martes, 25 de agosto de 2020

La incómoda investigación de los incendios forestales en Asturias

Estamos a finales de agosto, una época del año, junto a los meses de marzo y abril, en la que los incendios forestales son el pan nuestro de cada día. Unos incendios que en el caso de Asturias, y tal como han señalado en innumerables ocasiones los informes remitidos por la Guardia Civil y la Fiscalía de Medio Ambiente, tienen su principal origen en la quema de matorral para obtener pastos para el ganado. A pesar de estos informes, las políticas del Principado de Asturias, apoyadas por prácticamente todos los grupos de la oposición, han obviado los datos y han eliminado una de las pocas medidas que había resultado útil para reducir este tipo de incendios: acotar al pastoreo aquellos montes que habían sido quemados previamente. No hace falta ser demasiado perspicaz para entender que si se quitan los beneficios directos de una determinada acción, esa acción dejaría de tener sentido.

Tampoco hace falta ser demasiado avispado para darse cuenta de que una vez eliminados por ley los acotamientos al pastoreo, el número de incendios se iba a incrementar. Y así ocurrió. Y por enésima vez, la Fiscalía de Medio Ambiente volvió a defender los acotamientos, considerando que su eliminación,  aprobada por la Junta del Principado de Asturias  (con el apoyo de PP, PSOE, IU, Foro y Ciudadanos) había sido un grave error, ya que "contribuía de manera eficaz a la disminución de incendios provocados".

Y de nuevo, y como es habitual, el Principado de Asturias hizo caso omiso a estas advertencias y tanto gobierno como oposición (que para eso sí se ponen de acuerdo), negaron cualquier relación causa-efecto entre ambas situaciones, a pesar de la contundencia de las pruebas. Ya en el año 2017, cuando se aprobó esa medida, algunas voces díscolas del PSOE asturiano, afirmaron que No quedará un metro sin quemar por culpa de la reforma de la ley de Montes, lo que sin duda le valdría a José Antonio Mesa, alcalde de Allande, un tirón de orejas por saltarse el argumentario y una petición de prudencia por parte del PP de Allande, que le dijo que "no se puede culpar a los ganaderos de incendiarios ni a nadie sin pruebas". Se ve que tampoco se han leído, o más bien, lo han leído pero lo han ignorado, los sucesivos informes de la Fiscalía, colmados de pruebas y sentencias. 

Tras la eliminación de los acotamientos, el Gobierno asturiano parece haber dado con la solución para cambiar las estadísticas sobre el origen de los incendios: si no hay pruebas no hay sentencias, y por lo tanto no hay culpables. En Asturias existe un grupo de Agentes de Medio Natural que forman las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales (BRIPAS), cuya misión es buscar las pruebas sobre el origen de los incendios y en el caso de que se confirme que han sido provocados, proporcionar la información necesaria para que se sentencie a los culpables según la legislación vigente. Las BRIPAS se crearon el 2 de julio de 2002 dentro de la desaparecida Consejería de Administraciones Públicas y Asuntos Europeos del Principado de Asturias. Y desde entonces, su trabajo ha sido ha sido elogiado por el Fiscal de Medio Ambiente de Asturias, siendo un referente para los Agentes Forestales y Medioambientales del resto del Estado, habiendo conseguido 86 sentencias condenatorias desde su existencia, y marcando un récord en 2014 al sentar en el banquillo a 14 incendiaros, con sentencias condenatorias para todos ellos. Baste recordar que antes de la creación de estas brigadas la media de sentencias anuales por estos delitos oscilaba entre 1 y 3 al año. Sin duda, y a la vista de los resultados, la labor de las BRIPAS debería ser motivo de orgullo por parte del Principado, que incluso debería reforzarlas para lograr que la impunidad sobre estos delitos fuera cosa del pasado. Pero sorprendentemente, y coincidiendo con la modificación de la ley de montes que eliminó los acotamientos, el Principado modificó sus atribuciones y dependencias orgánicas, de forma que a partir de ese momento dependerían tanto orgánica como funcionalmente del Servicio de Extinción (SEPA), cuando antes dependían orgánicamente de la de la Dirección General de Justicia e Interior. De esta forma, y tal como ha denunciado la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA),  esto "podría llegar a suponer la invalidación de pruebas en procedimientos judiciales de no quedar debidamente delimitadas sus actuaciones en esta materia" ya que "los mandos y resto de personal no cuentan con la condición de Policía Judicial que les ampare para intervenir ante ilícitos penales". 

