jueves, 23 de julio de 2015

Curso de ética periodística: marchando una de plagas

Si el verano periodístico de 2015 se está caracterizando por algo es por la ausencia de un personaje atemorizante que llene las portadas de los diarios del país. Este año, ni medusas, ni perros asesinos, ni motos acuáticas, ni malvadas abejas aterrorizan a la población. Tan solo el calor sofocante sigue copando los titulares, aunque cada vez menos, ya que después de un mes de temperaturas asfixiantes poca gente se sigue sorprendiendo de que en verano las temperaturas superen los 40 ºC en gran parte de nuestra geografía. 

Pero si hay una palabra que sigue siendo imprescindible para lograr un buen titular, sobre todo si se refiere a nuestra fauna, esa es la palabra "plaga". Cualquier concentración de animales, ya sean pequeños o grandes, que causen molestias, aunque sean mínimas, ya es tildada de plaga a las primeras de cambio. Todo periódico local que se precie tiene que incluir una plaga de vez en cuando. Gaviotas, estorninos y palomas son los protagonistas recurrentes de las plagas urbanas. Curiosamente, en un ambiente tan inhóspito como el de la mayoría de las ciudades, donde los ruidos del tráfico o de las interminables obras, la contaminación, o la suciedad ya nos parecen algo normal, nos molesta cada vez más los sonidos de las gaviotas o las cacas de los estorninos. Y los periodistas hacen malabarismos lingüísticos para calificar a esas especies sin repetirse.


En las ciudades la desconexión de la población con la naturaleza es algo cada vez más preocupante. Una desconexión que es la responsable de que la mayoría de los niños urbanos conozcan mejor a los animales de la sabana africana que a los que viven al lado de sus casas (Genovart et al., 2013), o que reconozcan sin problemas a un Tiranosaurio pero no sean capaces de identificar a un petirrojo.





Pero si en las ciudades podría ser explicable esa desconexión, lo que no parece fácil de entender es que también ocurra en los ambientes rurales, donde la población convive y ha convivido siempre con los animales, tanto domésticos como salvajes.

En las últimas semanas, las noticias sobre supuestas "plagas" han empezado a aparecer como setas en otoño. Y no se trata de una sola especie, sino de varias: insectos de todo tipo, murciélagos, gaviotas, estorninos o víboras se reparten estos días la atención mediática, y como si el mismísimo Jehová hubiera desatado su cólera como hace 3000 años había hecho con el pueblo egipcio, hordas de animales parecen haber llegado para arruinar el campo asturiano y a sus habitantes.


Pero de todas estas supuestas plagas me ha llamado especialmente la atención una de ellas. Hace unos días, aparecía una noticia que alertaba sobre la "población excesiva" de buitres en el concejo de Morcín. En la noticia se comenta el caso de una potra que una vez muerta (supuestamente por "unos cánidos", aunque no aporta ninguna prueba) fue devorada por un grupo de buitres. El dueño de la potra y otros ganaderos de la zona comentaban que estas aves carroñeras se comían la carne y las vísceras y que "comen con tanta ansia que luego no son capaces de emprender el vuelo", lo que les producía angustia y preocupación.

Hace tan solo unos años, tras la crisis de las vacas locas, la UE prohibió dejar el ganado muerto en el monte. Los ganaderos deberían pagar de su bolsillo el traslado de esos cadáveres para que fueran incinerados o bien contratar un seguro que se hiciera cargo del mismo. En ese momento, los ganaderos de montaña montaron en cólera y exigieron que se dejara a los buitres que hicieran ese trabajo, como habían hecho hasta entonces. Incluso hacían culpable a esa prohibición de que algunos buitres acuciados por el hambre llegaran a matar a sus animales.


Tras 10 años de veto, en el año 2012, el congreso de los diputados aprobó un decreto que permitía de nuevo que las reses muertas pudieran dejarse en el monte para que fueran los buitres los que se encargaran de ellas. Ese decreto fue acogido con satisfacción tanto por los ganaderos como por ecologistas, científicos y cazadores. Unos aplaudían la medida porque les suponía un claro beneficio económico y otros porque la población de aves carroñeras de España podría recuperarse después del bache que había significado esa década de prohibición.


