lunes, 30 de agosto de 2010

Pardelas cencientas criando en Galicia

Pardela cenicienta

La pardela cenicienta (Calonectris diomedea) es una especie de procelariforme que es frecuente en el Cantábrico durante los pasos migratorios, aunque puede ser visto en nuestras aguas durante prácticamente todo el año. Se trata de una pardela grande, que tiene casi metro y medio de envergadura y un peso de unos 800 gramos.

Al igual que ocurre con las demás especies de esta familia, las pardelas cenicientas pueden recorrer cientos de kilómetros sin apenas esfuerzo aprovechando los vientos marinos, y pueden alejarse a grandes distancias de las colonias de reproducción para buscar alimento para su pollos.


Hasta hace poco tiempo todos los datos de reproducción de esta especie en aguas ibéricas se localizaban en el Mediterráneo, sobre todo en las Baleares, donde se ha estimado una población de unas 10.000 parejas, aunque debido a las dificultades que entrañan los censos de estas aves, se cree que está cifra podría oscilar entre las 9000 y las 17000 parejas.

Las sospechas acerca de la reproducción de la pardela cenicienta en aguas gallegas, debido sobre todo a los comentarios de la población local, se confirmaron hace tres años cuando se encontró un adulto dentro de una furna en un islote y poco después un nido con un huevo. Desde entonces se han encontrado 3 colonias en otros tantos islotes en el Atlántico y el Cantábrico.

Las pardelas cenicientas no se reproducen hasta que cumplen los 7 años de edad, y durante ese tiempo pueden visitar las colonias y emparejarse aunque no realicen la puesta. Este hecho hace que durante las primeras fases de la formación de una nueva colonia pueda haber muchas furnas ocupadas pero sólo unos pocas parejas reproductoras.

Santi, Yeon, Alberto y Nacho esperando a que oscurezca en el acantilado

El martes 10 de agosto, varios miembros del grupo de Alberto Velando y yo nos dirigimos a una de esas colonias a comprobar como se estaba desarrollando la reproducción. En una anterior visita realizada en el mes de junio habían localizado 22 furnas ocupadas y en esta visita pretendíamos confirmar cuantas parejas se habían reproducido realmente.

Parte de la colonia

En esta colonia los nidos se situan en pequeñas oquedades (furnas) debajo de bloques de piedra en las laderas más pendientes del acantilado, lo que dificulta el trabajo ya que hay que estar muy pendiente a los posibles resbalones. Las pardelas suelen escavar con las patas un pequeño hueco en la tierra y en ocasiones aportan algunas piedrecitas, plumas o restos vegetales que no llegan a formar un verdadero nido.

Antes de que oscureciera realizamos la primera prospección de las furnas ocupadas, que habían sido marcadas y numeradas en la anterior visita. Casi todas las furnas estaban vacías y sólo había dos que tenían pollo.



Las pardelas ponen un único huevo y una vez que nace el pollo, al igual que ocurre con el resto de procelariformes, éste pasa la mayor parte del tiempo solo en el nido esperando a que lleguen los adultos a alimentarlo. El desarrollo es muy lento y pueden pasar mas de dos meses desde la eclosión hasta que finalmente abandone la furna. Durante todo ese tiempo acumulará una gran cantidad de grasa, llegando a pesar mucho mas de lo que pesarán cuando sean adultos.

De cada uno de ellos se tomó una muestra de sangre y de plumas para realizar estudios genéticos e inmunológicos, asimismo fueron medidos, pesados y marcados con una anilla metálica.

Pero el momento más espectacular de la visita a la colonia aun estaba por llegar. Cuando empezaba a oscurecer aparecieron unas pocas pardelas volando sobre la superficie del agua en las proximidades de la colonia. Lentamente el número iba aumentando y el grupo se iba haciendo cada vez más grande. Después de unos minutos comenzaron a posarse en la mar, concentrándose en un grupo cada vez más compacto. De vez en cuando todas levantaban el vuelo para volver a posarse nuevamente cada vez más cerca de la isla.

