prensa que dejaba muy claro el papel que tienen actualmente los Parques Nacionales en España. El título de la noticia no podía ser más esclarecedor: "En busca del maná de Picos" y resume mejor que nada lo que se cocina en la trastienda de estos espacios naturales, que no olvidemos que son la máxima figura de protección de la naturaleza en nuestro país.


Al igual que los vecinos de Villar del Río esperaban los tractores que lanzaban los americanos desde los aviones, actualmente, los vecinos y alcaldes de los municipios que se integran dentro de los parques nacionales esperan como agua de mayo la lluvia de euros que les supone estar dentro de un parque nacional. Pero esos euros no van destinados la protección del medio ambiente en el que se integran. Ese dinero se usa para reparar infraestructuras y hacer otras nuevas, para el alumbrado,  para arreglar cuadras y casas, o para limpiar ríos, cuando todos sabemos el concepto que se tiene normalmente de lo que es la limpieza de un río, que consiste básicamente en quitar lo único que no estorba, lo único que diferencia a un río de un canal de riego.

Los parques nacionales ya ni siquiera cumplen el objetivo por el cual han sido creados, que merece la pena recordar de vez en cuando:

"La finalidad de los parques nacionales es asegurar su conservación, y posibilitar su uso público y la mejora del conocimiento científico de sus valores naturales y culturales, así como fomentar una conciencia social conservacionista, el intercambio de conocimientos y experiencias en materia de desarrollo sostenible, la formación y cualificación de los  profesionales que trabajan en ella y su incorporación y participación en redes y programas internacionales"

Desde hace años, y sobre todo después de la transferencia de la gestión de los mismos a las comunidades autónomas (ley 5/2007 de la Red de Parques Nacionales), las prioridades quedaron claras. Pertenecer a un parque nacional significaba poder disfrutar de unas subvenciones a las que los habitantes de los municipios vecinos no podían optar, y que en algunos municipios de los Picos de Europa significaban, en propias palabras de alguno de sus alcaldes, un 40% más de subvenciones que si estaban fuera. La palabra maná se repetía continuamente, tanto entre los periodistas como entre los propios vecinos.Y como el pan que Yahveh les mandaba a los israelitas, el dinero caía del cielo para poder emplearlo en todo menos en la "conservación y la mejora del conocimiento científico de los valores naturales". Aunque en este caso, el cielo era el bolsillo de todos los contribuyentes, estuvieran o no estuvieran dentro de los parques.

Montería en Monfragüe en 2013. Foto: ECOLOGISTAS EXTREMADURA

A día de hoy, los parques nacionales se han convertido en parques ganaderos como el de Picos de Europa, en fincas para hacer monterías como en Mongragüe o en zonas de pesca comercial como en el Parque de las Islas Atlánticas de Galicia, donde tras las transferencias de gestión el alcalde de Vigo anunció que no habría restricciones para la pesca.

Y mientras sigue cayendo ese maná del cielo, que teóricamente serviría para compensar las restricciones e inconvenientes que podría acarrear vivir dentro de un espacio protegido, se aumentan las matanzas de lobos para satisfacer a los ganaderos, se reabren minas con balsas tóxicas en su entorno y se extinguen los cormoranes de Cíes en los trasmallos que cercan las islas.

Va siendo hora de plantearse en serio la figura de los Parques Nacionales, quizás habría que pensar en derogarlos en vista de que no cumplen con su función de conservación de la naturaleza. No faltarían entonces los políticos, constructores, arregladores de caminos, limpiadores de ríos y matadores de alimañas, que nos hablarían de reactivación económica y del empleo que generan los parques nacionales. Al fin y al cabo el medio ambiente solo es una excusa, una disculpa y en muchos casos una molestia.

Tampoco vendría mal, en estos tiempos en que los políticos se llenan la boca hablando del respeto a la Constitución, que se leyeran el artículo 45 de la misma, porque si es que se lo han leido, lo que es seguro es que no les conviene aplicarlo.

Título I. De los derechos y deberes fundamentales

Capítulo tercero. De los principios rectores de la política social y económica

Artículo 45

(1) Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.

(2) Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.

(3) Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.