¿Cómo se explica entonces ese cambio de opinión?
Pues la respuesta vuelve a ser la misma de siempre, el interés económico. Los ganaderos a los que les parece molestar que los buitres no se comporten en la mesa, y que hasta llegan a compadecerse de los ellos por si no hay suficiente comida para todos, lo que realmente les preocupa es que no puedan cobrar los daños de los lobos, ya que según ellos, una vez que desaparece el cadáver, también desaparecen las pruebas. Lo cierto es que los daños de lobo pueden ser detectados en un análisis postmorten, incluso después de que los animales hayan sido devorados por los buitres, ya que como bien saben los guardas que se encargan de evaluarlos, hay marcas en los huesos y rastros en el terreno que sirven como pruebas para detectarlos.

Para finalizar la noticia, los ganaderos reclaman al Principado que ponga en marcha "un plan de control de la población", o sea, que se deje de chorradas y empiece a matar buitres. Confió, aunque con ciertas dudas teniendo en cuenta los numerosos precedentes, que nuestros gobernantes no se dejen chantajear de nuevo por este colectivo y que expliquen, no solo a los ganaderos sino también al resto de la población, que los buitres, al igual que el resto de carroñeros, son una parte esencial del ecosistema, que evitan la transmisión de enfermedades al eliminar los restos de los animales muertos, muchos de ellos enfermos. Por otra parte, habría que resaltar que todas las especies de buitres, al igual que el resto de aves rapaces están estrictamente protegidas por nuestra legislación y que matarlos o simplemente molestarlos, puede acarrear importantes sanciones económicas e incluso penas de cárcel.

Por último, y como siempre suelo hacer en cada entrega de los cursos de ética periodística, sugiero a los autores de estos artículos que no se dejen llevar por el morbo y que se informen consultando a los expertos antes de dejar volar su imaginación. En todo caso, y si lo que pretenden es amedrentar a la población a falta de noticias más interesantes, les aconsejaría que publiquen un especial plagas,  con entregas semanales dedicadas a una plaga distinta y que lo aderecen con frases del segundo libro del Pentateuco

"Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto (se puede cambiar Egipto por Asturias), sobre sus ríos, sobre sus canales, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de agua; y ellas se convertirán en sangre. Habrá sangre en toda la tierra de Egipto (Asturias), hasta en los baldes de madera y en las vasijas de piedra"


Referencias
Genovart M, Tavecchia G, Enseñat JJ, Laiolo P. 2013. Holding up a mirror to the society: Children recognize exotic species much more than local ones. Biological Conservation 159: 484–489.

lunes, 20 de julio de 2015

Calma chicha y pardelas en migración

El pasado sábado me invitó mi amigo Ramón a salir en barco desde el puerto de Cuideiru. La mar apenas se movía, como en las dos últimas semanas, y solo una suave brisa nos acompañó durante el viaje. A solo un par de millas de tierra ya se veían algunas aves marinas en migración, varios paíños pasaban junto al barco y un goteo de pardelas baleares y cenicientas aparecían de vez en cuando por el este peinando la superficie del agua con la punta de sus alas.

Pardela cenicienta (Calonectris diomedea)

Cuando estábamos a siete millas de la costa, encontramos un pequeño grupo de gaviotas patiamarillas que descansaba en la superficie de la mar, flotando como corchos y dejándose llevar por la corriente. Entre ellas, varias pardelas descansaban también, ajenas a nosotros y seguramente con el estómago lleno solo se separaban de la proa del barco cuando pasábamos a su lado.

                 
Al observar más de cerca el grupo de gaviotas y pardelas cenicientas, entre ellas encontramos cuatro pardelas capirotadas (Puffinus gravis). Casi del mismo tamaño que las cenicientas, las pardelas capirotadas son una de las aves más viajeras del mundo. Todas ellas se dirigen ahora hacia el hemisferio sur, hacia el Archipiélago de Tristan da Cunha, donde se reproduce toda la población mundial de esta especie.

Pardela capirotada 

Después de unos minutos, todo el bando levantó el vuelo para posarse unos cientos de metros más lejos. Después del descanso seguirán su viaje con rumbo sur. Ya ha comenzado la migración de las aves marinas por el Cantábrico, un espectáculo increíble en la que se podrán ver cientos de miles de aves de multitud de especies pasando frente a nuestras costas, unas hacia los lugares de invernada y otras, como las pardelas capirotadas, hacia sus colonias de cría cerca de la Antártida.

lunes, 13 de julio de 2015

Presentación del libro "Los vencejos sueñan despiertos"


Hoy lunes, 13 de julio, presento el libro "Los vencejos sueñan despiertos" en el Club de Prensa Asturiana, en Oviedo (C/ Calvo Sotelo, 7). Me acompañará en la presentación Florentino Braña, catedrático de Zoología de la Universidad de Oviedo.