Cuando ya era completamente de noche, aunque debido a la luna llena había bastante luz, empezamos a oir el reclamo característico de las pardelas y pocos segundos después pasó la primera por encima de nuestras cabezas, casi tocándonos con sus alas. Varios adultos volaron sobre nosotros durante unos minutos mientras seguían cantando. De todas formas, los reclamos eran menos frecuentemes que en el mes de junio, quizás por la luz de la luna o porque la reproducción se encontraba más avanzada.


Cuando había pasado media hora desde que oímos a la primera pardela hicimos la segunda prospección. Encendimos los frontales y las linternas y revisamos todas las furnas de nuevo. En una de los nidos en los que habíamos encontrado un pollo ya había llegado el adulto a cebarlo pero en el otro nido ocupado estaba el pollo sólo. Esto no suele ser raro, ya que en ocasiones los pollos pueden pasar varios días sin comer gracias a la grasa que tienen acumulada.

Adulto no reproductor en una furna

En una furna en la que no había indicios de reproducción este año había llegado un adulto que descansaba en el fondo de la cueva. En el resto de las furnas no había ningún adulto. Según parece esta es una colonia reciente que se encuentra en pleno proceso de colonización y en los próximos años es previsible que aumente el número de parejas reproductoras.

Desgraciadamente, en los últimos tiempos estamos acostumbrados a leer noticias sobre desaparición de especies y sobre extinciones locales de poblaciones, por eso la reciente colonización del litoral gallego por las pardelas cenicientas es una de las mejores noticias de los últimos años. Ojala tengan suerte y logren establecerse definitivamente, no lo tendrán nada fácil.

jueves, 26 de agosto de 2010

Tarros blancos y limícolas en migración

Hace unos días hablaba en este blog de la zona de Rinlo y de la charca artificial que se había formado en la fosa realizada para la construcción de una piscifactoría de rodaballo en las proximidades de las cetáreas abandonadas. Este encharcamiento de agua dulce, al ubicarse a escasos metros de la costa, tiene un gran atractivo para las numerosas aves que llegan agotadas después de cruzar el golfo de Vizcaya durante la migración. Aquí encuentran agua para beber, alimento y un lugar para refugiarse y descansar.

El pasado viernes, a la vuelta de la salida en barco desde Cariño hicimos una parada en Rinlo y nada más llegar vimos el grupo de seis tarros blancos jóvenes (Tadorna tadorna) que llevan un par de semanas en la charca. Los primeros días el grupo era de 7 animales pero uno de ellos parece haber desaparecido.



Hace bastante tiempo que no llueve en condiciones y las altas temperaturas de los últimos días han reducido considerablemente la superficie de la lámina de agua, y en sólo unos días las orillas han quedado completamente secas. La rápida desecación de la charca no parece haber afectado a la presencia de limícolas, que incluso han aumentado en número en los últimos días, sobre todo los correlimos comunes (Calidris alpina)  y chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), pero lo más llamativo fue un grupo de cuatro Andarrios bastardos (Tringa glareola), que eran mucho mas desconfiados que las otras especies y se asustaban y salían volando tan solo con que alguien pasara caminando por la pista a varios metros de ellos.

Andarrios bastardo

Correlimos común

Chorlitejos grandes

La charca de Rinlo es un buen ejemplo de la importancia de los humedales costeros para la avifauna, tanto residente como invernante y migradora. Es increíble como un lugar sin ningún tipo de manejo específico ha conseguido atraer a una gran cantidad de especies de aves en tan sólo un par de años desde su creación. El problema actual es la falta de protección de este lugar que lo hace muy atractivo para los amigos de la escopeta.

lunes, 23 de agosto de 2010

Gaviotas de Sabine y Paíños de Wilson

El viernes pasado nos embarcamos en el Aula do Mar, desde el puerto de Cariño (Coruña) para observar aves marinas. A mediados de agosto el paso migratorio aun no está en su apogeo pero es la mejor época para encontrar dos de las especies que queríamos ver: la Gaviota de Sabine (Xema sabini) y el Paíño de Wilson (Oceanites oceanicus).

