Con el calor del verano las charcas temporales van desapareciendo y es suficiente con una semana de sol y ausencia de lluvias para que las zonas humedas se conviertan en una superficie de barro cuarteado.
A medida que se retira el agua en los pequeños charcos que quedan se van concentrando no sólo los renacuajos sino también los insectos depredadores. Estos últimos aprovechan la alta densidad de presas y las dificultades que tienen para huir y consiguen atrapar algunos animales que en condiciones normales les sería casi imposible.
Las larvas de Ditisco (Dytiscus marginales) son grandes depredadores y están provistos de unas fuertes mandíbulas con las que capturan renacuajos, crustaceos y otros insectos. Una vez atrapados les inyectan una solución enzimática que disuelve sus tejidos para luego succionarlos. Esta vez ha tenido suerte y ha conseguido cazar una Notonecta glauca, un insecto acuático, también depredador que en condiciones normales le sería muy difícil de capturar.

Pero la sequía no hace concesiones y afecta tanto a depredadores como a presas. Una hora después de su captura, el charco se había secado y tanto el ditisco como la Notonecta yacían muertos sobre el barro seco. Al igual que ocurrió con los renacuajos, pronto serían devorados por los necrófagos.
La muerte no perdona a nadie. Muy interesantes tus últimas entradas.
ResponderEliminarMe alucina el mundo que se mueve alrededor de un charco y la vida que depende de él.
Saludos David.
Gracias por tus comentarios Mamen, un saludo
ResponderEliminar