El 8 de julio de este año, hace casi dos meses y medio, se liberaron los dos primeros quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en los Picos de Europa como parte de un proyecto de reintroducción dirigido por la FCQ. Desde entonces, y a pesar de que los dos ejemplares han sido provistos de marcas de colores de identificación a distancia y equipados con emisores GPRS que permiten conocer su posición exacta a cualquier hora del día, no hemos vuelto a saber nada de ellos. De la euforia de los políticos y los responsables del proyecto durante los meses previos a la suelta, se ha pasado a un mutismo absoluto, ni siquiera en la página web del proyecto aparece noticia alguna.
Este silencio es sospechoso, sobre todo tratándose de un proyecto apoyado desde el principio por la administración asturiana, y que incluso el presidente del Principado había tildado de "sueño hecho realidad". Todos conocemos cómo les gusta a los políticos sacar rédito electoral de cualquier cosa que hagan, y por eso me extraña que no haya aparecido ninguno de estos señores cargado de papelotes, fotos y gráficos a ilustrarnos sobre las andanzas de Leoncia y Deva, que así es como llamaron a las dos hembras liberadas. Es probable que ese sueño se haya convertido en pesadilla, y que los dos quebrantahuesos hayan muerto envenenados, como ya ha sucedido con una gran cantidad de aves y mamíferos en nuestra región.
El veneno ha vuelto a aparecer con fuerza en Asturies, y en los Picos de Europa, el lugar donde se pretende que se establezca una población viable de esta especie, ha causado y sigue causando la muerte de numerosos buitres y otras aves carroñeras. Precisamente el veneno había sido el causante de la extinción del quebrantahuesos en los Picos a mediados del siglo XX, y la actual presencia del mismo en esas montañas había sido uno de los argumentos en contra de la reintroducción. Parece evidente que antes de soltar nuevas aves se deberían eliminar los problemas que habían llevado a la especie a su desaparición.
En el caso de que realmente las dos aves soltadas hubieran muerto, sería necesario dar a conocer esos datos. Todos sabemos que la supervivencia durante el primer año de vida de todas las rapaces es muy baja, y en el caso de aves liberadas procedentes de cría en cautividad, es mucho menor. Ese es un riesgo conocido y que todos los proyectos de este tipo ya tienen en cuenta. Es imprescindible liberar varias decenas de animales durante muchos años antes de que se produzcan las primeras reproducciones en libertad. Lo que no se puede permitir es el oscurantismo y la falta de información, si las aves se han muerto es necesario que se sepa y que se sepan todos los detalles, y si aun siguen vivas no estaría mal que se dijera también.
Si las aves hubieran muerto y los responsables del proyecto lo supieran y hubieran ocultado esa información, sería la puntilla para un proyecto que fue muy criticado desde el principio, no solo por numerosas asociaciones conservacionistas, sino tambien por un comité de expertos pertenecientes al CSIC y a varias universidades españolas. Curiosamente, la Sociedad Española de Ornitologia, que había encargado ese último informe y que recomendaba la corrección del proyecto antes de ponerlo en marcha, justo antes de la suelta dio marcha atrás y ahora lo apoya e incluso el propio director de esta asociacion se muestra muy alegre con la suelta.
Mientras todo esto ocurre, hace un par de meses, coincidiendo con la suelta de Leoncia y Deva, moría en Lleida el quinto quebrantahuesos en lo que va de año, lo habían bautizado como Rover y su muerte no se hizo pública. Quizás en este caso tampoco convenía que se supiera que en la población de la que se están extrayendo los pollos con que se están repoblando los Picos, las cosas tampoco son de color de rosa, y que por culpa del veneno, los tendidos eléctricos y otras muchas causas, casi siempre ligadas al hombre, la población pirenaica sigue en peligro.
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martes, 28 de septiembre de 2010
viernes, 25 de junio de 2010
¿Qué pasará cuando no estén?
El lunes pasado, mientras estaba de trabajo de campo por la zona de Ubiña, al llegar a Candioches vi un buen grupo de buitres leonados (Gyps fulvus) que volaba en círculo sobre la vega. Primero pensé que estaban aprovechando una corriente térmica para ascender pero al fijarme en las rocas de los alrededores observé que varios buitres más se encontraban posados por las laderas, algunos a menos de 100 metros de donde yo estaba. Todo apuntaba a que había alguna carroña cerca y que se estaban reuniendo para comenzar el banquete.
Al pasar una pequeña loma, en el fondo de una dolina encontré lo que los buitres estaban buscando, los cadáveres de dos xatinas que probablemente habrían muerto ahogadas tras las lluvias de la semana pasada que inundaron gran parte de la vega. Junto a ellas había varias plumas que delataban a algún valiente que ya había bajado a inspeccionar el terreno.
Mientras miraba con los prismáticos a los buitres que estaban posados, uno que no había visto salió volando a menos de cinco metros de mi, se encontraba detrás de una roca y probablemente fuera el valiente de la pluma o quizas el más hambriento de todos. Es en esos momentos cuando te das cuenta de lo grandes que son, con sus 2 metros y medio de envergadura parece imposible que sean capaces de levantarse en el arie.
Además de los buitres, un alimoche (Neophron percnopterus) y un milano negro (Milvus migrans) volaban sobre los dos cadáveres esperando a bajar a por su ración. Los buitres son muy desconfiados y no se suelen acercar a los cadáveres hasta que se encuentran completamente seguros de que no hay peligro. En este caso el peligro era yo y en vista de que no tenía donde esconderme y de que ellos no iban a acercarse hasta que yo me fuera me marché de allí para dejarlos tranquilos.
Curiosamente, al llegar a la casa de Mieres, que se encuentra muy próxima a Candioches, volví a ver otro grupo de buitres volando sobre la campera. Pensé que se trataba de algunos rezagados que se dirigían hacia la vega de arriba, pero cuando me fijé con mas detenimiento pude ver que había unos cuantos posados o caminando pesadamente a escasa distancia de la pista. Al acercarme con el coche encontré los restos de una vaca muerta, pero esta vez sólo quedaban los huesos y la piel, mientras tanto, a una distancia prudencial, unos 30 buitres y 3 milanos negros, con las cabezas aun manchadas de sangre descansaban tranquilamente tras haber llenado sus estómagos con varios kilos de carne.
Seguramente estas escenas se repetirán estos días en gran parte de los montes cantábricos, donde muchos animales domésticos y salvajes habrán muerto debido a las inclemencias meteorológicas. ¿Qué pasaría si no estuvieran allí los buitres para deshacerse de los cadáveres? Pues lo más seguro es que acabarían pudriéndose en el campo, dando lugar a infecciones y propagando enfermedades a través del aire y los acuíferos.
Esta labor impagable que realizan los buitres y otras aves carroñeras es recompensada en muchas ocasiones con veneno y con plomo, en una muestra más de la ignorancia y la estupidez humana. Por mucho que nos pese y por mucho que haya cambiado la sociedad aun quedan suficientes escopeteros y envenenadores para terminar con nuestros buitres, ¿qué haremos entonces?.
viernes, 3 de abril de 2009
El pollo del buitre