Gaviota de sabine adulta

Y tal como esperábamos, no se hicieron esperar y cuando estábamos a unas 10 millas de la costa apareció la primera sabine, una especie de gaviota que se reproduce en el Ártico y que emigra hacia el sur a finales de verano. Se trata de una especie pelágica que raras veces aparece en la costa. Cuando llegamos a las 20 millas de distancia aparecieron la mayoría de los ejemplares y a lo largo del día pudimos observar más de 60 individuos distintos, la mayoría adultos.

Paíño de Wilson

Los paíños de Wilson tampoco tardaron en aparecer. Entre los paíños comunes que se acercaron al barco observamos uno de mayor tamaño, su característico vuelo que alterna largos planeos con batidos de alas lo diferenciaba del resto de paíños que volaban alrededor, así como la longitud de sus patas, que sobresalen de la cola durante el vuelo, lo que no ocurre con el paíño común. Esta especie americana es según algunos autores la especie de ave marina más abundante del mundo. Se reproduce en el Hemisferio sur y suele aparecer en las aguas del Golfo de Vizcaya desde el mes de junio aunque en agosto es cuando hay más posibilidades de encontrarlo. Hasta hace poco era considerado una rareza en las aguas de la Península ibérica pero es seguramente sea mucho más frecuente de lo que se pensaba en un principio. Llegamos a ver unos cuatro individuos separados aunque muy probablemente hubiera mas.

Pardela cenicienta

El viento del nordeste que azotó las costas del Cantábrico durante gran parte del mes de agosto había dejado la mar desierta de aves marinas, ya que no es un viento favorable para su migración. A pesar de que la dirección del viento había rolado hacía unos días hacia el suroeste, la cantidad de aves marinas seguía siendo muy baja, a pesar de lo cual pudimos observar la mayoría de las especies que aparecen durante esta época.

Alcatraz joven de primer año

Los alcatraces (Morus basanus), que son los más numerosos durante los pasos migratorios aun no habían alcanzado los grandes números a los que llegarán en unas semanas. La mayoría de los ejemplares que observamos fueron juveniles de segundo año y unos pocos adultos, siendo los más escasos los jovenes de este año, de los que solo vimos tres o cuatro individuos. En agosto aun permanecen muchos de ellos en las colonias escocesas como la de Bass Rock, de donde partirán gran parte de los alcatraces que migraran por el Cantábrico.

Págalo pomarino

Entre los págalos, todos esperábamos ver algún págalo rabero, pero no hubo suerte, aunque pudimos observar unos pocos representantes de las otras tres especies: tres Págalos pomarinos (Stercorarius pomarinus), 11 Págalos parásitos (Stercorarius parasiticus) y 9 págalos grandes (Catharacta skua).

Charrán común

Entre los charranes se acercaron al barco varios grupos de charranes comunes (Sterna hirundo), dos charranes patinegros (Sterna sandvicensis) y 10 fumareles comunes (Chlidonias niger). Entre los limícolas destacar varios grupos de Falaropos picogruesos (Phalaropus fulicarius) que en total sumaron unos 30 individuos.


Aparte de aves marinas tuvimos la suerte de ver un gran grupo de delfines mulares (Tursiops truncatus). Aunque no pudimos calcular el número de ejemplares con precisión, probablemente hubiera mas de 30 o 40 individuos, algunos de los cuales se acercaron al barco y nadaron un rato junto a la proa.

jueves, 19 de agosto de 2010

Cuando ruge la marabunta


La foto anterior la hice a principios del mes de junio pasado, cuando en Asturies se siegan los prados aprovechando la escasez de lluvias. En uno de esos prados se ha establecido este año un hormiguero de hormigas rojas (Formica campestris), una especie muy parecida a la conocida Formica rufa, que prefiere los suelos despejados de los bosques de coníferas, mientras que estas construyen sus nidos en prados despejados.

