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viernes, 11 de enero de 2019

¿Por qué no se congelan las ranas y los peces en las charcas?

Durante los últimos días estamos siendo testigos de un periodo de bajas temperaturas, consecuencia en parte de la presencia de un potente anticiclón que permanece estacionario sobre nuestras cabezas, lo que deja cielos despejados y sin las nubes que impedirían que el calor acumulado durante el día se escape por las noches. 

Estas condiciones dan lugar al fenómeno de la inversión térmica, que se produce cuando el suelo se enfría rápidamente, lo que a su vez hace que se enfríe el aire que está en contacto con él, que por lo tanto se vuelve más denso. En estas condiciones, la capa de aire frío queda inmóvil sobre el suelo y se impide la circulación atmosférica regular.


El resultado es que si no hay circulación de aire, por ejemplo en los valles, la temperatura será más baja en el fondo de los mismos que en las zonas más altas, provocando heladas y bajadas drásticas de temperatura.

domingo, 24 de abril de 2011

Tan sólo una gota de agua


Esta semana santa vino pasada por agua y yo que me había marchado a Nuveana cargado con todos los bártulos ya pensé que me los iba a traer de vuelta sin sacarlos de la mochila. Pero uno de las mañanas en la que todo amaneció empapado por la lluvia y el rocío, me acordé de una noche que pasé con Alfredo intentando fotografiar gotas de condensación y decidí intentarlo de nuevo, pero esta vez a la luz del día.


Una gota de agua es un pequeño volumen de líquido que está delimitado por superficies que se encuentran encadenadas entre sí. La gota se forma debido a la existencia de la tensión superficial, que es el efecto físico que tiene lugar cuando la energía de atracción de las moléculas "endurece" la capa exterior y superficial del agua en reposo. Debido a que una esfera presenta la mínima área para un volumen dado, por acción de la tensión superficial, la tendencia de una pequeña porción de líquido es la que la lleva a formar una esfera.



En el caso de que la gota se deposite sobre una superficie plana se creará un menisco en el borde de contacto, cuya forma dependerá de la naturaleza del líquido.


Pero además de estas características comunes con el resto de gotas de todos los fluidos, una gota de agua también funciona como una lente, de forma que las imágenes que hay detrás de ella aparecen invertidas y con la deformación propia de su forma esférica. De esa forma, nos dará la impresión de que hay un pequeño mundo en miniatura encerrado dentro de la gota.



Algunas de las gotas que fotografié esa mañana no medían mas de 1mm de diámetro y se mantenían pegadas a los diminutos pelillos de las hojas sin caer, algunas estaban aplastadas y otras eran completamente esféricas.


Incluso las telas de araña tenían sus gotitas, y dentro de cada una de ellas, por pequeña que fuera, se escondía ese pequeño mundo en miniatura vuelto del revés.


Me parece que ya no me voy a aburrir en los días de lluvia, todo es cuestión de escala y si no nos gusta lo que vemos solo tenemos que mirar dentro de una gota de agua.

NOTA: Haced click en las fotos si las queréis ver a mayor tamaño

lunes, 9 de agosto de 2010

Un rayo verde en el Cantábrico

En 1882, Julio Verne escribió un libro titulado "El rayo verde" en el que contaba la historia de una joven que emprendía un viaje con la intención de observar por sí misma un fenómeno atmosférico de inusual belleza, pero que sólo duraba un instante, justo después de que el sol desaparecía en en horizonte bajo la mar. Según la leyenda escocesa descrita en una revista que la protagonista había leído, si el rayo de color verde que aparecía en ese instante era observado al mismo tiempo por dos personas, las dos quedaban automáticamente enamoradas la una de la otra.


Me acuerdo de haber leído ese libro cuando era niño, en una colección en la que también estaban "20.000 leguas de viaje submarino", "Cinco semanas en globo" y "Viaje al centro de la Tierra" y siendo sinceros, el cuento del rayo verde era con diferencia el que menos me había gustado de todos, me había parecido bastante ñoño. Aún así recuerdo que me había intrigado aquel rayo de colores que aparecía al ponerse el sol y quizás por eso siempre me quedo embobado mirando las puestas de sol con la esperanza de que aparezca el dichoso rayo, pero nunca aparece.

El caso es que hace unos meses, leí un post en el magnífico blog de Manel Soria, que ya mencioné aquí varias veces y que vuelvo a recomendaros que visitéis, en que que comentaba esa leyenda e incluso mostraba una foto que había logrado hacer del famoso rayo mientras estaba en un viaje en Chile. Me acordé entonces del cuento de Julio Verne y empecé a buscar en Internet y me quedé sorprendido al comprobar que se trataba de un fenómeno real, pero que sólo se podía ver durante un instante, nada mas ponerse el sol y sólo en aquellos días en los que la atmósfera estaba muy limpia y con una visibilidad perfecta, lo que en el Cantábrico no suele ser muy frecuente.

Revisé todas las fotos de puestas de sol que tenía por casa, que son unas cuantas, tanto en diapositiva como en digital, ampliando las imágenes a ver si veía algo verde, pero nada. Y a pesar de que siempre me había gustado fotografiarlas, desde entonces, nunca deje pasar una ocasión si tenía la cámara a mano a ver si de una vez conseguía cazar al escurridizo rayo verde, y siempre ocurría lo mismo: sol amarillento, sol rojo, sol naranja, y después nada.

Este pasado viernes estuve en Novellana, el día había estado completamente despejado debido al fuerte viento del nordeste y la visibilidad era muy buena, así que volví a intentarlo de nuevo. Monté el tele en la cámara, la puse en el trípode, conecté el cable disparador y esperé a que el sol se escondiera. A medida que el disco iba bajando empezaron a cruzarse nubes por delante, nada bueno, pero como ya tenía todos los artilugios montados, puse el disparo de ráfaga, esperé hasta que quedaron tres o cuatro segundos para que desapareciera e hice unas cuantas fotos seguidas sin ninguna esperanza.

Nada mas terminar revisé las imágenes y al ampliarlas un poco algo raro me llamó la atención, en la tercera o la cuarta me pareció ver un puntito verde de poco mas de un pixel que estaba justo encima del sol. Al seguir pasando fotos ese puntito parecía crecer un poco hasta que al final apareció claramente una línea horizontal de color verde. Toda la secuencia había durado poco más de un segundo. No se si sería "un verde que ningún pintor puede obtener en su paleta, un verde cuya naturaleza no se encuentra ni en los variados verdes de los vegetales ni en las tonalidades de los mares mas transparentes, un verde que sin duda era el verde de la esperanza", como había escrito Verne en su cuento, pero era mi pequeño rayito verde, y por fin lo había cazado, aunque en este caso y a pesar de que estaba mirando por el visor no se si realmente lo habré visto o si sólo lo habrá visto el sensor de mi cámara.

Aquí os dejo la secuencia de fotos tal como salieron de la cámara (solo pasando del raw al jpg y recortando), pero sin hacer ningún tratamiento posterior en photoshop. Si os fijáis, en la tercera foto ya se aprecia un puntito verde encima del disco del sol, y en las dos últimas ya se ve el rayo verde (o más bien la raya verde). Podéis pinchar en las fotos para ampliarlas.


Como comentaba antes, este fenómeno ya había sido descrito en un artículo aparecido en la revista Science en 1883 y se explica por el efecto de la refracción atmosférica y a la difracción producida por las partículas de polvo que flotan en la atmósfera, que hace que se dividan los componentes rojos y verdes de la luz, de forma que durante un instante es posible verlos por separado. Si os interesa una explicación física más detallada podéis encontrarla en este link.