Después de la presentación firmaré los libros que queráis, si es que os apetece emborronar la primera página, y también habrá libros para vender.

Estáis todos invitados

viernes, 10 de julio de 2015

Léxico ornitológico: charranes, gaviotas y logotipos políticos

Gracias a Carl Nilsson Linæus (1707-1778), el científico sueco que que creó un sistema de nomenclatura binomial para clasificar a los seres vivos, estos pueden ser conocidos en todos los países del mundo, independientemente del idioma que hablen, por dos términos en latín. El primero corresponde al género y el segundo a la especie. 

Además de este nombre científico, la mayoría de las especies, al menos las más conocidas, tienen un nombre común, un nombre que como es lógico es distinto en cada país, pero también es distinto en cada provincia o incluso en cada pueblo. Por lo general, el nombre común de una especie hace referencia a alguna de sus características más llamativas: su color, su canto, su comportamiento, su tamaño, etc, y al igual que ocurre con todas las cosas, las preferencias y gustos son muy variados y no todos nos tenemos que fijar en las mismas características. 

Los animales y plantas son usados frecuentemente como logotipos de marcas comerciales o incluso de partidos políticos. Quizás el caso más conocido sea el de los dos partidos mayorítarios de Estados Unidos. 


El símbolo del Partido demócrata es un burro, y según parece este animal se eligió porque en 1828, Andrew Jackson, en ese año candidato a la presidencia del país fue apodado como "burro", ya que se decía de él que además de tozudo no era muy inteligente. Fue entonces cuando el señor Jackson aprovechó la jugada para ponerla de su lado y empleó la figura de este animal como símbolo electoral, ya que afirmó que era un animal trabajador y modesto del que habría que sentirse orgulloso.


El símbolo del elefante que usa el Partido Republicano nació a partir del burro demócrata. Fue ideado por el caricaturista germano-estadounidense Thomas Nast cuando plasmó en una viñeta la derrota electoral de los demócratas en 1877 con un elefante que aplastaba a un burro. A partir de ese momento, los republicanos adoptaron al elefante como símbolo, destacando de él su inteligencia y su fuerza.


En España también hay partidos políticos que han usado y siguen usando animales en sus logotipos. Por ejemplo, el extinto Partido Socialista Popular (PSP) usó una paloma en su logo, seguramente simbolizando a la paloma de la paz. Pero sin lugar a dudas, el símbolo animal más conocido por todos nosotros es la gaviota del Partido Popular (PP).


O eso es lo que pensábamos todos hasta hace poco tiempo, ya que según nos habían contado, el símbolo que figuraba encima de las siglas del partido representaba a una gaviota en vuelo. Y digo hasta hace poco, porque en mayo de este año, el creador del logotipo, Fernando Martínez Vidal, nos sorprendió en una entrevista diciéndonos que estábamos confundidos, ya que el símbolo no representaba a una gaviota, sino a un charrán. Según sus propias palabras «la gaviota es un ave carroñera que vuela bajo y va comiendo basura. En cualquier vertedero las hay a miles. En uno de Madrid hay censadas más de 10.000. En cambio, un charrán es un ave marina que vuela alto».


De nuevo, las gaviotas siguen cargando con una mala fama, en la mayoría de las veces injustificada, que las convierte en seres sucios y despreciables. Quizás por eso, el partido que hasta hace poco tiempo la portaba en sus banderolas con orgullo, reniega de ella como de la peste y abraza a ese charrán de altos vuelos, esa ave marina que no frecuenta vertederos y cloacas, sino que danza en el aire y pesca pequeños pececillos sin mancharse su blanco plumaje. Y como muestra de renovación, ayer mismo nos presentaron su nuevo logotipo, que en mi ignorancia no se si se me asemeja más a los circulitos de Podemos o al hermoso ojo que glosó el gran Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, ese que "traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado entre dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos gregüescos, y abahado en una capa".

