lunes, 7 de mayo de 2018

Han vuelto los vencejos

Aunque a muchos les sorprenderá esta entrada del blog, porque seguramente ya los habrá visto hace días o incluso semanas, hoy es el primer día del año que veo los carruseles de vencejos residentes en Oviedo, mi ciudad. Ya había visto algunos grupos fuera de Asturias, donde llegan antes que aquí porque siguen otras rutas migratorias. También me encontré algunos grupos en migración, cuando pasan rápido sin detenerse y sin hacer ruido. 


Cuando llegan los vencejos, los que crían en nuestros pueblos y ciudades, no pasan desapercibidos. Forman grupos ruidosos que gritan sin cesar y vuelan entre los edificios, avisando a todo el mundo de que ya han llegado.

Nunca pude entender cómo a la mayoría de la gente les pueden pasar desapercibidos. ¿Cómo no se quedan embobados mirándolos? ¿Cómo no se asombran al ver a uno de los animales más fascinantes que existen, un prodigio de la evolución capaz de volar sin descansar durante un año, sin posarse, sin detenerse nunca? Un animal que come, duerme y se aparea sin necesidad de tocar el suelo. 

Os dejo este precioso poema de Unamuno, escrito en 1908, que describe mejor que cualquier libro científico a estas maravillosas aves. 

HAN VUELTO LOS VENCEJOS

Han vuelto los vencejos;
las cosas naturales vuelven siempre;
las hojas a los árboles,
a las cumbres las nieves.

Han vuelto los vencejos;
lo que no es arte vuelve;
vuelta constante es la naturaleza
por cima de las leyes

Han vuelto los vencejos;
¿ves como todo vuelve?
todo lo que ha brotado al sol desnudo,
de la inexhausta fuente;
todo lo que no fue de algún propósito
producto endeble.

Han vuelto los vencejos;
¡augusto ritmo, única ley perenne!
¡el año es una estrofa
del canto permanente!

Todo vuelve, no dudes, todo vuelve;
vuelve la vida;
¡vuelve la muerte!
¡cuanto tiene raíces en la vida
al fin y al cabo vuelve!

¡Han vuelto los vencejos,
y al pecho aquellas mismas ansias vuelven…!
Ahora comprenderás lo que en la vida
quiere decirnos: «¡Siempre!»

Siempre, quiere decir la vuelta, el ritmo,
la canción de la mar en la rompiente;
si la ola se retira
ha de volver, pues es de lo que vuelve.

Vuelve todo lo que es naturaleza,
y tan sólo se pierde
lo que es remedo vano de los hombres,
sus artificios, invenciones, leyes…

Han vuelto los vencejos,
como ellos vuelven…¡siempre!:
con su alegre chillar el aire agitan
y el cielo, con su raudo ir y volverse,
al caer de la tarde
cobrar vida parece.

No se posan ni paran, incansables;
sus pies ¿a qué los quieren?
les basta con las alas,
criaturas celestes.

Con ritmo de saeta, ritmo yámbico,
los versos vivos de su vuelo tejen,
chillando la alegría
de sentirse vivientes…

Han vuelto los vencejos;
los del año pasado, los de siempre,
los mismos de hace siglos,
los del año que viene,
los que vieron volar nuestros abuelos
encima de sus frentes natura fuerte,
verán también volar, negros y leves.

Han vuelto los vencejos;
criaturas del aire que no mueren
—¿quién muertos los ha visto?—
heraldos de la vida, amantes fieles
del largo día de la mies dorada;
¡han vuelto los de siempre…!

¡Vencejos inmortales,
alados hijos de natura fuerte
heraldos de cosechas y vendimias,
mensajeros celestes,
bienvenidos seáis a nuestro cielo,
vosotros… los de siempre!

Estad atentos, fijaros y disfrutad de ellos, porque a finales de agosto, sin avisar, se marcharán de nuevo y nos volveremos a quedar huérfanos de sus vuelos y sus gritos hasta la siguiente primavera

8 comentarios:

  1. No sé por qué será, con tanto pájaro que viene y que va, pero la primavera para mí no llega hasta no haber oído a los vencejos y a los abejarucos! A los primeros los oí caminando por un estrecho sendero de la Dehesa de Abajo la mañana del 7/III. Sin querer causé un pequeño atasco de circulación peatonal a los que venían detrás de mí al quedarme clavado en el sitio buscándolos con la vista. Los maravillosamente coloridos abejarucos me saludaron por el Brazo del Este el 5/IV. Ya me quedé tranquilo-me había legado la primavera.

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    1. Hola,
      aquí los abejarucos no llegan, salvo alguno despistado, tengo que cruzar la cordillera para verlos. Los vencejos sí y como dices yo hasta que no los veo es como si no hubiera llegado la primavera en serio.
      un saludo

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  2. Un verdadero descubrimiento su blog y muy bonita entrada, habrá que estar atentos de los vencejos y disfrutar de su presencia en el campo, aunque sea por poco tiempo.
    Saludos de otro bloguero y nuevo seguidor.

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    1. Hola Juan José,

      gracias por la visita y por tus comentarios. Me alegra que te haya gustado el blog.
      un saludo y suerte con el tuyo

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  3. Preciosos versos y un buen artículo, enhorabuena David.

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  4. Grande Unamuno!!! Vi Vencejo moro en Chipiona y en Sanlúcar, me acordé mucho de tí y el Jesusete!!!

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    1. Muy grande. Si, los de Chipiona los vi con Jesús el año pasado, jeje.
      un abrazo

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