lunes, 31 de agosto de 2015

Navegando entre zifios y delfines

Después de un par de semanas de desconexión, cuando el orbayu y la niebla nos recuerdan que el otoño ya está llamando a la puerta, no puedo olvidarme de las muchas cosas que pasaron en estas últimas semanas. Entre todas esas experiencias recuerdo una de ellas, la vivida hace tan solo 10 días, cuando invitado por mi amigo Gorka Ocio salimos a la mar desde el puerto de Santurtzi para ver ballenas

Aunque las estrellas del viaje eran los rorcuales comunes, que en esas aguas y en estas fechas acuden a alimentarse, yo quería ver zifios, esos fantasmas del abismo que pueden permanecer más de una hora sumergidos persiguiendo calamares en la oscuridad y que en Asturies, aunque se ven de vez en cuando, son mucho más raros que aquí. Estas zona del Golfo de Bizkaia es uno de los mejores sitiospara verlos, ya que a pocas millas de costa la profundidad de la mar supera los 2000 metros y es ahí donde los zifios se alimentan.


Cuando apenas habíamos salido del puerto, nos encontramos con un enorme grupo de delfines mulares (Tursiops truncatus) que se alimentaban de sargos que acosados por todos los frentes nadaban hacia el barco para intentar zafarse sin éxito de sus perseguidores. Junto a los adultos, varias crías nadaban junto a ellos, pero la manada los mantenía alejados, para lo que acudían a la proa a "jugar" con nosotros. Este comportamiento, que había sido interpretado como un juego en el que los delfines disfrutaban nadando junto a las embarcaciones puede que no sea tan lúdico como parecía, y según algunos estudios podría ser una maniobra de distracción para alejarnos de las crías. De hecho, una vez que los delfines que nadaban junto al barco se habían alejado lo suficiente del grupo principal, de repente desaparecían como por arte de magia.


Después de disfrutar de los delfines seguimos viaje mar adentro, queríamos encontrar a los gigantes de la mar y aún teníamos varias horas de navegación hasta llegar a donde estaban. Durante el trayecto nos sorprendió la escasa presencia de aves marinas, sobre todo de algunas especies como el alcatraz (Morus bassanus), ya que ni un solo ejemplar se dejó ver durante toda la jornada, a pesar de que eran las mejores fechas para la migración de esta especie.

Pardela capirotada

Solo algunos grupos de pardelas aparecían dispersos, descansando sobre la superficie del agua y alzando el vuelo cuando nos acercábamos para posarse de nuevo unos metros más lejos. Las más numerosas resultaron ser las pardelas capirotadas (Puffinus gravis), que durante estos meses se encuentran en migración hacia el hemisferio sur, hacia el archipiélago de Tristán da Cunha, donde se reproduce la práctica totalidad de los individuos de estas especie.

Pardela sombría

Junto a las pardelas capirotadas vimos algunas pardelas sombrías (Puffinus griseus), que al igual que las capirotadas también se encontraban repostando para seguir viaje hacia las islas del sur. Alguna pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y varios paíños (Hydrobates pelagicus) también aparecieron junto al barco, aunque en menor número de lo que sería normal para estas fechas.

Ya llevábamos varias horas navegando y habíamos llegado a la zona preferida por los rorcuales y los zifios, pero a pesar de que mirábamos continuamente con los prismáticos en todas direcciones, no había ni rastro de lomos ni soplos. En la mar nunca hay que perder la esperanza, pero este día parecía que a pesar de que las condiciones eran inmejorables, los gigantes estaban escondiéndose de nosotros.


Pero mientras mirábamos a lo lejos en busca de soplos, a unos pocos metros del barco apareció un enorme lomo, un lomo inconfundible por las innumerables marcas que tenía sobre la piel. Se trataba de un gran macho de Zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris) que nadaba al lado de una hembra, reconocible por su piel lisa y sin apenas marcas.


Los machos de zifio persiguen a las hembras para aparearse con ellas. En ocasiones se pueden ver varios machos persiguiendo a una misma hembra y en estos casos, los machos luchan entre sí hasta que el más fuerte se queda solo. Durante estas luchas, los rivales se agreden usando para ello sus dos prominentes dientes, fácilmente reconocibles en los individuos más grandes.


Las mordeduras de los machos dejan cicatrices permanentes sobre su piel, por lo que los ejemplares más viejos llegan a tener un aspecto casi totalmente blanco debido a la superposición de las mismas. El diseño de estas marcas, distinto para cada animal, hace que sea posible identificarlos individualmente y de esta forma seguirlos año tras año.