Pero volviendo al tema charrán-gaviota, con afán de ilustrar al lego en materia ornitológica, os pongo dos imágenes de dos representantes de la familia de las gaviotas y de los charranes para que decidáis vosotros a cual de ellas se parece el logotipo del PP.


En las fotografía podéis ver en la parte superior a un charrán común (Sterna hirundo)  y en la de abajo a una gaviota sombría (Larus fuscus). Dos aves hermosas, sin duda, y lo cierto es que no yo no sabría por cual decidirme a la hora de ponerla en un logotipo.

Llegado al caso de que tuviera dudas con la estética del animal, antes de decidirme por la gaviota o el charrán, lo que si haría sería consultar previamente el diccionario de la Real Academia de la Lengua, ese libro tan nombrado pero desgraciadamente, tan pocas veces consultado. Como ya comenté al principio del artículo, los nombres comunes de las aves son muy variados y en algunos casos pueden tener más de un significado. Veamos pues cual es la primera acepción de la palabra "charrán" según el diccionario de la RAE:

1. adj. Pillo, tunante. Se dijo en un principio de los esportilleros malagueños vendedores de pescado. U. t. c. s.

No se, pero después de leerlo nunca se me ocurriría usar a un charrán en mi logotipo, no se vaya a pensar la gente que realmente ese ave tan grácil y de altos vuelos tiene un pasado tan oscuro que podrían asociar con alguna actividad de mi partido.

Pero ya que nuestro lenguaje es tan rico y en nuestro país se hablan varios idiomas, podríamos buscar a ver si nos podíamos quedar con la definición que se usa en otro lugar. Y ya que soy asturiano, voy a consultar las acepciones de la palabra charrán en el Diccionario de la la Academia de la Llingua Asturiana, y las acepciones que me encuentro son estas:

1.- Que charra. 2.- Dau a charrar. 3.- Que tien maña pa facer pifies y trastaes. 4.- Puerca [una persona]. 5.- Ordinariu. 6.-Faroleru, que presume muncho de daqué faciendo de menos a los demás.

Pues peor me lo pones, todo parece indicar que el señor Fernando Martínez Vidal mejor se hubiera quedado en casa pintando otros logotipos, que desvelar el oculto significado del que había diseñado para el PP. Al fin y al cabo, la gaviota que tanto odia este señor y que de tan ruin, sucia y basurera que es, casi la podríamos llamar una charrana, solo tiene una acepción en el diccionario de la RAE que no deja lugar a malentendidos ni a chistes fáciles:

1. f. Ave palmípeda, de unos 75 cm de largo desde el pico hasta el fin de la cola y 1 m de envergadura. Tiene plumaje muy tupido, blanco en general, dorso ceniciento; negras, pero de extremo blanco, las tres penas mayores de las alas, pico anaranjado y pies rojizos. Vive en las costas, vuela mucho, es muy voraz y se alimenta principalmente de los peces que coge en el mar. Hay otras especies muy parecidas, pero más pequeñas.

domingo, 5 de julio de 2015

Curso de ética periodística: busquemos un monstruo para un titular

Ya hemos entrado en el verano y tengo que admitir que me siento un poco desasosegado, ya que a estas alturas esperaba que una horda de medusas, abejas u otro animal del averno hubiera llegado a nuestras playas para arruinar las vacaciones al personal. Hasta el momento nos tenemos que conformar con las noticias sobre el calor, que no deja dormir a la gente y que según las entrevistas realizadas a pie de calle martiriza a los currantes y produce alegría a los bañistas y a los vendedores de refrescos.

El problema de usar el calor como titular es que acaba cansando. Una vez que caemos en la cuenta de que en verano las temperaturas suben, como todos los años, que en Córdoba y en Ourense te asas y que en Asturies un día te cueces y otro te cagas de frío, los periodistas descubren que el tema es difícil de estirar durante dos meses, así que tienen que buscar otra cosa.

Mientras aparece el ansiado tema del verano, por ahora los protagonistas de estos primeros días son los monstruos acuáticos que desconciertan a bañistas y científicos. Hace unos días aparecía una noticia en los periódicos nacionales con el siguiente titular


acompañada de la siguiente fotografía.


