Hace unos días leía en la prensa que los defensores de la Tierra plana iban a organizar un crucero en el que intentarán llegar al muro de hielo que según ellos separa nuestro plano planeta del espacio exterior. De esta forma pretenden demostrar su teoría definitivamente, en lo que ellos describen como la «aventura más grande, audaz y mejor hasta la fecha», ahí es nada.
Para los que no sepan muy bien lo que postulan los defensores de esta teoría, básicamente dicen que la Tierra no es esférica, sino plana, y que todo lo que nos han contado hasta ahora es un fraude y un montaje diseñado por ordenador. Por supuesto también dicen que los viajes espaciales son un montaje, que las fotos de la Tierra desde el espacio están manipuladas con el photoshop, que el sol es un disco muy pequeño que nos ilumina desde una cúpula que cubre la Tierra y otras muchas y divertidas paranoias espaciales. Incluso afirman que la gravedad, y por supuesto la Ley de Gravitación Universal, es una falacia. Resumiendo, que Newton, Galileo, Copérnico e incluso Erastótenes, que hace 2000 años ya calculó el diámetro de la Tierra con una precisión asombrosa, con la única ayuda de un bastón y su intelecto, eran unos farsantes.
Antes de que sigáis leyendo os aviso de que no voy a perder ni un segundo de mi tiempo en rebatir los argumentos de esta tropa, en primer lugar porque ya se han escrito numerosos artículos que lo han hecho (este del blog Ciencia de sofá es muy bueno), y en segundo lugar porque no serviría para nada, ya que los defensores de esta absurda teoría siempre encontrarán un contra-argumento, cada vez más absurdo, para rebatirlo. No debemos olvidarnos de la Ley de Brandolini, también conocida como el principio de asimetría de la estupidez, según la cual, la energía necesaria para refutar una teoría estúpida o una conspiranoia es un orden de magnitud mayor que la necesaria para producirla.