Las hormigas rojas se alimentan de insectos, sobre todo orugas, aunque pueden alimentarse de animales de mayor tamaño siempre que sean capaces de dominarlos. Tal como se ve en la foto, en este caso habían conseguido atrapar a una langosta verde (Tetigonia viridisima) subadulta, que probablemente habría huído de las hierbas altas durante la siega con la mala suerte de caer encima de su hormiguero.

Cuando me agaché a fotografiar la escena, la Tetigonia ya estaba muerta y el olor a ácido fórmico era muy intenso incluso a un metro de distancia del hormiguero. Las hormigas segregan este ácido y son capaces de lanzarlo a distancia, tanto para aturdir a sus presas como a sus posibles depredadores. No suele ser lo habitual que el alimento les caiga directamente del cielo, y por eso las hormigas salen de caza, utilizando los caminos ya marcados en el suelo después de mucho tiempo de uso. Si las presas son pequeñas una sóla hormiga suele ser capaz de matarla y de transportarla al hormiguero, pero si se trata de presas grandes atacan en grupo y una vez muerta la presa es despedazada y transportada hasta el nido.


Debido a la gran cantidad de orugas y otros insectos que consumen y que pueden resultar nocivos para la agricultura o la silvicultura, las hormigas rojas, que se encuentran en una situación muy delicada en gran parte de su área de distribución, se encuentran extrictamente protegidas en varios países de la Unión Europea, y se pueden imponer sanciones a las personas que destruyan deliberadamente sus hormigueros. En España, por supuesto, una legislación de este tipo y sobre todo una actitud de la mayoría de la población favorable a la protección de un grupo de insectos es ciencia ficción, al menos actualmente.

lunes, 16 de agosto de 2010

La mariña lucense

Después de varias jornadas de monte apetece escaparse a la costa a ver la mar, aunque agosto no sea el mejor mes si se quiere encontrar algo de tranquilidad. Una de las zonas que siempre me ha gustado y que suelo visitar a menudo es la costa de la mariña lucense, cerca del pueblo de Rinlo (Ribadeo), a escasos kilómetros del límite con Asturies.

Muros próximos a la cetárea

Los acantilados son bajos, en algunas zonas de apenas dos o tres metros sobre la línea de mareas vivas, por lo que no es raro que en días de fuertes temporales las olas los salten y mojen los prados próximos.


Posadero de cormoranes

Los islotes cercanos a la costa sirven de posaderos para numerosas aves, sobre todo cormoranes grandes y moñudos. En una de estas rocas suelen descansar varios de los cormoranes moñudos que anillamos en las vecinas colonias asturianas, lo que nos indica que estas aguas son usadas como zonas de alimentación por ellos, no sólo durante la época de reproducción sino también durante el otoño y el invierno.

Zarapitos trinadores en las rocas de Rinlo

Además de cormoranes, está costa es usada por otras muchas especies como lugar de descanso durante la migración. Muchos limícolas, como los Zarapitos trinadores (Numenius phaeopus), que en estas fechas han comenzado a abandonar sus lugares de reproducción en el norte de Europa suelen detenerse en las planchas de roca del acantilado, siendo sorprendente como pasan casi desapercibidos entre los numerosos balanos que las tapizan.

Piscina natural de una de las cetáreas abandonadas

En 1904 se aprovechó una entrada natural de la mar para construir la primera cetárea de Rinlo, para ello bastó con hacer un muro de contención para retener el agua que entraba en cada marea. Años después y debido al éxito de esta primera cetárea, en la que se mantenían para su venta centollos y langostas, se construyó dos nuevas cetáreas mas, de mayor tamaño que la primera aprovechando otras entradas naturales de la mar, pero en este caso se tuvieron que construir dos muros de contención ya que la mar entraba por dos sitios, y también una gran estructura de vigas y columnas.