Esta noticia apareció por primera vez en el periódico The Siberian Times el 30 de junio, y comentaba la aparición de los restos de un animal en la isla de Sakhalin, en Rusia, "mucho mayor que un ser humano" y que tenía un "pico" muy grande. A partir de ese día, la noticia trascendió el ámbito local y llegó a todos los periódicos del mundo. La criatura desconcertante había saltado desde una playa siberiana al ciberespacio y al reino del esoterismo en pocas horas.


Lo cierto es que solo con ver la primera foto y esta segunda aparecida en el artículo original, parece evidente de que se trata de los restos de un cetáceo que murió en alta mar y que después de unos cuantos días o semanas llegó a la costa en mal estado debido a la putrefacción y me puedo imaginar, porque he visto más de uno con el mismo aspecto, que despidiendo un olor horrible.

Según los diarios que reproducían la noticia, el tamaño del animal, mucho más grande que un ser humano, y la aparente presencia de pelo en la zona de la cola solo se podrían explicar si se tratara de una criatura nueva para la ciencia o incluso de un Delfin del Ganges (Platanista gangetica), una especie de delfín de agua dulce que tiene entre sus características la presencia de un morro largo y puntiagudo, aunque ni tiene pelo ni tampoco ese gran tamaño. Según la noticia, los supuestos expertos que habían inspeccionado los restos estaban desconcertados.

Como yo no me suelo creer estas noticias busqué por internet y en unos pocos minutos encontré a un verdadero experto que había solucionado el misterio a las pocas horas de haberse publicado la noticia. Se trataba del Dr. Darren Naish, investigador de la Universidad de Portsmouth, que publicó en Twitter el siguiente mensaje


Tal como se aprecia en las fotografías, el supuesto monstruo no era ni una especie nueva peluda, ni un Delfín del Ganges. Los restos encontrados en la playa de Sakhalin correspondían a un Berardio de Baird (Berardius bairdii), una especie de cetáceo del grupo de los zifios que habita en aguas profundas y cuya área de distribución es continua por todo el Pacífico Norte a partir de los 35º N, o sea, que está presente en la zona de la isla de Sakhalin, donde aparecieron los restos.


El Berardio de Baird puede alcanzar los 12,8 metros de longitud, tiene una frente bulbosa que se puede apreciar en las fotografías en detalle de los restos de Sakhalin y dos dientes en la mandíbula inferior, un rasgo típico de los machos de todas las especies de Zifios que usan para pelearse entre ellos por las hembras. En las fotografías que incluye Darren Naish en su tweet, parece que se aprecian esos dos dientes. La supuesta presencia de pelo podrían ser jirones de piel o incluso de grasa producto de la putrefacción.

Por lo tanto, si tiene las características de un Berardio de Baird, tiene el tamaño de un Berardio de Baird, su área de distribución coincide con la de un Berardio de Baird, y además ha sido identificado por un señor que es experto en restos óseos, pues lo más seguro es que sea un Berardio de Baird y no una extraña criatura desconocida. No ha sido demasiado complicado desvelar este misterio, por lo que quizás los periodistas de nuestros diarios, antes de copiar literalmente otras noticias de otros medios podrían informarse también y contrastarlas antes de publicarlas. De todas formas, si lo que pretenden es causar asombro, o incluso pánico entre los bañistas, les aconsejo que lean las anteriores entradas de este curso sobre el uso de calificativos acojonadores, titulares impactantes y exageraciones.


Una buena idea sería publicar al lado de la fotografía de los restos putrefactos una posible recreación de la criatura, como la anterior. Eso siempre funciona.

miércoles, 1 de julio de 2015

El liderazgo de las hembras viejas aumenta la supervivencia del grupo

La menopausia se puede definir como la desaparición de la ovulación y por lo tanto de la capacidad de reproducción en las hembras. En la mayoría de las especies de animales la menopausia es algo insólito, ya que en la inmensa mayoría de las especies, las hembras son fértiles y capaces de tener hijos hasta su muerte. De hecho, la esperanza de vida de la mayoría de los animales está condicionada en función de la reproducción. La teoría clásica de historias de la vida predice que la menopausia no debería ocurrir ya que no debería haber ninguna selección para la supervivencia después del fin de la reproducción (Williams, 1957), pero lo cierto es que ocurre y el mejor ejemplo es nuestra especie, aunque como veremos más adelante también ocurre en otros animales.