Después de varios minutos de observación, los zifios arquearon el lomo y se sumergieron para pasar más de una hora bajo el agua. Por fin los había visto a placer, como no los había visto nunca y creo que la sonrisa no se me quitó de la cara en todo el día.

Delfín común

Delfín listado

A pesar de que los rorcuales no aparecieron, la presencia de delfines fue continua durante todo el viaje, en ocasiones en grupos de más de 100 individuos. Además de los mulares, que volvimos a ver mar adentro, varios grupos de delfines comunes (Delphinus delphis) y comunes listados (Stenella coeruleoalba) rodearon el barco, aunque parecían estar más preocupados por alimentarse que por acercarse a nosotros. Esta última especie es de hábitos más pelágicos que el delfín común, pero no es raro que forme grupos mixtos con ellos.

Ya era hora de regresar, estábamos a 35 millas de la costa y aún quedaban unas cuantas horas para llegar a puerto, así que haciendo un pequeño rodeo para apurar las ultimas opciones de ver a los rorcuales dimos la vuelta rumbo a casa. Al final los rorcuales no quisieron aparecer, a pesar de que se estuvieron viendo casi continuamente durante las últimas salidas, pero aún así el día había merecido la pena con creces.


Una vez de vuelta en Santurtzi, quedaba despedirse y comentar la experiencia, que sin duda repetiremos la mayoría de nosotros. Antes de nada quisiera agradecer a Gorka la invitación para disfrutar de este viaje (gracias txabalote) y recomendaros que visitéis la página de Verballenas.com donde podréis encontrar toda la información sobre las salidas y como apuntarse a ellas, y también la página de Facebook, donde podréis estar al día de todas las novedades de cada salida y quedaros boquiabiertos con las fotografías de Gorka.

NOTA: haced click sobre las fotos para verlas a mayor tamaño.

jueves, 20 de agosto de 2015

La tragedia de los comunes y la pesca profesional

La "Tragedia de los Comunes" es una parábola que publicó en 1833 el matemático inglés William Foster Lloyd, que posteriormente popularizó el biólogo Garrett Hardin en un artículo que apareció en la revista Science en 1968. La historia original de Foster Lloid tenía lugar en una zona de pastos que usaba un grupo de pastores. Un día, uno de los pastores pensó que podía añadir una oveja más a su rebaño, ya que el impacto de una sola oveja apenas afectaría a la capacidad de regeneración de los pastos comunes. Cada uno de los demás pastores pensó individualmente lo mismo, que podían añadir una oveja más, sin que los pastos se deteriorasen. Pero la suma del deterioro causado por cada animal arruinó los pastos y tanto los animales como los pastores murieron de hambre. 

Esta historia, desgraciadamente, se produce más frecuentemente de lo que pensamos, y un caso clásico es el de la pesca profesional, en la que las ovejas podrían cambiarse por más barcos o para ser más precisos, por un mayor esfuerzo pesquero individual.


Como todos los atardeceres de verano cuando la mar lo permite, los barcos de Cuideiru salen de puerto al atardecer para pescar calamares. Cuando el sol se oculta tras el horizonte y la cae la noche sobre el Cantábrico, los barcos encienden sus potentes focos y empiezan su jornada de pesca.


Pero tras estas bellas imágenes se esconde un lado oscuro, un lado que ya poco tiene que ver con la pesca tradicional aunque siga recibiendo este nombre. La pesca con focos de luz atrae a muchos peces pequeños y tras ellos llegan los calamares que caen fácilmente en los aparejos. El uso de estos focos como método de pesca es tan efectivo que en muchos países e incluso en varias comunidades autónomas españolas está prohibido porque su uso continuado podría mermar gravemente las poblaciones de las especies objetivo.

Hace años no eran necesarios estos focos para pescar, había calamares para todos. Pero la demanda aumentó entre los consumidores y nuevos barcos llegaron a las zonas de pesca para satisfacer esa demanda. Pero con los métodos tradicionales ya no se conseguía capturar el número de animales de que exigía el mercado.

Surgieron nuevos métodos de pesca y con las nuevas tecnologías aplicadas a la industria pesquera como sondas, GPS, focos o nuevas fibras sintéticas, el número de capturas aumentó a costa de la reducción de los stocks de calamares. Cada nueva innovación tomada individualmente podría parecer que no afectaba demasiado a la población. Los pescadores seguían saliendo a pescar y pescaban su cupo de calamares. Pero cada vez costaba mas y para conseguir el cupo que satisfacía la creciente demanda de calamares fue necesario incrementar el esfuerzo, se necesitaron más medios, más potencia, mas recursos.

¿Qué pasará cuando el creciente esfuerzo pesquero no sea suficiente para satisfacer la demanda del mercado? ¿Será demasiado tarde para que "se recuperen los pastos"? 