Aspecto interior del edificio de la cetárea tras 20 años de abandono

Además de estas piscinas naturales se construyeron varios edificios, uno destinado a oficinas y otro con varias balsas para el mantenimiento del marisco, a las que se bombeaba agua desde la mar. A principios de los años noventa del siglo pasado las tres cetáreas cerraron y las instalaciones construídas fueron abandonadas, dejando como recuerdo los restos de los muros y edificios.

Correlimos comunes descansando durante el paso primaveral en la fosa de Rinlo

Hace unos años, en las proximidades de las cetáreas abandonadas, a escasos metros de la línea de costa, se proyectó la construcción de una piscifactoría de rodaballo que cambiaría completamente el paisaje de la zona. Estas obras fueron paralizadas por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia después de desestimar la declaración de impacto ambiental realizada por la empresa Acuinor, al estar situada dentro de la red Natura 2000 y en el LIC de As Catedrais. La extensa fosa que se excavó en la zona permanece para estas instalaciones está casi todo el año llena de agua de lluvia, lo que atrae a numerosas especies de aves acuáticas durante los pasos migratorios.

viernes, 13 de agosto de 2010

Los Hoyos de Vargas

Hoyo de Vargas inferior

Tal como comentaba en la entrada anterior, los lagos y lagunas de montaña son hábitats únicos que debido a las condiciones del medio que los rodea sirven de refugio para muchas especies de fauna. En la Coordillera Cantábrica, muy cerca del límite entre las provincias de Leon, Palencia y Cantabria se encuentra un sistema de lagos glaciales de gran interés, tanto por el lugar donde se ubican como por la altitud a la que se encuentran, la mayoría por encima de los 2000 msnm.



Unos de los lagos más bonitos de esta zona son los Hoyos de Vargas, situados cerca de la localidad de Portilla de la Reina (Leon). Se trata de dos lagos situados a 2112 y 2142 msnm que tienen un perímetro de 250 y 300 metros respectivamente, y una profundidad que alcanza los 4 m en algunas partes. Para llegar a estos lagos hay que superar un desnivel de unos 600 metros desde el lugar donde acaba la pista y se deja el coche.


Los dos lagos se encuentran unidos entre sí por un pequeño arroyo que vierte las aguas del lago superior al inferior por una cascada de unos 10 metros de altura.

Lago superior

Las dos únicas especies de anfibios que encontramos en los lagos fueron el Sapo partero (Alytes obstetricans), que era abundante aunque no tanto como en el Llagu Cimeru, y la Rana bermeja (Rana temporaria) que sólo parece reproducirse en el lago inferior ya que encontramos numerosos renacuajos de este año en las orillas poco profundas y bastante juveniles del año pasado en las zonas de vegetación húmeda de los alrededores.

Bajada desde los lagos

El paisaje de esta zona es completamente distinto al de los Picos de Europa, ya que las cuarcitas y las pizarras sustituyen a la caliza característica de las cumbres de Picos, y las rocas tienen un color verdoso característico, muy patente en algunas cumbres cercanas como la del Curavacas o el Espigüete.

Grupo de cinco machos de ciervo (Cervus elaphus)

Entre los mamíferos llama la atención la práctica ausencia de rebecos, que a pesar de que disponen de un hábitat muy adecuado son muy escasos. Por el contrario abundan los ciervos (Cervus elaphus), que alcanzan cotas superiores a los 2000 metros en algunos zonas. Los machos de esta especie ya tienen la cuerna completamente formada en esta época del año ya que dentro de menos de un mes comenzarán la berrea.

Mapa en 3D de la zona de los Hoyos de Vargas

En el entorno de los lagos pude ver un grupo familiar de gorriones alpinos (Montifringilla nivalis), varios grupos de chovas piquigualdas (Pirrhocorax graculus), buitres leonados (Gyps fulvus) y bisbitas alpinos (Anthus spinoletta). Una de las observaciones mas curiosas del día fue la de un grupo de unas 30 perdices pardillas (Perdix perdix) que salieron volando mientras atravesábamos una zona de escobas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El Llagu Cimeru


Los Picos de Europa, debido a su geología cárstica no son un lugar muy propicio para la formación de lagos y lagunas, pero a pesar de ello, en algunos lugares se dan las condiciones adecuadas y el agua puede mantenerse permanentemente durante casi todo el año. Uno de estos lagos es el Llagu Cimeru, situado en un valle de origen glaciar a 2013 msnm. Se puede acceder desde la Vega de Liordes siguiendo la ruta que lleva al Collao Jermoso.