Hembra de ciervo (Cervus elaphus)

En un estudio realizado con ciervos a lo largo de 20 años se observó que el desgaste de los machos era mucho mayor que el de las hembras, de forma que mientras en los machos la esperanza de vida rondaba los 12 años, en las hembras su longevidad media alcanzaba los 20 años (Carranza et al, 2008). Estas diferencias de longevidad entre los dos sexos era debida a que mientras que un macho solo permanece en la cúspide de su estatus reproductivo dos o tres años, durante los cuales dispondrá de un harén de hembras que le hará padre de muchos cervatillos, las hembras solo podrán tener un cervatillo al año, pero podrán tenerlos durante toda su vida.

En la mayoría de los animales, el fin de su vida suele coincidir con el fin de su fertilidad, pero como he comentado al principio, en unas pocas especies, la esperanza de vida supera con creces la edad fértil. Y por supuesto, la especie más conocida en la que tiene lugar este hecho es la nuestra, ya que las mujeres pueden vivir incluso más de 50 años después de haber ovulado por última vez. 

En este caso, el fin de la edad "reproductiva directa" no implica necesariamente el fin de la reproducción. En un estudio el que se analizaron los datos demográficos completos de dos comunidades humanas de Finlandia y Canadá durante varias generaciones, se comprobó que las mujeres con una vida post-reproductiva prolongada tenían más nietos y por lo tanto mejoraban el éxito reproductivo de sus hijos (Lahdenperä et al, 2004). Sin duda, la experiencia adquirida en el pasado por esas mujeres tenía un efecto positivo y significativo en la supervivencia de sus descendientes de segunda generación, lo que encajaba perfectamente con la teoría de la evolución, ya que al aumentar el éxito de sus nietos aumentaba también el éxito de sus propios genes.

Hasta hace muy poco se pensaba que la menopausia era un fenómeno que ocurría exclusivamente en la especie humana, pero recientemente se ha confirmado que en otras especies muy alejadas filogenéticamente de nosotros también ocurre y el papel de las hembras que han superado la edad de reproducción es muy similar al de las hembras humanas.

Grupo de orcas en el estrecho de Gibraltar 

Esas dos especies son el Calderón de aleta corta (Globicephala macrorhynchus) y la orca (Orcinus orca). En un estudio realizado en una comunidad de orcas residentes del estado de Washington (EEUU) se confirmó que la experiencia adquirida por las hembras más viejas las convertía en líderes de sus grupos familiares. Estos grupos se alimentan básicamente de salmones, cuya presencia y abundancia en las aguas en las que residen sufre grandes variaciones anuales. De esta forma, la experiencia de esos animales, que han sobrevivido a distintas temporadas de escasez y abundancia de recursos es muy valiosa para el grupo (Brent et al, 2015).

Figura extraída de Brent et al, (2015). Rosa: hembras post-reproductivas, Azul: machos adultos, Rosa claro: hembras reproductivas.

El liderazgo de las hembras viejas era mucho más acusado durante los años de escasez de salmones, cuando prácticamente solo ellas dirigían el grupo y el resto de la familia permanecía en la retaguardia.

Los mismos autores de estudio han comprobado que los machos son más dependientes de sus madres que las hembras, ya que las probabilidades de que un macho muera después de un año de la muerte de su madre aumenta en un 14% mientras que en las hembras, esa probabilidad solo aumenta un 5%.

El importante papel que llevan a cabo estas hembras explicaría por qué pueden llegar a alcanzar una edad de hasta 90 años, varias décadas después de haberse reproducido por última vez.


Referencias

- Carranza J, Alarcos S, Sánchez-Prieto CB, Valencia J, Mateos C (2004) Disposable-soma senescence mediated by sexual selection in an ungulate. Nature 432: 215-218.
- Brent LJN, Franks DW, Foster EA, Balcomb KC, Cant MA & Croft DP (2015) Ecological Knowledge, Leadership, and the Evolution of Menopause in Killer Whales. Current Biology 25, 746–750.
- Lahdenperä M, Lummaa V, Helle S, Tremblay M & Russell AF (2004) Fitness benefits of prolonged post-reproductive lifespan in women. Nature 428, 178-181.
- Williams, G.C. (1957). Pleiotropy, natural selection, and the evolution of senescence. Evolution 11, 398–411.