En la memoria de la Fiscalía de Medio Ambiente del año pasado, se criticó con dureza este cambio de  atribuciones , ya que, tal como dice explicitamente en su informe, "la nueva labor de la BRIPAS se centra en la investigación de la causa, pero no en la averiguación de la autoría, con lo cual la mayoría de las denuncias acaban en sobreseimiento por falta de pruebas". Evidentemente, el Principado de Asturias no cambió de opinión y tal como ha hecho hasta ahora, ni ha vuelto a imponer los acotamientos ni ha devuelto a la BRIPAS a sus atribuciones originales, y el resultado es evidente, tras el sobreseimiento de varios casos por falta de pruebas. No deja de ser curioso que tras las críticas de la Fiscalía, la portavoz del ejecutivo asturiano dijera que el Principado "perseguirá con todo rigor a las personas que provoquen incendios forestales". Si ese rigor consiste en dejar libres de sanción a los incendiarios, no hay duda de que están siendo muy rigurosos.

Pero la confirmación del interés del gobierno asturiano en desmantelar la BRIPAS y con ello, de aumentar la impunidad de los incendiarios, ha ocurrido hace unos pocos días, cuando nos enteramos por la prensa de que el Principado de Asturias tiene previsto contratar el año que viene a investigadores privados para "localizar las causas del incendio". Resumiendo, que esos investigadores privados van a encargarse de realizar el trabajo que ya realizaban con éxito los 8 agentes de Medio Natural que forman parte de la BRIPAS, y lo que es más demencial, con 3 plazas vacantes que quedan por cubrir. Sin duda, una jugada perfecta que el presidente del Principado de Asturias debería explicar en el Parlamento asturiano.

A fin de cuentas, y tal como decía el ex-director de Política Forestal del Principado, Joaquín Arce, "los incendios forestales son a la sociedad asturiana como el narcotráfico a la sociedad mexicana o la colombiana, o como la corrupción a la clase política española, es decir, algo consustancial y asumido, aceptado y tapado por una parte importante de la sociedad, pese a lo que digan el sentido común, el Código Penal, la economía y la ciencia, lo que dificulta enormemente los esfuerzos para acabar con esas prácticas dañinas y delictivas", lo que hace que los incendios sean tapados y asumidos tanto por la sociedad asturiana, como por sus gobernantes. 

Mientras tanto, y ya que no interesa conseguir pruebas, seguiremos culpando de los incendios al viento, al calor y a la mala suerte, y mientras tanto los incendiarios seguirán campando a sus anchas. Como decía el otro, "viva el vino"


lunes, 24 de agosto de 2020

El fin del viaje

Todas las historias tiene un final y este es el final de la historia de un alcatraz, una de las aves marinas más grandes que surcan nuestros mares. Terminada la reproducción en sus colonias del norte de Europa, tanto los adultos como los jóvenes recién emancipados se dirigen hacia el sur, pasando estos días frente a la costa cantábrica en un viaje que los llevará hacia las costas de Mauritania o incluso más al sur. No todos llegarán a su destino, algunos enfermarán, otros morirán atrapados en redes y anzuelos y a otros, agotados tras muchos años de viajes y después de haberse reproducido varias veces, les abandonarán las fuerzas y morirán de viejos.


Hoy por la mañana, un alcatraz se dejaba llevar por la corriente muy cerca de la costa. Finalmente consiguió acercarse a unas rocas en la orilla y con esfuerzo se subió a una de ellas, agotado y empapado. Aleteó para sacudirse el agua de su plumaje y se quedó tumbado. No le vi ningún anzuelo, cuerda o sedal, como desgraciadamente se suelen ver en muchos de los alcatraces que se acercan a la costa y aparentemente no tenía ninguna fractura ni lesión. Simplemente parecía estar cansado. 

A pesar de que estaba muy débil, aún reservaba algunas fuerzas para defenderse y si me acercaba demasiado hacía ademán de volver a tirarse al agua. No había gente cerca, ni perros sueltos que lo molestaran. Solo el ruido de la mar y del viento, que parecía arrullarlo en sus últimos momentos, así que me fui y lo dejé tranquilo.

viernes, 21 de agosto de 2020

Luces fantasmales en la mar

Durante algunas noches al año, y más frecuentemente en verano, aparecen unas extrañas luces azuladas en la superficie de la mar que durante siglos han despertado la imaginación de marineros y habitantes de las poblaciones costeras. Como suele ocurrir con muchos fenómenos aparentemente inexplicables, la presencia de estas luces se relacionó con todo tipo de fenómenos paranormales, desde espíritus de marineros ahogados hasta almas de brujas que surgían de las aguas. En Uruguay y Argentina, a esos resplandores azulados se los llamaba "luces malas" aunque como veremos, no hay nada de malo y misterioso tras ellas.

“Mientras navegábamos, el mar presentó el más bello y maravilloso espectáculo. Había una brisa fresca y en cada parte de la superficie en la que durante el día se veía espuma ahora se emitía una luz pálida. La nave apartó dos nubes de fósforo líquido, y su estela era seguida por un séquito lechoso”

Así describía Charles Darwin en uno de sus cuadernos de viaje, su encuentro con esas luces durante su travesía a bordo del Beagle con el que dio la vuelta al mundo entre 1831 y 1836. De hecho, fue Darwin el primero que asoció la presencia de esas luces a organismos vivos.

