martes, 28 de junio de 2016

El estrés de la ciudad acorta la vida de las aves

A primera vista, la ciudad no parece el lugar más adecuado para un ave forestal, y seguramente para ninguna otra especie, incluida la nuestra. La contaminación, el ruido, el tráfico o las luces nocturnas tienen efectos muy nocivos sobre la mayoría de los animales, pero a pesar de todo no son pocas las especies que han emigrado desde el campo a la ciudad en busca de una vida mejor.

En el caso de las aves, la ciudad ofrece a muchas de ellas lugares adecuados para nidificar, un suministro abundante y regular de alimento y muy importante, menos depredadores que en el campo, lo que teóricamente incrementaría sus tasas de supervivencia y sus posibilidades de reproducirse.

Pollo de cárabo nacido en un parque urbano de Oviedo



La lista de aves que se han mudado a las ciudades y que viven en ellas, tanto de forma permanente como durante unos meses o incluso solo durante unas horas al día es muy amplia. Desde halcones peregrinos o cárabos, hasta mirlos, urracas o carboneros comunes, muchas aves viven actualmente en nuestras ciudades y algunas, como las palomas torcaces, que hace unos años eran muy escasas en estos ambientes han visto incrementado su número y actualmente ya compiten con las habituales palomas domésticas en muchos parques y jardines.


Un grupo de investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) investigaron los efectos de la vida en la ciudad en una especie de ave muy común tanto en los parques y jardines urbanos como en las zonas rurales de los alrededores: el carbonero común (Parus major). Esta especie es muy adecuada para este tipo de estudios, ya que aparte de ser relativamente abundante, es un inquilino habitual de las cajas nido, lo que permite acceder con facilidad a un buen número de nidadas.

Para este trabajo publicado recientemente en la revista Biology Letters (Salmón et al, 2016), los investigadores seleccionaron varias poblaciones de carboneros que se reproducían en tres parques urbanos de la ciudad de Malmö y otras que criaban en la localidad de Vomb, a 37 Km de Malmö y que era una zona rural con plantaciones de pinos con un sotobosque de arbolado de hoja caduca. En ambas zonas (rurales y urbanas) colocaron cajas nido y realizaron un experimento en el que intercambiaron la mitad de los pollos de varias nidadas del campo por pollos de la ciudad y viceversa, cuando tenían dos días de edad. De esta forma, parte de los pollos serían criados por sus padres y otros por padres adoptivos de otra población (cross-fostering). Además, como control se intercambiaron pollos entre cajas de la misma población para confirmar que los resultados eran debidos a la diferencia entre poblaciones y no al sistema de crianza por los padres adoptivos.


El objetivo del trabajo era estudiar si las aves que se habían criado en un ambiente urbano tenían una menor esperanza de vida que las que se habían criado en el campo debido al deterioro celular. Para ello midieron la longitud de los telómeros tras analizar muestras de sangre de los pollos cuando tenían dos semanas de vida. Los telómeros se encuentran en la parte final de los cromosomas y están formadas por regiones del DNA no codificantes y muy repetitivas. Se ha confirmado que la longitud de los telómeros está relacionada con el envejecimiento celular. Cuando los telómeros se reducen por debajo de una longitud mínima, las células interrumpen su ciclo celular y dejan de regenerar los tejidos, de esta forma se produce el envejecimiento de las células y como consecuencia el envejecimiento del organismo.


Longitud media de los telómeros en los pollos de carbonero criados en un ambiente rural o urbano (n = 16 parejas, 156 pollos). Los círculos representan los pollos "adoptados" y los triángulos los "no adoptados". (Salmon et al., 2016)

El resultado del trabajo confirmó que los pollos criados en la ciudad, tanto los que provenían de parejas rurales como los que procedían de parejas urbanas, tenían una longitud de los telómeros significativamente menor que aquellos que se habían criado en el campo. Por lo tanto, se confirmaba que criarse en un ambiente urbano tenía importantes efectos sobre la esperanza de vida de estas aves, siendo menor en aquellos carboneros que habían crecido en al ciudad.

Pollos de carbonero de la misma edad criados en el campo (izquierda) y en la ciudad (derecha). Foto: Pablo Salmón.

Todo apunta a que esta reducción en la esperanza de vida se debe a la suma de varios factores: el estrés, la contaminación, el ruido, la contaminación lumínica, alimentos de peor calidad, etc. De hecho, algunos trabajos ya confirmaron que la exposición a los metales pesados del aire de las ciudades, procedentes del tráfico y de las calefacciones, tenía un efecto muy significativo sobre la coloración de los carboneros, y como consecuencia sobre su éxito reproductivo (Giraudeau et al., 2015).

Aunque se han encontrado efectos parecidos en otras especies que habitan en las ciudades aún se necesitan más investigaciones para poder obtener resultados generalizables a todas, incluida la nuestra, pero no parece descabellado pensar que todos esos factores que están afectando a los carboneros nos estén afectándo también a nosotros, ya que no son pocos los trabajos que confirman los efectos negativos de los metales pesados del aire de la ciudad sobre nuestra salud.


De todas formas, en el caso del ser humano, un estudio de este tipo necesitaría incluir varios factores más aparte del lugar de origen. Por ejemplo, en un realizado en Estados Unidos comparando la esperanza de vida entre habitantes de las ciudades y de zonas rurales se obtuvo el resultado contrario al estudio de los carboneros suecos. En este caso, la esperanza de vida era menor en el campo que en la ciudad (Singh & Siapush, 2014) , y no solo eso, esas diferencias se habían incrementado en los últimos 40 años. Los investigadores lo asociaron a varios factores, entre los que destacaba sobre todos ellos el nivel socieconómico de la población, que era más bajo en el campo. Esto estaba directamente relacionado con el acceso a la sanidad, lo que hacía que en el campo las defunciones por enfermedades crónicas y lesiones fuera mayor. Por otra parte, la población joven, sana y con más recursos era más proclive a emigrar a las ciudades, mientras que aquellos con ingresos bajos, mayores y enfermos se quedaban en el campo.

Referencias

- Giraudeauet M,  Mateos-González F, Cotín J, Pagani-Nuñez E, Torné-Noguera A, Senar JC (2015) Metal exposure influences the melanin and carotenoid-based colorations in great tits. Science of the Total Environment 532: 512-516 DOI: 10.1016/j.scitotenv.2015.06.021.1
- Singh GK & Siahpush M (2014) Widening Rural–Urban Disparities in Life Expectancy, U.S., 1969–2009 (2014). American Journal of Preventive Medicine, 46(2):e19-29. doi: 10.1016/j.amepre.2013.10.017.
-Salmón P, Nilsson JF, Nord A, Bensch S & Isaksson C (2016) Urban environment shortens telomere length in nestling great tits, Parus major. Biology Letters DOI: 10.1098/rsbl.2016.0155.

2 comentarios:

  1. Me he pasado toda la lectura pensando en lo mismo ¿sólo las aves?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay varios estudios con otras especies, y yo no dudo que la vida en la ciudad afecte, y mucho, a la vida de los humanos que viven en ellas.
      un saludo

      Eliminar

Todo el mundo es libre de expresar sus opiniones, pero os agradecería que no escribieseis comentarios anónimos, al menos para tener un nombre al que dirigirse al establecer una conversación. Si no teneis una dirección de correo que permita poner el nombre al inicio, podéis firmalos al final del texto.

No admitiré insultos, el que insulte, falte al respeto a los demás o pretenda hacer de este blog una tertulia de tele5, que sepa que sus comentarios serán eliminados.

Gracias