miércoles, 28 de marzo de 2018

Las señales de la primavera

A pesar de que la sucesión de borrascas, que han traído más de una nevada en cotas relativamente bajas, nos pueden hacer pensar que aún estamos en pleno invierno, lo cierto es que la primavera ya ha entrado con fuerza. Aunque el inicio astronómico de la primavera lo marca el equinoccio de primavera, y según los cálculos del Observatorio Astronómico Nacional, este año 2018 la primavera empezó en nuestro país a las 17:15 horas (hora peninsular) del martes 20 de Marzo, lo cierto es que ya hacía varias semanas que la nueva estación estaba llamando a la puerta.


Las yemas de muchos árboles, como los sauces o los abedules, ya se han abierto hace dejando ver sus hojas tiernas y nuevas. Las de otras especies, como los robles o las hayas, sobre todo los que habitan en zonas más altas, aún tardarán varias semanas en cubrir sus ramas.

martes, 13 de marzo de 2018

Cambios políticos y efectos sobre la fauna

Como ya he comentado en varias ocasiones, política y medio ambiente están íntimamente relacionados, no sólo porque las decisiones finales sobre conservación del medio ambiente son decisiones políticas, sino también porque esas decisiones están influidas en muchas ocasiones por un interés político, o para ser más precisos, por el interés de los políticos, que confunden, intencionadamente en muchas ocasiones, el interés general con el interés particular, ya sea el suyo propio o el de algunos colectivos concretos. Y es bien sabido que cuando hay un conflicto de intereses, el Medio Ambiente siempre suele salir perdiendo. 

En este caso no hablaré de este tipo de intereses políticos, sino de cómo el cambio en los sistemas políticos globales puede afectar a las especies silvestres, a sus poblaciones y por lo tanto a su conservación. Esos efectos pueden ser consecuencia de un cambio en las prioridades de conservación o de un cambio en las condiciones socioeconómicas de la población humana que vive en esos países.

En la década de 1990 se produjo la caída de los regímenes comunistas en muchos países del este de Europa, lo que tuvo como consecuencia un cambio radical tanto social como económico, con la transición a la economía de libre mercado. En un trabajo recientemente publicado se ha evaluado el efecto de esos cambios sobre varias especies de grandes mamíferos que resultan especialmente vulnerables a la caza y el furtivismo: alces (Alces alces), jabalíes (Sus scrofa), ciervos (Cervus elaphus) y corzos (Capreolus capreolus), osos pardos (Ursus arctos), linces boreales (Lynx lynx) y lobos (Canis lupus) en nueve de los países que se encontraban en la órbita soviética, cada uno de los cuales se comportó de manera diferente en cuanto a la velocidad de las reformas (Bragina et al, 2018). 

Los gráficos representan el porcentaje de cambio respecto a la población de 1990 para las distintas especies. Los países con el nombre en azul son aquellos en los que la transición política y económica fue rápida, mientras que los que están en rojo tuvieron transiciones lentas.

Los resultados de este estudio fueron muy curiosos, ya que se observó que la dirección de esos cambios difería entre los países en los que la transición política y económica había sido rápida y aquellos en los que la transición había sido lenta. Mientras que en los países de transición lenta, las poblaciones de la mayoría de las especies sufrieron un descenso muy significativo, en los países de transición rápida, las poblaciones de la mayoría de las especies se mantuvieron estables o aumentaron en muchas de las series temporales. 

Una de las causas de estas diferencias, según los autores, es que en los países con transiciones lentas, la inestabilidad económica llevó aparejada un aumento de la pobreza, lo que incrementó las tasas de  la caza furtiva y la caza de subsistencia, y además en este contexto de inestabilidad se produjo una relajación en la aplicación de las leyes de protección de la naturaleza. En el caso de los países estudiados, los ungulados se cazaron intensamente en Ucrania y en los países bálticos, produciéndose un descenso muy acusado en las poblaciones de alces y ciervos. 