Estas masas de agua en un paisaje como el del macizo central de los Picos de Europa, representan auténticos oasis para muchas especies, tanto vegetales como animales. En las orillas, que permanecen empapadas durante la primavera y el verano, abundan los musgos y hay numerosas plantas con flores que atraen a los insectos. El lago es un importante lugar de reproducción de Sapo partero (Alytes obstetricans) cuyos renacuajos pueden permanecer varios años en el agua alcanzando tamaños de hasta 6 o 7 cm. Otras especies de anfibios, como la Rana temporaria, muy abundante en la cercana Vega de Liordes, no ha conseguido establecerse en el lago.


Las vistas desde el Llagu son impresionantes, destacando los picos de Las Colladinas, cerca del Llambrión.


Entre los mamíferos, los más abundantes son los rebecos (Rubicapra rubicapra) que en ocasiones forman grupos de varias decenas de animales que se desplazan entre los canchales y los cortados calizos sin aparente esfuerzo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Un rayo verde en el Cantábrico

En 1882, Julio Verne escribió un libro titulado "El rayo verde" en el que contaba la historia de una joven que emprendía un viaje con la intención de observar por sí misma un fenómeno atmosférico de inusual belleza, pero que sólo duraba un instante, justo después de que el sol desaparecía en en horizonte bajo la mar. Según la leyenda escocesa descrita en una revista que la protagonista había leído, si el rayo de color verde que aparecía en ese instante era observado al mismo tiempo por dos personas, las dos quedaban automáticamente enamoradas la una de la otra.


Me acuerdo de haber leído ese libro cuando era niño, en una colección en la que también estaban "20.000 leguas de viaje submarino", "Cinco semanas en globo" y "Viaje al centro de la Tierra" y siendo sinceros, el cuento del rayo verde era con diferencia el que menos me había gustado de todos, me había parecido bastante ñoño. Aún así recuerdo que me había intrigado aquel rayo de colores que aparecía al ponerse el sol y quizás por eso siempre me quedo embobado mirando las puestas de sol con la esperanza de que aparezca el dichoso rayo, pero nunca aparece.

El caso es que hace unos meses, leí un post en el magnífico blog de Manel Soria, que ya mencioné aquí varias veces y que vuelvo a recomendaros que visitéis, en que que comentaba esa leyenda e incluso mostraba una foto que había logrado hacer del famoso rayo mientras estaba en un viaje en Chile. Me acordé entonces del cuento de Julio Verne y empecé a buscar en Internet y me quedé sorprendido al comprobar que se trataba de un fenómeno real, pero que sólo se podía ver durante un instante, nada mas ponerse el sol y sólo en aquellos días en los que la atmósfera estaba muy limpia y con una visibilidad perfecta, lo que en el Cantábrico no suele ser muy frecuente.

Revisé todas las fotos de puestas de sol que tenía por casa, que son unas cuantas, tanto en diapositiva como en digital, ampliando las imágenes a ver si veía algo verde, pero nada. Y a pesar de que siempre me había gustado fotografiarlas, desde entonces, nunca deje pasar una ocasión si tenía la cámara a mano a ver si de una vez conseguía cazar al escurridizo rayo verde, y siempre ocurría lo mismo: sol amarillento, sol rojo, sol naranja, y después nada.

