jueves, 24 de septiembre de 2015

El ocaso global de las aves marinas

Las aves marinas han estado volando sobre la superficie de nuestros mares y océanos desde hace 60 millones de años. A lo largo de todo este tiempo, este grupo de aves compuesto por más de 300 especies se han adaptado a este medio hostil y han sobrevivido a temporales y catástrofes naturales de todo tipo. 


Pero todos estos millones de años de evolución no han servido para nada cuando se han tenido que enfrentar a la mayor amenaza que se podían esperar: nuestra especie. El ser humano en tan solo unas pocas décadas han convertido los océanos en un vertedero. Nuestra especie es una auténtica máquina de producir basura. Y el destino de gran parte de esa basura acaba finalmente en el mar, formando auténticas islas de plástico y todo tipo de residuos que en muchas ocasiones son consumidos por error por aves y mamíferos marinos al confundirlos con sus presas.


En algunas islas del Pacífico, como el atolón de Midway, se asienta una importante colonia de aves marinas formada por varios millones de ejemplares, entre las que destacan varios miles de parejas de Albatros de Lysan (Phoebastria immutabilis). La situación de este atolón hace que toneladas de plásticos acaben empujados por las corrientes hasta sus orillas. Todos los años, y tal como denunció el fotógrafo Chris Jordan en su proyecto Midway, una gran parte de los pollos de albatros nacidos en esta colonia mueren antes de abandonar el nido al haber ingerido estos plásticos con los que sus padres los ceban (os recomiendo que veáis el vídeo anterior para que tengáis una idea más clara del problema).


Además de la ingesta de plásticos, las aves marinas se encuentran gravemente amenazadas por otros muchos problemas, todos relacionados con nuestras actividades: sobrepesca, contaminación por hidrocarburos, muertes accidentales en aparejos de pesca, presencia de especies invasoras en las colonias de cría y un largo etcétera.

Las sospechas sobre los efectos de estas amenazas sobre las aves marinas se han visto confirmadas en el proyecto Sea Around Us Project, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de British Columbia y el Pew Charitable Trusts. En el marco de este proyecto, los investigadores analizaron las tendencias demográficas de 513 poblaciones de aves marinas que habían sido censadas en al menos 5 ocasiones. Aunque no se pudieron analizar todas las poblaciones de aves marinas del mundo, en el estudio se incluyeron todas las familias de aves marinas de las zonas más importantes para este grupo de animales.

Tendencia de la población de aves marinas monitorizadas en este estudio entre 1950 y 2010. La pérdida total de aves fue del 69,7% en estos 60 años. Las líneas discontinuas representan intervalos de confianza del 95%.

Los resultados obtenidos, y que recientemente han sido publicados en la revista Plos One incluso sorprendieron a los propios investigadores. Los datos confirmaron que la población global de aves marinas había descendido un 70% en los últimos 60 años, lo que representaba la muerte de más de 230 millones de animales. Y este descenso no afectaba solo a unas pocas especies sino que afectaba de manera indiscriminada a gran cantidad de familias en todo el mundo.

Charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis)

Aunque todas las familias de aves marinas se han visto afectadas, este declive está siendo especialmente alarmante para alguna de ellas, por ejemplo la familia de los charranes ha caído en un 85%, las fragatas un 81%, los petreles y las pardelas un 79%, y los albatros un 69%. Todo parece indicar que las especies que habitan en aguas abiertas están siendo más afectadas que las ligadas a ambientes más costeros, salvo el caso de los cormoranes, que según los datos de este estudio han descendido en un 73%.

Tal como ya he comentado varias veces en este blog, las causas del declive de las aves marinas se conocen desde hace tiempo, y este estudio no ha hecho más que confirmar que este declive esta siendo incluso más rápido de lo predecían algunos modelos. Y los remedios para minimizar este descenso también son conocidos. Sería necesario abordar de una vez el problema de las capturas accidentales en aparejos de pesca y el problema de la contaminación marina.

Es necesario que los gestores y políticos tomen conciencia de este problema y que actúen. En las últimas décadas hemos sido testigos de la extinción como reproductor de el Arao común y de la Gaviota tridáctila en las costas del Cantábrico y el Atlántico ibérico, el próximo en la lista es el Cormorán moñudo y si no se actúa ya quizás no lleguemos a tiempo para evitar que se una a ellos.