En el nido situado en un cortado calizo del valle del Trubia, cerca de Proaza, hace unos días que ha nacido el pequeño pollo de Buitre leonado (Gyps fulvus). A principios de año se produjo la puesta de un sólo huevo que fue incubado durante 55 días por sus padres, en medio de fuertes temporales de frío y nieve. Aun tendrán que pasar varios meses hasta que tenga el suficiente tamaño para valerse por si mismo. Durante este tiempo será alimentado con carroña semidigerida que sus padres regurgitaran en el nido.

La población de Buitres leonados parece estar recuperándose después de unos años de descenso. La prohibición de dejar el ganado muerto en el monte como consecuencia de la enfermedad de las vacas locas, y sobre todo el repunte del veneno en nuestros montes, que ha acabado con la vida de gran cantidad de animales salvajes, han sido muy perjudiciales.
Durante los primeros meses de vida los pollos son especialmente sensibles, y pequeñas cantidades de veneno que los adultos serían capaces de resistir, pueden acabar con su vida, como ocurrió hace unos pocos años, en la zona del Trubia donde murieron la mayoría de los pollos en los nidos.

Esperemos que la Administración Regional deje de mirar hacia otro lado con este tema y tome las medidas oportunas para sancionar como se merecen estos delincuentes, que siembran el monte de veneno sin importarles quién se lo comerá.
Desgraciadamente es muy sencillo comprar raticidas y venenos en cualquier tienda sin ningún tipo de permiso. La solución debe pasar por controlar la venta de esos productos y por la aplicación de sanciones ejemplares para aquellos que se siguen pensando que el monte es su cortijo, sin importarles en absoluto la vida de los animales y plantas que habitan en el. También debería cesar el oscurantismo de la Administración hacia el tema del veneno, que sistemáticamente se dedica a ocultar estos casos que si no fuera por los investigadores y los grupos conservacionistas que han dado la voz de alarma, seguirían pasando desapercibidos.
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