Referencias
Harding, G (1968) The Tragedy of the Commons. Science 162:1243-1248 

jueves, 13 de agosto de 2015

Polladas tardías

La mayoría de las aves ya han terminado la reproducción y se preparan para la estación fría alimentándose y acumulando reservas. Muchas especies migratorias ya han abandonado sus lugares de cría y se dirigen en estos momentos hacia los lugares donde pasarán el invierno. A pesar de estos, algunas aves sedentarias, como los páridos, aprovechan hasta el último momento para sacar sus últimas polladas.

Los pequeños paseriformes tienen una vida muy corta y en ocasiones solo disponen de una temporada para criar. Mientras que otras aves, como las rapaces o las aves marinas, sacan uno o dos pollos por temporada, pero su vida fértil puede durar muchos años, los pequeños paseriformes basan su éxito en sacar la mayor cantidad de pollos en el menor tiempo posible.


Unos de estos pájaros que estiran hasta el límite su estación reproductora son los carboneros comunes (Parus major) que son pueden realizar 3 e incluso 4 puestas en una misma estación. 

Ayer mismo, 12 de agosto, una fecha muy tardía incluso para esta especie, la que seguramente sea la última pollada de la pareja este año, abandonó la caja nido donde habían nacido. Los días anteriores las visitas de los padres acarreando comida eran continuas, tanto como la insistencia con la que los pollos la reclamaban desde dentro de la caja.


Las horas antes de abandonar la caja, los pollos se asomaban continuamente al agujero de entrada, sin atreverse a dar el paso. Finalmente uno de ellos se animó y salio para posarse en una rama cercana. Y al primer pollo lo fueron siguiendo sus hermanos, hasta que finalmente 5 pollos en total salieron de la caja para dar sus primeros vuelos.

No lo tendrán nada fácil, y muchos de ellos morirán durante las primeras semanas, presas de gavilanes y otros depredadores. Al final de todos los pollos que ha sacado esta pareja en toda la estación, solo uno o dos llegarán a reproducirse para continuar la línea.

Por cierto, y cambiando de tema. El 5 de agosto me hicieron una entrevista en la RTPA sobre el libro "Los vencejos sueñan despiertos". Si os la perdisteis podéis escucharla completa en el siguiente enlace

lunes, 3 de agosto de 2015

Marta común con una dieta exótica

La Marta común (Martes martes) es un mamífero de la familia de los Mustélidos que tiene una distribución prácticamente eurosiberiana, encontrándose en Europa, oeste de Siberia, Turquía, norte de Irak y norte de Irán. En la Península ibérica ocupa la franja norte, donde se puede encontrar desde el nivel del mar hasta los 1500 metros de altitud.


La alimentación de la marta se ha estudiado en profundidad y los resultados señalan que su espectro alimenticio es muy amplio, incluyendo mamíferos, aves, reptiles, anfibios y frutos, siendo estos últimos la base principal de su dieta en numerosas zonas de la Península ibérica.

Hace unas semanas, un amigo de Nuveana me comentó que había sacado con el móvil unas fotos a un "bicho parecido a un gato" que acudía frecuentemente a comer los dátiles de una palmera que había podado en su jardín. El animal acudía a comer a plena luz del día y era muy confiado, hasta que el perro de la familia lo descubrió y se dedicó a perseguirlo. Las fotos no dejaban lugar a dudas, se trataba de una marta, probablemente un juvenil. Curiosamente, esta especie coincide en la misma zona con un pariente cercano, la garduña (Martes foina) que pude observar varias veces y que incluso acudía a comer el pienso del perro de otro de mis vecinos.

Con la intención de localizar de nuevo a la marta, coloqué una cámara de fototrampeo al lado de los restos de la poda de la palmera y una semana después la recogí para comprobar que había grabado.


Pocas horas después de haber colocado la cámara, la marta de dejó ver. Acudió como había hecho en días anteriores a comer los dátiles de la palmera. Al revisar los vídeos y la hora en que habían sido grabados, observé que su comportamiento había cambiado respecto a los días anteriores. Ya no se dejaba ver de día y esperaba a la caída de la noche, cuando el perro no merodeaba por la zona, para acudir a comer tranquilamente.

Asimismo, entre visita y visita, la marta marcó frecuentemente con orina los dátiles para avisar de su presencia a los posibles competidores. A pesar de este comportamiento, otros muchos animales acudieron a degustar este exótico maná. Numerosos pájaros, sobre todo mirlos, e incluso varios gatos domésticos, no dejaron pasar la oportunidad y visitaron asiduamente la zona para tomarse un nutritivo aperitivo.