Los cambios en las poblaciones de algunas especies no solo fueron consecuencia de un aumento de la caza como fuente de alimentación. En algunos países, después de la caída del régimen socialista, muchas tierras agrícolas se abandonaron, por ejemplo en Letonia el 42% de las tierras agrícolas fueron abandonadas antes del año 2000, lo que tuvo un efecto directo sobre la reducción de la población de jabalíes debido a la pérdida de alimento y el aumento de la superficie forestal. Asimismo, con el abandono de las prácticas agrícolas y ganaderas, la presión sobre algunos depredadores, como los lobos, disminuyó, por lo que sus poblaciones empezaron a incrementarse, aumentando las tasas de depredación sobre algunas poblaciones de ungulados que años antes habían sufrido un aumento exponencial (que a su vez había aumentado los daños en la agricultura).

Por lo tanto, los cambios observados en la dinámica de poblaciones de grandes mamíferos después del colapso del socialismo pueden ser atribuidas a varias causas, entre las que destacan el aumento de la caza furtiva, los cambios en la propiedad de la tierra, el abandono de la agricultura o el aumento de las tasas de depredación. Asimismo, parecía confirmarse que en los países en los que la transición había sido lenta y las situaciones de inestabilidad más prolongada, las poblaciones de megafauna habían sufrido un descenso más acusado.

Referencias

- Bragina EV et al. (2018) Wildlife population changes across Eastern Europe after the collapse of socialism. Frontiers in Ecology and Environment 16,: 77–81. doi: 10.1002/fee.1770

jueves, 1 de marzo de 2018

Una historia de zorros y gallinas

El pasado fin de semana estuve en Novellana y como siempre que voy me acerqué a uno de mis "lugares secretos", un pequeño trocito de monte donde veo asiduamente a las martas, los zorros y otros muchos animales sin que por ahora nadie les moleste y sin que nadie me moleste a mí, algo que cada vez aprecio más. 

Nada más llegar me sorprendió ver a un Ratonero (Buteo buteo) que salió volando de un claro entre los árboles cuando sintió mis pasos. Al acercarme, en el lugar de donde había salido, encontré una gallina muerta y parcialmente desplumada. Era demasiado grande para que el ratonero la hubiera cazado y llevado hasta allí, por lo que la que tenía todas las papeletas para haber cometido el gallinicidio era la raposa, que tenía su madriguera a pocos metros del cadáver. Pero otra cosa que me llamó la atención fue que la gallina era gris y grande, muy parecida a las que tiene mi tío en su casa en el pueblo, una raza de gallinas no muy frecuente en la zona, donde la mayoría son pardas. 

Lo que faltaba, la raposa había matado a una de las mejores gallinas de mi tío a pesar de que él se cuida bien de de cerrar el gallinero cada noche para evitar que ningún intruso se las coma. 

Quería ver quién acudía al funeral de la gallina, así que coloqué una cámara de fototrampeo y la dejé hasta el día siguiente. ¿Volvería el ratonero? ¿Aparecería la raposa a recuperar su supuesto botín? ¿Se uniría alguien más a la fiesta? Solo había que esperar y ver las imágenes al día siguiente.


Al descargar la cámara comprobé que habían aparecieron los que se esperaban y además un visitante inesperado. Un tejón, del que curiosamente nunca había visto ningún rastro en la zona, se pasó a olisquear las plumas de la gallina.

Pero lo que la cámara no pudo averiguar fue quién había sido el que había llevado a la gallina hasta allí y aunque todas las pruebas apuntaban a la raposa, la realidad iba a demostrar que como suele ocurrir muchas veces, y al contrario de lo que afirmaba Ockam y su famosa navaja, en igualdad de condiciones, la explicación más simple, a veces no era la más probable.

Esa misma tarde subí al pueblo a visitar a mis tíos, y en medio de la conversación salió el tema de la gallina. Les pregunté si les había desaparecido alguna hacía poco y mi tío me preguntó que cómo lo sabía, para decirme luego que se le había muerto una hacía un par de días, una que ya era vieja y hacía tiempo que estaba enferma y no ponía. Para sorpresa mía, me comentó que los últimos días, cuando había ido a dar el paseo se había encontrado con la raposa y que "seguro que la probe estaba muerta de fame y a lo mejor estaba preñada". Así que cogió a la gallina muerta, la metió en una bolsa y la llevó al pequeño trocito de monte donde sabía que andaba, porque "mejor que enterrarla, que se la coma ella".

«Nada resulta más engañoso que un hecho evidente» (Sherlock Holmes)