jueves, 8 de enero de 2015

Despidiendo el año entre eideres y barnaclas cariblancas.

Ya hace 9 años que mi amigo Gilberto y yo despedimos el año viendo páxaros por el occidente de Asturies, y como ya os comentaba en la crónica de la salida de Santoña, esta es otra de las tradiciones que me gusta mantener. Curiosamente, el tiempo siempre nos acompañó en la mañana del 31 de diciembre y esta vez no fue distinta, ya que el día amaneció frío pero soleado.


Para comenzar la jornada quedamos en la Ría de Navia con la intención de comprobar si el macho de Eider común que ya se había visto hacía más de dos meses seguía por la ría. Hacía unas cuantas semanas que no se veía y nos temíamos que se hubiera marchado, pero nada más llegar lo vimos nadando en medio del canal frente a la poza. No estaba mal para empezar. No era raro que no se hubiera visto en todo ese tiempo, ya que al poco de llegar, observamos como se dirigía hacia la desembocadura de la ría y lo acabamos perdiendo de vista. Seguramente haga lo mismo todos los días, por lo que encontrarlo no deja de ser cuestión de suerte.

En la poza, varios azulones nadaban junto a un grupo de zampullines chicos, mientras unas cuantas garzas reales, garcetas y cormoranes grandes descansaban en la orilla.


Teníamos que darnos prisa si queríamos aprovechar la mañana, así que nos dirigimos a la rasa de la zona de Tapia para ver que se movía por allí. Varios bandos de chorlitos dorados comían entre los rastrojos del maiz, levantándose frecuentemente si sentían la presencia del halcón peregrino que sobrevolaba el campo de vez en cuando en busca de una presa. Lo que nos encontramos posado en uno de los rastrojos no fue al halcón, sino a un pariente suyo, un esmerejón que pasa el invierno en la zona y que usa los tallos secos del maíz como atalaya.


En un prado cercano, comiendo entre las patas de las vacas, un grupo de varias garcillas bueyeras no quisieron faltar a la cita. El número de estas aves parece ir en aumento año tras año, aunque al llegar la primavera desaparecen y no se las vuelve a ver hasta finales de verano. Las que no aparecieron fueron las cogujadas, que tienen aquí una de sus pocas áreas de cría de Asturies.


Pero a falta de cogujadas, los bisbitas comunes y alpinos se alimentaban en el suelo pisado por las vacas mientras unas pocas alondras preferían buscar la comida entre unos brezos al borde del acantilado.


Estorninos negros y pintos también usaban los prados donde estaban las vacas para alimentarse, pero mientras que los pintos aún conservaban su plumaje invernal, algunos estornintos negros ya lucían su lustroso plumaje de cría y los machos empezaban a cantar, seguramente inspirados por el ambiente primaveral.


Después de buscar sin éxito al escribano nival que se había visto hacía unos días en unos acantilados de la costa, cruzamos el Puente de los Santos y nos dirigimos a Rinlo. Frente a la costa hay un posadero de cormoranes que suele estar muy concurrido y donde se suele ver alguno de nuestros moñudos anillados. Esta vez no hubo suerte y no pudimos leer ninguna anilla, pero junto a los moñudos, varios cormoranes grandes compartían el posadero con ellos y en las rocas próximas también descansaban varios gaviones, gaviotas patiamarillas y sombrías, unos cuantos correlimos comunes y algunos correlimos oscuros.

Ya se acercaba la hora de comer y yo tenía que seguir viaje hasta Galicia como todos los años, así que Gilberto y yo nos despedimos y yo me acerqué a comer a Castropol, y así aprovechar para ver si había llegado algún colimbo. La ría estaba desierta y salvo algún charrán patinegro, unos pocos cormoranes grandes y unos pocos ánades silbones que se veían a lo lejos, estaba vacía.

Lo que no me esperaba en ese momento era que lo mejor aún estaba por llegar. Cuando ya me iba a marchar llegó un mensaje de Pablo Miki que decía que dos barnaclas cariblancas estaban posadas en uno de los rastrojos por donde habíamos pasado hacía unas horas. Estaba a tan solo cinco minutos así que con el bocadillo en una mano y el teléfono en la otra llamé a Gilberto para volver a vernos.

Cuando llegué las localice junto a un grupo de gaviotas patiamarillas. Estaban bastante lejos y preferimos no acercarnos para no espantarlas. Pero no fuimos nosotros, sino un halcón peregrino, el que levantó a todo el grupo, que se alejó volando hasta unos prados cercanos.


Poco después de posarse, se volvieron a levantar de nuevo. No parecían encontrarse muy convencidas del nuevo lugar que habían elegido. Dieron varias vueltas y temimos que se fueran definitivamente, pero después de seguirlas durante un rato comprobamos que se habían posado detrás de una pequeña loma y todo parecía indicar que se encontraban en la playa.


Y efectivamente allí estaban junto a un grupo de gaviotas. Después de hacerles unas fotos lejanas me despedí de Gilberto y me fuí, que ya se me hacía tarde. 

No hay duda de que el día había merecido la pena. Que mejor manera de despedir el año que esta.

Lista de especies observadas (más o menos en orden de aparición)

1) Eider común
2) Ánade real
3) Ánade rabudo
4) Garza real
5) Garceta común
6) Cormorán grande
7) Chorlito dorado
8) Ratonero común
9) Cernícalo común
10) Zampullín común
11) Estornino pinto
12) Estonino negro
13) Alondra común
14) Bisbita común
15) Bisbita alpino
16) Gorrión común
17) Jilguero
18) Pardillo común
19) Garcilla bueyera
20) Chochín
21) Tarabilla común
22) Esmerejón
23) Halcón peregrino
24) Cerceta común
25) Pato cuchara
26) Gaviota patiamarilla
27) Gaviota sombría
28) Gallineta
29) Colirrojo tizón
30) Corneja negra
31) Cuervo
32) Urraca
33) Porron moñudo
34) Cormorán moñudo
35) Gavión
36) Chorlito gris
37) Correlimos común
38) Vuelvepiedras
39) Correlimos oscuro
40) Vuelvepiedras
41) Charrán patinegro
42) Ánade silbón
43) Gaviota reidora
44) Barnacla cariblanca

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