Este pasado viernes estuve en Novellana, el día había estado completamente despejado debido al fuerte viento del nordeste y la visibilidad era muy buena, así que volví a intentarlo de nuevo. Monté el tele en la cámara, la puse en el trípode, conecté el cable disparador y esperé a que el sol se escondiera. A medida que el disco iba bajando empezaron a cruzarse nubes por delante, nada bueno, pero como ya tenía todos los artilugios montados, puse el disparo de ráfaga, esperé hasta que quedaron tres o cuatro segundos para que desapareciera e hice unas cuantas fotos seguidas sin ninguna esperanza.

Nada mas terminar revisé las imágenes y al ampliarlas un poco algo raro me llamó la atención, en la tercera o la cuarta me pareció ver un puntito verde de poco mas de un pixel que estaba justo encima del sol. Al seguir pasando fotos ese puntito parecía crecer un poco hasta que al final apareció claramente una línea horizontal de color verde. Toda la secuencia había durado poco más de un segundo. No se si sería "un verde que ningún pintor puede obtener en su paleta, un verde cuya naturaleza no se encuentra ni en los variados verdes de los vegetales ni en las tonalidades de los mares mas transparentes, un verde que sin duda era el verde de la esperanza", como había escrito Verne en su cuento, pero era mi pequeño rayito verde, y por fin lo había cazado, aunque en este caso y a pesar de que estaba mirando por el visor no se si realmente lo habré visto o si sólo lo habrá visto el sensor de mi cámara.

Aquí os dejo la secuencia de fotos tal como salieron de la cámara (solo pasando del raw al jpg y recortando), pero sin hacer ningún tratamiento posterior en photoshop. Si os fijáis, en la tercera foto ya se aprecia un puntito verde encima del disco del sol, y en las dos últimas ya se ve el rayo verde (o más bien la raya verde). Podéis pinchar en las fotos para ampliarlas.


Como comentaba antes, este fenómeno ya había sido descrito en un artículo aparecido en la revista Science en 1883 y se explica por el efecto de la refracción atmosférica y a la difracción producida por las partículas de polvo que flotan en la atmósfera, que hace que se dividan los componentes rojos y verdes de la luz, de forma que durante un instante es posible verlos por separado. Si os interesa una explicación física más detallada podéis encontrarla en este link.

viernes, 6 de agosto de 2010

Ya se van los aviones zapadores

La mayoría de las aves veraneantes han terminado la reproducción y muchas de ellas ya nos han abandonado para dirigirse hacia el sur, donde pasarán el invierno hasta que regresen la próxima primavera. Los aviones zapadores (Riparia riparia) pertenecen a este grupo aves, y a estas alturas la mayoría de los nidos ya están vacíos y sólo en algunos aun permanecen algunos pollos ya emplumados que volarán dentro de poco.


En las afueras de Uviéo, en un talud arenoso al borde de una pista hay un mínimo de 100 nidos viejos de esta especie. La mayoría están abandonados desde hace tiempo y son sólo el recuerdo de una de las grandes colonias que se encontraban en la zona. Este año no parece que hayan criado mas de 10 parejas, aunque no sabemos si se trata de una recolonización o de los restos de la antigua colonia.


 Al situarse en el borde de una pista, alejada de los cauces de agua donde suelen asentarse frecuentemente, se han librado de las crecidas de mediados de junio que ha destruído muchas de las colonias ribereñas.




Hace unos días los adultos aun entraban frecuentemente en seis de los nidos, volando rápidamente y saliendo al poco rato con una bolsa fecal de uno de los pollos en el pico. Pocos días después, la mayoría de los nidos ya estaban vacíos, y solo en cuartro de ellos seguía habiendo actividad. Los pollos ya estaban completamente emplumados y solicitaban el alimento desde la puerta de los túneles.



Cuando los pollos alcanzan este tamaño, las cebas suelen ser más abundantes pero menos frecuentes que cuando son más pequeños. Asimismo, los adultos no suelen entrar en el nido y dan de comer a los pollos directamente desde la puerta.




Ayer mismo, los pollos salieron del nido definitivamente pero aun seguirán siendo cebados por sus padres durante un tiempo, hasta que en un par de semanas todos juntos emprendan viaje hacia el sur.