Referencias
Paleczny M, Hammill E, Karpouzi V & Pauly D (2015) Population Trend of the World’s Monitored Seabirds, 1950-2010. Plos One DOI: 10.1371/journal.pone.0129342.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Ya están aquí

Correlimos tridáctilo (Calidris alba)

Puntuales a su cita, como todos los otoños, las aves limícolas llegan a nuestras costas desde el lejano norte donde se reprodujeron. Muchos de los que llegan son jóvenes, que pocas semanas después de haber nacido en la tundra siberiana emprenden un viaje hacia el sur que llevará a algunos de ellos hasta las costas de África.


Seguramente sea la primera vez que ven seres humanos y por eso apenas huyen de nosotros. Sin hacernos demasiado caso, aunque mirándonos con el rabillo del ojo, por si acaso, buscan incansablemente comida entre la arena húmeda o entre las piedras de la orilla de un río costero. 

No tienen tiempo que perder, deben repostar para seguir viaje. Un viaje en el que cruzarán mares, montañas y ríos, pero no fronteras, porque las fronteras son un invento humano que las aves no entienden.

viernes, 11 de septiembre de 2015

El último grito del cormorán


Hace ya unos cuantos meses que estoy trabajando en un proyecto para evaluar el impacto de la captura accidental de los aparejos de pesca sobre las poblaciones de cormorán moñudo en el Cantábrico y el Atlántico gallego.

Durante estos meses he recopilado la información disponible sobre muertes accidentales y también nos hemos recorrido la costa para comprobar donde se solapan las zonas de alimentación con las zonas de pesca de los moñudos.

A la espera de los resultados definitivos, los resultados confirman lo que sospechábamos desde hace tiempo. La mayoría de las muertes se producen durante los meses que siguen a la independencia de los pollos, en ocasiones cuando tienen menos de 2 meses de edad. Seguramente su inexperiencia hace que sean más proclives a caer en los aparejos que las aves adultas, que ya sea porque usan otras áreas de alimentación o porque son capaces de reconocer las artes, mueren en menor número.


Las dos fotografías anteriores son los suficientemente explícitas para entender la magnitud del problema. Para entender porqué si no se hace algo, y rápido, vamos a ser testigos de la extinción de los cormoranes moñudos en nuestras costas, como hace pocos años lo fuimos de otra ave marina, el Arao común, por la misma razón.

Probablemente la falta de capturas de especies más comerciales ha llevado a muchos barcos a faenar cada vez más cerca de costa y buscar otras especies como los lábridos que antes tenían menos salida en el mercado. Actualmente, tanto en Asturias como en Galicia o Euskadi, la legislación es muy laxa (o incluso inexistente), acerca de las distancias de costa a las que se pueden largar los aparejos. Asimismo, los planes de manejo aprobados para esta especie, por ejemplo en Asturies, hacen una mención especial a la necesidad de crear unas zonas de protección alrededor de las colonias de cría, pero es evidente que ese plan de manejo no se está cumpliendo.

Dos cormoranes moñudos adultos ahogados en un miño a escasos metros de la colonia de Cabu Bustu, Asturies (abril de 2014)

Pero si los aparejos legales ya son un problema de enorme magnitud, en este estudio hemos confirmado la existencia de un nuevo problema que no esperábamos, la mortalidad en aparejos furtivos. Se trata de palangres de superficie que son marcados con botellas de agua transparentes para ser más difíciles de localizar por la guardería. Ya hemos confirmado más de 5 animales muertos en solo dos de estos palangres y hemos visto unos cuantos aparejos mas que no hemos podido comprobar.

Ojalá que los resultados de este proyecto puedan servir para detener esta sangría. 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Que vienen las algas: crónica de una plaga inexistente

El verano ya toca a su fin y parece que este año la cosecha de terrores veraniegos ha sido más escasa y el protagonismo se lo ha llevado la ola de calor, que más que ola ha sido un tsunami, ya que ha durado casi dos meses, sobre todo en el centro y sur de la Península ibérica. 


Pero si hay una plaga de este verano que se termina que me ha llamado especialmente la atención ha sido la llamada "plaga de algas", que según parece indignó a los bañistas y veraneantes que visitaron la costa asturiana y gallega a finales de agosto, y que puso en pie de guerra a los ayuntamientos locales, que con tal de satisfacer al personal sacaron todo el armamento de palas e incluso de excavadoras para facilitar el acceso a los bañistas a la orilla del Cantábrico e impedir que sus delicados pies se mancharan.

