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sábado, 8 de agosto de 2020

Sorpresa en la chimenea

Hacía ya unos meses que en casa de mis tíos se escuchaban ruidos extraños en el tejado. Algo raro sucedía allí arriba, y desde el mes de mayo, poco después de oscurecer, esos ruidos se habían hecho mucho más frecuentes. No había duda de que en la chimenea había algo más que hollín y cenizas.

Hace una semana, aprovechando que mis tíos tenían que pintar la fachada, me subí a la grúa y nos acercamos a la chimenea para tratar de confirmar la presencia de los supuestos fantasmas, cuya identidad ya conocía de antemano casi con total seguridad. Cuando la grúa estuvo a un metro de la chimenea, empecé a oír los siseos que mis tíos escuchaban por las noches, así que con cuidado, encendí una linterna y allí estaban los culpables.

Dos preciosos pollos volantones de Lechuza común (Tyto alba) no perdían detalle de mis movimientos, y entre sorprendidos y asustados, silbaban para tratar de intimidarme. Estaban completamente emplumados y les quedarían unos pocos días para abandonar el nido que sus padres habían instalado en el hueco de la chimenea. El sitio era perfecto, a cubierto de la lluvia, a buena altura y accesible desde todas las orientaciones. Solo había un problema, no para ellos, sino para mis tíos, que unos cuantos metros más abajo eran incapaces de encender la estufa, comprobando con sorpresa como cada vez que abrían el tiro, cientos de pelotillas de pelos, huesos y algunas plumas, caían por arte de magia por el hueco de la chimenea, llegando a obstruirla en varias ocasiones.

viernes, 8 de julio de 2011

Superdepredador o carroñero


Hace unos días mientras muestreaba ranas en el Puerto de la Cubilla, levanté a un milano negro (Milvus migrans) que se encontraba comiendo "algo" en el suelo. Despegó rápidamente y comprobé que llevaba los restos de un ave entre las garras y aproveché para hacerle unas fotos ya que pasó muy cerca de donde yo estaba. En un principio me parecieron los restos de una rapaz, quizás de un cernícalo pero no estaba seguro.

Al llegar a casa y mirar las fotos seguía teniendo dudas, así que pregunté a los que saben mas que yo y en pocos minutos ya habían dado con la respuesta. Toño Salazar me comentó que parecían los restos de un Buho chico (Asio otus) y luego Gonzalo Gil y varias personas mas confirmaron que esas plumas que asomaban eran sin duda de esa especie. Recordé entonces que Adrián Vigil y David Pascual, ambos socios de la COA, habían visto a esa especie poco antes de llegar al puerto.


Al ampliar otra de las fotos que había hecho ese día, se despejaron las dudas definitivamente. Entre las garras del milano asomaba la pata emplumada de la rapaz nocturna. Pero ahora surgía otra pregunta, ¿habría sido el milano el que cazó al buho chico o se lo habría encontrado muerto?, ¿se habría comportado el milano como un superdepredador o como un carroñero? Nunca lo sabremos.

Nota: pinchad en las fotos para ampliarlas

martes, 27 de julio de 2010

Autillos incubando

Autillo incubando en una caja nido

Hace cuatro años colocamos varias cajas nido en algunos porreos de la Ría de la Villa para hacer un estudio sobre selección sexual en estorninos. Las cajas fueron rápidamente ocupadas por estas aves, pero lo que no nos esperábamos es que cuando ese año realizamos la última visita en el mes de julio nos íbamos a encontrar con una pareja de autillos (Otus scops) anidando en una de ellas.

Al año siguiente las cajas nido fueron ocupadas por tres parejas de autillos, que siempre hicieron la puesta en cajas en las que previamente habían criado los estorninos y que aun conservaban material en el fondo. Entre las tres parejas sacaron 7 pollos. El año pasado sólo una de las tres parejas que lo intentaron logró que dos pollos volaran, las otras dos hicieron la puesta pero los temporales de la primavera volcaron las cajas perdiéndose los huevos.

El viernes pasado hicimos una nueva visita, contando con que a estas alturas del mes ya hubiera pollos, como había ocurrido en los años anteriores. Finalmente encontramos 3 cajas ocupadas, dos de ellas con huevos (una con 5 y otra con 3) pero en las que no había ningún adulto incubando, y otra de ellas con dos huevos y con un adulto (el de la foto del inicio) que estaba incubando.

Los autillos a pesar de que pueden llegar desde sus zonas de invernada en África a finales de marzo o más frecuentemente durante el mes de abril, realizan la puesta muy tarde, normalmente en el mes de junio. Este retraso en la fecha de reproducción es probable que se deba a que al igual que en la mayoría de las aves, suelen sincronizarla para que los pollos nazcan en la época de mayor abundancia de presas, que en este caso serían los grandes insectos, más abundantes durante el mes de agosto.

martes, 24 de febrero de 2009

¿Y tú quien eres?


Las relaciones entre animales de distintas especies no siempre son fáciles de interpretar. Parece fácil de entender que unos animales se coman a otros para sobrevivir, o que ataquen a aquellos que puedan poner en peligro a sus crías, o que se defiendan si son atacados. Lo que no resulta tan sencillo es que algunas especies se ataquen entre sí sin un motivo aparente, en una reacción que podría interpretarse como odio, si no fuera porque el odio es un sentimiento exclusivamente humano o provocado por el hombre. En la naturaleza sería absurdo gastar energías en algo que no reporta ningún beneficio, ya se sabe que la energía ni se crea ni se destruye, pero es muy costosa de conseguir como para desperdiciarla caprichosamente.
Uno de esos casos difíciles de explicar es el aparente odio que existe entre las rapaces nocturnas y las rapaces diurnas, que se muestran extremadamente violentas entre sí, llegando a matarse en algunas ocasiones. Las rapaces diurnas y nocturnas ocupan un nicho trófico similar y por eso compiten entre sí, lo que podría explicar que se ataquen entre ellas para defender sus recursos.
Otro de estos casos de aparente odio visceral es el que ocurre entre los córvidos y las rapaces nocturnas.
Hoy mismo, en la Ría de la Villa había un mochuelo (Athene noctua), que aunque parezca una incongruencia es una rapaz nocturna de hábitos diurnos, que oteaba pacientemente en su posadero a la espera de un ratón para desayunar cuando una urraca (Pica pica) se posó bajo él. Se estuvieron mirando entre ellos durante más de 5 minutos, como si se estuvieran examinando y sin saber muy bien que hacer. Poco después la urraca se marchó y allí se quedó el mochuelo, a fin de cuentas, él había llegado primero.