Fotografia de Brett Chatwin

La aparición de esas luces azuladas se debe a la presencia de ciertas especies de dinoflagelados, unos organismos unicelulares que forman parte del plancton marino y que tienen la facultad de producir luz como un mecanismo de defensa contra los depredadores. En el interior de estos animales se produce una reacción química catalizada por la enzima luciferasa y que oxida las moléculas de Luciferina, que al transformarse en oxiluciferina desprende energía en forma de luz.


La capacidad de producir luz mediante este tipo de reacción química es más frecuente de lo que se cree y está presente en numerosos organismos a lo largo de prácticamente todos los niveles biológicos, desde hongos, microorganismos, artrópodos hasta algunos vertebrados como los peces. Asimismo, esta luz química puede usarse para varios fines: atraer a una pareja, como en el caso de las luciérnagas, atraer presas, como muchos peces abisales y también como un método de defensa contra los depredadores, funcionando como un mecanismo de distracción.

En el caso de los dinoflagelados que producen la bioluminiscencia marina, conocida en algunos lugares como "mar de ardora", las luces se producen cuando estos animales diminutos se excitan con las vibraciones de la superficie del mar, ya sea por el oleaje o por la presencia de otros organismos moviéndose dentro de ella. Incluso nosotros mismos, si tenemos la suerte de bañarnos en la mar en el que se den las condiciones propicias, podremos ver como el agua se ilumina mientras nos movemos dentro de ella.

Para que se produzca el mar de ardora se necesitan unas condiciones que favorezcan el crecimiento y la concentración de estos pequeños organismos. En las últimas semanas, estas condiciones de estabilidad ambiental y temperaturas altas ha producido un intenso crecimiento planctónico, que es el alimento de la Noctiluca scintillans. Las Noctilucas, debido a su limitada capacidad de movimiento se mueven empujadas por las corrientes marinas, y cuando se produce una estabilidad ambiental como consecuencia de la combinación de vientos y mareas, se concentran en determinados lugares que quedan en calma. Cuando la densidad de noctilucas es muy elevada, durante el día el agua aparece teñida de un color anaranjado muy característico, y es durante la noche cuando se produce la bioluminiscencia.


La presencia de estos dinoflagelados ha llamado la atención durante las últimas semanas en muchas playas gallegas, donde este año se ha producido un espectacular crecimiento de las mismas. Los primero que hay que decir es que no entrañan ningún riesgo para la salud, ni son responsables de otras mal llamadas mareas rojas, de las que hemos oído hablar muchas veces, y que si pueden ser tóxicas. En este último caso, estos episodios tienen su origen en la floración masiva de ciertas especies de microalgas que liberan toxinas como resultado de su actividad metabólica, y que cuando son filtradas por los moluscos que se alimentan de ellas concentran esas toxinas en sus tejidos, lo que los convierte en peligrosos para nosotros si los consumimos. 

En el caso de estas mareas rojas por el día y bioluminiscentes por la noche, como hemos comentado, son inofensivas y han protagonizado numeras fotografías, no solo en nuestras costas sino en muchos lugares del mundo. 

sábado, 8 de agosto de 2020

Sorpresa en la chimenea

Hacía ya unos meses que en casa de mis tíos se escuchaban ruidos extraños en el tejado. Algo raro sucedía allí arriba, y desde el mes de mayo, poco después de oscurecer, esos ruidos se habían hecho mucho más frecuentes. No había duda de que en la chimenea había algo más que hollín y cenizas.

Hace una semana, aprovechando que mis tíos tenían que pintar la fachada, me subí a la grúa y nos acercamos a la chimenea para tratar de confirmar la presencia de los supuestos fantasmas, cuya identidad ya conocía de antemano casi con total seguridad. Cuando la grúa estuvo a un metro de la chimenea, empecé a oír los siseos que mis tíos escuchaban por las noches, así que con cuidado, encendí una linterna y allí estaban los culpables.

Dos preciosos pollos volantones de Lechuza común (Tyto alba) no perdían detalle de mis movimientos, y entre sorprendidos y asustados, silbaban para tratar de intimidarme. Estaban completamente emplumados y les quedarían unos pocos días para abandonar el nido que sus padres habían instalado en el hueco de la chimenea. El sitio era perfecto, a cubierto de la lluvia, a buena altura y accesible desde todas las orientaciones. Solo había un problema, no para ellos, sino para mis tíos, que unos cuantos metros más abajo eran incapaces de encender la estufa, comprobando con sorpresa como cada vez que abrían el tiro, cientos de pelotillas de pelos, huesos y algunas plumas, caían por arte de magia por el hueco de la chimenea, llegando a obstruirla en varias ocasiones.