Esta alarma infundada confirma de nuevo que nuestra sociedad cada vez se encuentra más separada de la naturaleza, a la que considera algo ajeno e incluso molesto, ya que se siente más cómoda rodeada de asfalto, humo y tráfico que de hierba, árboles y mar. Y debido a esto ya piensa que lo normal es una piscina azulejada y con el agua clorada y no una playa natural, con sus sus rocas, sus cangrejos y sus algas.

La arribazón de algas a las playas cantábricas es un fenómeno natural y que ha ocurrido siempre después de las marejadas estivales. Los pies de las algas se desprenden del fondo por la fuerza de las olas y cuando la mar se calma se depositan en las orillas. De hecho, lo realmente alarmante no fue la arribazón de algas de este verano sino su práctica ausencia durante los últimos años.


Las fotos anteriores son lo suficientemente explícitas para entender lo que ha pasado en la última década. Ambas fotografías, tomadas por Julio Arrontes, profesor de Ecología de la Universidad de Oviedo, han sido hechas en el mismo lugar de la Playa de Porcía (El Franco, Asturies), la superior en el año 2000 y la inferior en el año 2009. Tal como se puede observar, en tan solo 9 años, los bosques de laminarias que cubrían todo el pedrero habían desaparecido, y junto a ellas otras especies como el Fucus serratus y el Fucus vesiculosus

Pero la desaparición de las algas no ha supuesto tan sólo un cambio estético en las playas. Todas las especies asociadas a estos bosques de laminarias, sobre todo crustáceos y peces se han visto afectadas, tal como confirman los estudios realizados por la Universidad de Oviedo y el Centro de Experimentación Pesquera del Principado.

La desaparición del 95% de todos los bosques de laminarias en tan poco tiempo está relacionada con el aumento de las temperaturas de las aguas cantábricas como consecuencia del cambio climático. Las algas pardas son especies abundantes en latitudes septentrionales ya que la temperatura de crecimiento óptimo se encuentra entre los 15 y los 18ºC. Cuando las temperaturas superan esos límites, el crecimiento se reduce o incluso se detiene, por otra parte, la tolerancia térmica de estas algas es mucho más estricta durante el periodo en el que se fijan a las rocas, por lo que las temperaturas elevadas pueden reducir drásticamente el reclutamiento de nuevas algas y por consiguiente la regeneración de esos bosques marinos. 


En los últimos años, y tal como se puede observar en el gráfico anterior, elaborado por Judith Rojo y Julio Arrontes (Universidad de Oviedo), el número de mareas en las que la temperatura del agua superó los 20ºC aumento drásticamente, lo que ha dado lugar a unas condiciones ambientales intolerables para este tipo de algas.

Afortunadamente este año parece que los bosques de algas pardas se han recuperado un poco. Quizás se trate de un hecho puntual, quizás haya sido debido a que la temperatura del agua en el momento de la fijación de los propágulos ha sido más baja que en los últimos años. Quizás sea un canto del cisne antes de la desaparición de esos bosques que durante millones de años han cubierto los fondos del Cantábrico, porque el aumento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático sigue produciéndose con mayor rapidez que nunca, pero de todas formas, no deja de ser sorprendente que esta noticia en vez de ser un motivo de alegría sea un motivo de alarma y de preocupación.


Tal como comenté al principio, el fenómeno de la arribazón de algas a las playas no es algo extraño ni mucho menos una plaga y significa un auténtico maná para muchas especies, incluido el hombre, cuando este se consideraba una parte de la naturaleza y aprovechaba lo que ella le ofrecía. Desde siempre, los pueblos costeros han recogido esas algas para usarlas como abono y para venderlas, ya que con ellas se elaboran alimentos, cosméticos e incluso medicinas. Pero además del hombre, numerosas especies de animales encuentran su alimento entre las algas depositadas en la orilla. Innumerables especies de insectos, crustáceos y otros pequeños animales consumen estas algas contribuyendo de esta forma a su descomposición, y gran cantidad de peces y aves se alimentan de ellos, cerrando de esta manera el ciclo de los nutrientes.

No estaría mal recordarles a todos estos bañistas que protestan ante la presencia de algas que mucho antes de que el primer ser humano se untara de Nivea y plantara su sombrilla en la arena, otros animales visitaban las playas y se alimentaban en ellas. 

Y también habría que recordarles a las autoridades que antes de ceder a las presiones de estos colectivos deberían educar e informar, ya que al no hacerlo y gracias a nuestra desidia nos estamos convirtiendo a pasos agigantados en un rebaño de borregos, cada vez mas ignorantes, cada vez más estúpidos. Y cada vez más mansos. Aunque quizás sea eso lo que desean.